ECM de Roger E
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Descripción de la experiencia:

El lunes, 23 de diciembre de 2002, fue un día lleno de trauma, pena, milagros y regocijo. Ése es el día que yo, a la edad de 50 años, tuve un ataque al corazón, también conocido como infarto agudo de miocardio (IAM). Y ése fue realmente el primer día del resto de mi vida. Estuve lo más cerca que se puede estar de la muerte y aun así volví a la vida en esta tierra.

Comenzó como una mañana de lunes normal y corriente. Me levanté a eso de las 5 de la mañana para ir al gimnasio y completar mi rutinaria sesión de ejercicios, como lo he estado haciendo durante hace ahora casi seis meses. Aproximadamente a mitad de la sesión, tras unos 45 minutos, comencé a sentir algunas molestias en mi espalda, entre los omoplatos. Cuando terminé de trabajar con el aparato de extensión dorsal pensé que me había dañado un músculo allí atrás. Por lo que bebí un vaso de agua y fui a colocarme en el puesto siguiente. Sin embargo, antes de que pudiera reanudar el ejercicio, empecé a sentirme un poco peor, solo un dolor, pero fue un poco más fuerte. También comencé a sentir dolor en mi brazo izquierdo, cerca de la articulación del codo. Ya me había dañado dos músculos en un solo día, cuando nunca antes esa misma rutina me había dado problemas. (¿Puede hablarse de negación por mi parte? Claro que sí). Realmente era lunes. También estaba un poco nauseoso, y mi siguiente pensamiento fue que iba a estar fastidiado para el día de Navidad. ¡Vaya día que estaba teniendo! Decidí distenderme un poco durante 10 minutos en el tapiz rodante, las cosas no mejoraron en absoluto, pero a decir verdad tampoco empeoraron. Visto lo visto, haría bien en marcharme a casa. No tenía más ganas de levantar pesos por hoy, sencillamente.

Una vez en casa, le dije a mi esposa Pat lo que estaba sintiendo. Su primera reacción fue que teníamos que ir a urgencias. Bien, la negación no solo es un río en Egipto (N.T.: juego de palabras en inglés entre “denial” (negación) y “The Nile” (el río Nilo en Egipto) que se pronuncian igual), y pensé que no, que probablemente no era nada. Pero no mejoraba nada, y empecé a sentirme algo peor. Así que tomé una pastilla de nitroglicerina. Entonces me sentí efectivamente mejor, por eso pensé que aquello no era nada bueno, así que le dije a Pat que siguiésemos adelante y fuésemos al hospital. Llevaba ya sintiéndome mal unos 25-30 minutos. Soy lento en aprender.

Pat me condujo al hospital, me bajó hasta la entrada de urgencias y se fue a buscar un lugar para aparcar el coche. Yo entré y no encontré allí a nadie en absoluto. Fui a admisiones y una chica salió de una oficina detrás de ese mostrador. Cuando le dije que tenía dolores de pecho, hizo una rápida llamada telefónica. Empecé a rellenar un formulario de triaje (N.T.: selección de enfermos prioritarios que se hace en emergencias), pero no pude terminarlo porque empezaba a costarme mover los dedos y escribir. Sin embargo, no pensé que fuera un ataque al corazón. Pat llegó y terminó el formulario, y al poco salió un enfermero y nos llevó a la pequeña sala de entrevistas.

El enfermero, Dave, empezó a hacer preguntas y a rellenar otro formulario. Por entonces llevaríamos unos 3 ó 4 minutos en la sala de urgencias. Por lo que hacía unos 40-45 minutos que había empezado a sentir que algo iba mal. La habitación empezó a dar vueltas, y yo me volví a Pat y dije: “Me voy a desvanecer ahora”. Y así lo hice. Pat tuvo que ver cómo me resbalaba de la silla y me iba al suelo, gracias a Dios me lo amortiguaron y no me golpeé nada. Tuvo que presenciar cómo me tendía en el suelo, respirando de forma “espantosa”, con la mirada fija y vidriosa. Entonces dijo que empecé a tener convulsiones. Le dijo al enfermero que “hiciera algo” y él dijo que “ya lo hacía”. Él ya había hecho una llamada telefónica, pero ella emitió su famoso silbido y gritó pidiendo auxilio. Y la ayuda estaba de camino.

