Maria C ECM 
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Descripción de la experiencia:

Fue en febrero de 1995, pero no recuerdo qué día fue.

La noche anterior al suceso, veía una línea, como un cabello, en la periferia de mi visión. Pregunté a mis compañeros pero ninguno lo veía. Noté que escribía horizontalmente pero no podía controlar la línea. En esa época, Internet no existía como hoy. Todo estaba escrito en textos y no podía buscarlo.

Estaba mareada con dolor de cabeza, así que me fui a la cama. Por la mañana, mi hija me despertó. Eran alrededor de las 10 en punto. Me desperté muy mareada con un fuerte dolor de cabeza. Hice un pequeño desayuno para mi hija, que cumpliría cinco años el próximo mes. Como la caja de cereales para el desayuno parecía vacía, decidí arrojarla a la basura pero no tenía energía. Entonces, la dejé caer al suelo para pisarla. Cuando pisé el cartón vacío, fui absorbida quién sabe a dónde.

De repente, me vi acurrucada en el suelo con mi hija a mi lado. Yo estaba cerca de la parte superior del techo, mirándome abajo. Estaba asustada porque sabía que algo andaba mal en mi. Volví a mi, encogida y muy debilitada. Mi hija estaba apoyada contra mí. No podía contar la cantidad de veces que salía y volvía al cuerpo. Lo que sí recuerdo fue que una de las veces que estuve en el cuerpo, sentí que extendía la mano hacia mi hija. Su pequeño brazo estaba estirado cuando me estaba escapando. No quería llevarla conmigo. Quería quedarme allí con ella.

De repente, volví al cuerpo y cuando me levanté de nuevo, fui succionada nuevamente. Pero esta vez estaba lejos de la casa. Estaba sobre la ciudad en la que vivía. La vi desde arriba como un águila volando por encima. Estaba tan conmocionada y asustada que grité. Pero nadie me escuchó. Vi todo, como los tejados sobre las casas y los jardines verdes. Podría haber saboreado ese momento, pero luego el miedo me abrumaba. Pedí a quien pudiese oírme que me sacara de allí. Me sentí débil sin saber si alguna vez volvería a mi cuerpo. Escuché una voz que telepáticamente me decía que estuviera tranquila, que volvería y que todo estaba bien. Estaba gritando de terror con lo que me estaba pasando. Volví a mi cuerpo y me arrastré hasta el teléfono. Marqué repetidamente el número de la que sería mi última llamada. Mi esposo me recogió y le rogué que me ayudara porque no estaba bien y temía por nuestra hija.

Dejé mi cuerpo, una vez más, y salí disparada a tal velocidad que esta vez ya estaba muy lejos de casa. Estaba viendo este hermoso planeta azul, pero aterrorizada. Pensé: 'Esto está empeorando y con el tiempo voy a desaparecer de aquí'. Le grité a alguien que ¡me sacara de aquí! Mientras seguía levantándome, vi que estaba rodeada de oscuridad, como se ve la noche. Observé mi pequeño planeta redondo de tonos bonitos. Vi todo más allá de eso. Supliqué: "¡Déjame ir a casa, por favor!" Insistí rotundamente, como si estuviera viviendo una película de terror en vivo. Escuché esa voz nuevamente diciéndome: 'Cálmate. Todo está bien, cálmate'. Escuché esto en mi cabeza. Pregunté qué querían de mí. Quería saber por qué estaba allí afuera o si había muerto y nunca podría volver a mi cuerpo. No puedo encontrar las palabras para el intenso pánico en el que estaba. De repente, estaba de vuelta en el cuerpo mirando a mi hija con una felicidad tan abrumadora. Les agradecí por permitirme vivir. Había dejado ese tormento y no sentía miedo en absoluto.

Llegó la ayuda y sabiendo que mi hija estaba a salvo, fui al hospital. Me vieron de inmediato pero no pude moverme bien porque todo se inclinaba hacia la izquierda. Mi lengua se relajó y no pude hablar con claridad. Dije que no había estado bien desde el día anterior, y que había estado fuera del cuerpo. Le escribí una breve nota a mi esposo para dejarme en urgencias durante 24 horas ya fuese para recuperarme o para irme. Ahora que mi hija estaba a salvo y yo tenía ayuda, pensé que era mi sola lucha. Pero no fue así. Al llegar al hospital, me ingresaron y me desmayé por completo. Vi desde arriba mi cuerpo desganado que parecía dormido en la habitación con poca luz. Vi a una enfermera tomando notas de un dispositivo. Empecé a volar literalmente. Vi pañales y un tubo que se extendía hacia una bolsa al lado de la cama. Sentía que era frágil, vulnerable y temía lo que me iban a hacer. La enfermera enderezó las sábanas con mucha cautela y me dio una cálida palmada en la mano. Miré para calmarme porque estaba en manos de alguien muy honesto, alguien en quien podía confiar. Comencé mi vuelo por los pasillos del hospital arriba y abajo, pero siempre sentí que alguien entraba en la habitación para ver cómo estaba. Vi todos esos profesionales médicos y al personal del hospital revisándome. Me levantaban la cabecera de vez en cuando, masajeaban los brazos y las piernas. Vi a los visitantes que hablaban y desde el techo respondí. Obviamente, nadie me escuchó.