El equipo de urgencias me instaló en una camilla allí en la pequeña habitación y comenzó de inmediato el tratamiento de choque. Pat dijo que trabajaron en mí unos 30 minutos, aplicando el desfibrilador finalmente un total de 17 veces, en un intento de detener una “arritmia letal”. (¡Y vaya quemadura que deja eso!). Me administraron APt (un disolvente de coágulos) cuando todo empezó, y más tarde dijeron que había llegado en la “hora de oro” para que ese tratamiento fuera efectivo. Sabía que me habían dado un montón de cosas. Terminé con cerca de 6 agujas intravenosas, 3 en cada brazo, y tubos y cables por todas partes. Mi siguiente visión en este mundo fue la del médico inclinado sobre mí con un estetoscopio, amonestándome para que me estuviese quieto para que él pudiese escuchar. Pude ver a mucha gente a mi alrededor, y era consciente de lo que parecía ser una febril actividad. Órdenes para la administración de diversos tratamientos que me sonaban a chino, pero seguro que sabían lo que hacían. Yo solo sabía que el pecho me dolía muy, muy malamente. Sentí dolor y tardé un poco en percibirlo. Pensé: “Esto duele”. ¿Qué hacer cuando algo duele tanto? Bueno, supongo que gritar. Quizás lo mejor sería gritar. Así que lo hice. Durante algún tiempo estuve perdiendo y recuperando la consciencia, pero finalmente sentí que las cosas se estabilizaban y la aventura terminaba. Levanté los ojos hacia el médico y dije: “Estoy de vuelta”. Dijo que aún no estaba fuera de peligro, pero que estaba cerca de la quinta entrada (aquí hay un poco de mezcla de metáforas, pero está bien). Por este tiempo, salió una enfermera y le dijo a Pat: “Ha ocurrido un milagro. Él sigue con nosotros”. Lo que pasó en el intervalo de 30 minutos entre la pérdida y la recuperación de la consciencia es toda una historia en sí misma.

Algún tiempo después de desvanecerme (no tenía noción del tiempo por lo que no sé cuánto tiempo duró esto), me encontré caminando por un túnel hacia, bueno, en realidad no sabía hacia dónde. Solo sabía que era un lugar de perfecta paz, y sin dolor ni tristeza en absoluto. El túnel no era en realidad muy largo, probablemente 50-60 metros. Era rosado, una especie de cristal de cuarzo de color rosa, y tenía formaciones de estalactita y estalagmita a lo largo de las paredes. Al final del túnel había una brillante luz, pura, más pura que ninguna que haya visto nunca en ningún lugar. Era alta y estrecha, y redondeada en ambos extremos.

Yo conservaba todos mis sentidos, seguía siendo yo, y tenía la sensación de andar en un cuerpo mientras subía el túnel. No tenía miedo y no pensaba en lo que me estaba sucediendo. Parecía que subir el túnel era lo que tenía que hacer. Antes de ir demasiado lejos, creo, algo dijo: “Vuelve”. Pregunté que cómo iba a volver, y se repitió la frase: “Vuelve”. La voz era suave, y la sensación de ser amado era abrumadora, pero me giré y me alejé de la luz. Fue entonces cuando mis pensamientos se empezaron a concentrar en Pat y Jackie (mi hija de 14 años), y lo mucho que deseaba volver con ellas. Hasta que la voz no me mandó volver, sin embargo, no tuve ningún pensamiento, salvo subir el túnel y averiguar lo que había al final del mismo.

Cuando volví, estaba frente a lo que parecía ser el final de una cueva, con un montón de piedras que conducían a un estrecho pasadizo. Había una tenue luz que brillaba a través del pasaje, y yo sabía de alguna manera que era a este punto donde tenía que ir. Empecé a subir las piedras, pero resultaba difícil escalar. Resbalé varias veces, pero seguí subiendo, finalmente llegué al pasillo. Fue cuando me arrastraba dentro de este pasaje que me encontré a mí mismo de vuelta en mi cuerpo y algo consciente de lo que ocurría a mi alrededor. Pasó aún algo de tiempo antes de que pudiera abrir los ojos y hablar. Creo que grité, aunque no lo sé seguro.

Sin embargo sé que he sido bendecido con una visión de lo que hay más allá. Y siento como si no estuviera dentro de la misma persona. Tenía una pequeña muestra del impresionante amor y la perfecta paz de Dios. No hay temor en el amor, al contrario el amor perfecto echa fuera el temor. Dios es amor, y Dios nos ama más de lo que podamos imaginar. En él no hay oscuridad, ninguna en absoluto. Él es puro y santo y justo, pero Él nos ama. Es impresionante y poderoso, Rey de Reyes y Señor de Señores, el Creador de todas las cosas, pero que desea atraernos a Él. Él nos ama tanto que murió por nosotros para que podamos estar con Él para siempre. Ojo no ha visto, ni oído oyó, ni corazón de hombre concibió lo que Dios tiene para los que Le aman. (1 Cor 2:9). Y todos quienes invocan el Nombre del Señor serán salvos.

¿Alguna medicación asociada o sustancias que pudieran afectar la experiencia? No estoy muy seguro. No sé qué medicamentos me fueron administrados además de la droga que disuelve los coágulos, pero tenía muchas agujas intravenosas en cada brazo.

¿Fue el tipo de experiencia difícil de expresar con palabras? Sí. Era tan de otro mundo, tan fuera de la vida ordinaria y las sensaciones eran de tal profundidad y riqueza que las palabras no aciertan a describirla.

¿En el momento de la experiencia, había allí algún suceso que pusiera en su vida peligro? Sí. Parada cardíaca.

¿Cuál era su nivel de consciencia y de vigilancia durante la experiencia? Completamente alerta y consciente.

¿Era la experiencia de algún modo parecida a un sueño? No.

¿Experimentó una separación entre su consciencia y su cuerpo? Me sentía libre y ligero, y aunque tenía la sensación de estar realmente caminando no recuerdo la sensación de atracción de la gravedad. Supongo que la mejor manera en que puedo describirlo es que cuando volví a mi cuerpo fue como llevar un traje de lana mojada. Pasé de estar libre y abierto a pensamientos, ideas e impresiones de un modo que nunca había sentido antes a estar casi aprisionado en este cuerpo.

¿Oyó usted algún sonido extraño o ruidos? No. Además de la voz que me dijo que volviera, no recuerdo oír nada.

¿Pasó usted en o por un túnel o espacio cerrado? Sí.

Describa: desperté tras desvanecerme para encontrarme a mí mismo en una cueva coloreada de cuarzo rosa que remontaba ligeramente desde el sitio donde me encontraba. Cuando desperté ya estaba subiendo este túnel o esta cueva. Había estalactitas y estalagmitas que debía contornear. Estaba muy brillantemente iluminada y sin embargo no me veía a mí mismo, podía ver mi brazo balanceándose hacia delante y hacia atrás mientras caminaba hacia la luz.

¿Vio usted una luz? Sí. Arriba, cerca de un acodamiento del túnel, fuera frente a mí había una mancha vertical de luz que parecía redondeada en ambos extremos. Nunca vi lo que era, pero era la más brillante y pura luz blanca que nunca vi en ningún lugar.

¿Encontró usted o vio a algún otro ser? No estoy seguro. La voz que me dijo que volviera emanaba de enfrente de mí en el túnel donde estaba la luz. No estuve lo suficientemente cerca para ver lo que era la luz, y no sé si era un ser o algo más. Todo lo que sé es que la voz estaba acostumbrada a que se obedecieran sus órdenes. Suave pero firme.

¿Experimentó usted una revisión de acontecimientos pasados de su vida? No.

¿Observó usted u oyó durante su experiencia algo relacionado con personas o acontecimientos que pudiera ser verificado más tarde? No.

¿Vio usted o visitó dimensiones, niveles o lugares hermosos o de alguna otra manera peculiares? No.

¿Tuvo alguna sensación de alteración del tiempo o el espacio? No estoy seguro. Estaba alterado solo en el sentido de que no tenía noción del tiempo, o sentía que no tenía importancia.

¿Tuvo usted la sensación de tener acceso a una sabiduría especial, a un orden y / o propósito universal? Sí. Sentí como si supiera que Dios era Amor, y que Él nos amaba. Entendí que el pecado (fechoría o mal pensamiento, todo lo que no fuera perfecta justicia) no podía permanecer en presencia de Dios. Supe que Dios mandó a Jesús al mundo para pagar nuestra deuda de pecado para que podamos estar en Su presencia.

¿Alcanzó usted un límite o una estructura física de delimitación? No estoy seguro. Supongo que el pequeño agujero por el que tenía que ir para volver dentro de mi cuerpo era una especie de límite. No sabía lo que iba a pasar cuando fuera por él. Si hubiese sabido del dolor puede que no hubiese sido tan rápido en responder. Sin embargo, en retrospectiva fue bueno que lo hiciera pues ya se estaban preparando para intubarme en ese momento.

¿Tuvo usted consciencia de acontecimientos futuros? No.

¿Se implicó en, o fue consciente de, una decisión de vuelta al cuerpo? Sí. Simplemente se me dijo de “volver” sin explicar por qué. Sin embargo, sentí o comprendí que no era momento para mí de dejar mi vida terrenal. Fuertemente sentí que Dios tenía un propósito al devolverme, y que parte del propósito era hablarle a la gente de Él y su regalo gratis de vida eterna.

¿Como resultado de su experiencia, ha recibido usted dones psíquicos, paranormales u otros dones especiales que no tuviera antes de la misma? No.

¿Tuvo usted tras su experiencia algún cambio de actitudes o creencias? No.

¿Ha afectado la experiencia a sus relaciones? ¿Vida diaria? ¿Prácticas religiosas etc.? ¿Opciones de carrera? Me siento más tranquilo, más sereno por dentro. Por ahora he vuelto a mi antiguo trabajo. Veo a la gente, especialmente la familia, como mucho más importante que nunca antes. La vida diaria es más o menos la misma, salvo que rezo más de lo que solía.

¿Ha cambiado su vida expresamente como consecuencia de su experiencia? No. Todavía no, pero creo que más cambios llegarán en un futuro cercano. Tengo un fuerte deseo de formarme para convertirme en un consejero y ayudar a otras personas a trabajar a través de los problemas de la vida.

¿Ha compartido usted esta experiencia con otros? Sí. Les he hablado a muchos cientos de personas en una reunión y a unos cien en otra reunión, además de haber mandado el relato escrito a parientes y amigos que a su vez se lo mandaron a otros. He recibido muchas respuestas positivas, pero no sé realmente cómo ha sido influido cada uno.

¿Qué emociones experimentó usted después de su experiencia? Pavor. Paz. Amor. Alegría. Asombro.

¿Cuál fue la mejor y la peor parte de su experiencia? La mejor parte fue la paz y el amor. La peor parte fue cuando volví y sentí el dolor en mi cuerpo.

¿Hay algo más que desee añadir acerca de la experiencia? Estoy totalmente en paz con la muerte, pues sé que solo es un nuevo comienzo. Sé que lo que les espera a los que mueren y conocen a Jesús como Señor y Salvador tiene un futuro que ni siquiera puede empezar a ser imaginado. Sigo sin comprender cómo todas las fes y religiones e incluso las no creencias se reconciliarán al final. Hay un montón de cosas que no sé, pero sé que Dios ama a la gente, que les tiende los brazos para que vengan a Él y acepten Su amor.

¿Tras su experiencia, tuvo usted algún otro acontecimiento en su vida, medicamentos o sustancias que reprodujeran alguna parte de la experiencia? No.

¿Las preguntas planteadas y la información que acaba usted de proporcionar describen exacta y exhaustivamente su experiencia? Sí.