En uno de mis viajes por el hospital, encontré a un hombre de edad avanzada que estaba maldiciendo y gritando sin parar. El estaba confundido. Por la forma en que estaba vestido, con ropa normal, supuse que había ingresado a emergencias hacía poco. Como entendí su desorientación y vi que estaba a punto de volar, le dije que se calmara y que volvería a su cuerpo. Le dije que se metiera en si y saliera de aquí. Vi al hombre irse hasta que ya no lo vi. Parecía que me estaba convirtiendo en una experta en viajes fuera del cuerpo. Vi a médicos reunidos en una habitación a la vuelta de la esquina del corredor. Había cinco médicos, dos mujeres y tres hombres, debatiendo qué hacer conmigo. Dijeron que no podían encontrar nada que pudiera haber causado tal estado y todos los resultados de las pruebas estaba bien. Decidieron hacer una punción lumbar para obtener más información. Regresé a la habitación en pleno vuelo y me vi rodeada de una luz brillante y dorada que no me quemaba los ojos. Escuché música, o lo que sería un sonido extraño, porque no reconocí una sola nota. Era agradable no estar en estado de pánico por estar en un estado desconocido. Pregunté nuevamente, qué querían de mí. Si realmente hubiera muerto, pensé que esta vez estaría bien. Insistí en que me lo dijeran. Apareció una voz que me dijo que estuviera tranquila y que todo estaría bien. Volví a volar por el hospital y descansé. Pronto, volví a estar en una luz tan brillante y dorada que me di cuenta de que no estaba sola. Sin embargo, no vi a nadie. Vi un estremecimiento en la intensidad de la luz. Esa voz volvió a hablar conmigo. No recordaba lo que se dijo porque desperté en mi cuerpo. Ni siquiera puedes imaginar la alegría que sentí. Sentí que me levantaba como si hubiera nacido de nuevo con todo renovado. Pero lo peor estaba por llegar.

Parecía que los médicos se apresuraban. Volví a tener miedo porque todos parecían deformados, horribles, y todos grotescamente desfigurados. Todos parecían distorsionados con sus rostros hundiéndose hacia adentro. Supongo que he visto esto en películas de terror o algo similar. Mientras tanto, la enfermera parecía normal y había un asistente que también parecía normal. Estaba rodeada de médicos que parecían bestias. Grité porque eran monstruosidades, pero nadie me escuchó. No pude hablar. Me preguntaron mi nombre. Me pidieron que les guiñara un ojo, y lo hice. Esto fue una alegría para ellos. Se hicieron muchas más pruebas. Después me recuperé rápidamente y tuve que aprender todo de nuevo: caminar, comer, hablar, etc., pero me recuperé. Sentada allí, tuve un problema con mi cuello y me dolía mucho. Debí haber estado acostada por mucho tiempo. Las formas físicas de las personas volvieron lentamente a la normalidad. Nunca más creí que somos lo que parecemos. Tenemos una máscara para ocultar lo que realmente somos. Afortunadamente no me vi, ni a mi niñita.

Esta fue mi experiencia, que podría haber sido increíble. Pero tal vez sin ninguna previsión o sistema de creencias expandido de mi parte, fue una total pesadilla.

Como una persona amable, hice amigos allí e incluso pude ver esa sala de reuniones.

Regresé a casa con mi hija y le leí algunos cuentos infantiles. Finalmente estuve con mi niña en la comodidad de mi casa.

Seguí con el hospital durante los siguientes años. Me diagnosticaron un incidente vascular cerebral (accidente cerebrovascular). Se me prohibió tomar aspirina o sus derivados, aunque de todos modos nunca tomé. No obstante, incluso después de salir del hospital, salí del cuerpo pero regresé rápidamente. Nunca quedé bien. Siempre tuve dolores de cabeza, mareos y, mientras tanto, quería escapar, pero ahora lo controlo.

Solo un año después de la experiencia conseguí fortalecerme, comencé mi vida desde cero. Solo con mi hija. Mi matrimonio, mis amistades, mi hogar, comencé todo desde cero. Nunca miré hacia atrás, más bien, estaba agradecida con el universo por cambiarme tanto en la persona que soy hoy. Estoy más dedicada a las artes, ya que trabajar es solo una forma de supervivencia. El color es la base de mi vida. Han sido veinte años de práctica y necesitaba aprender a controlarme. Todavía tengo exámenes físicos todos los años.

Esta experiencia cambió toda mi vida. Todavía estoy buscando encontrar una respuesta para lo que viví.

Epílogo: mi visión en relación con los sistemas de creencias realmente no encaja porque soy muy racional. En cuanto a los "dones" que son nuevos, no los llamo dones porque acosan mi sensación de paz. Mis sueños se han vuelto muy tecnológicos y fuera de lo común. También tengo sueños que todos los demás tienen. Espero ser útil para disipar cualquier preocupación que la gente tenga.

Si me lo permite, me gustaría dejar las siguientes palabras de sabiduría: No somos conscientes del lugar que ocupamos en un universo de universos inmensos. Somos solo una parte de una gran familia de constelaciones. El ser humano promedio vive día a día sin preocuparse por cuestiones fundamentales para mí, como desperdiciar recursos naturales de manera extravagante sin preocuparse por las generaciones futuras. Estamos constantemente en mutación genética y la realidad es que el ser humano ve en un lapso de 10 años las diferencias en la evolución mental y lo que está sucediendo. Es decir, la disparidad entre los inconscientes y los conscientes. El termino medio ya no existe.

Las religiones difuminan el razonamiento y alteran los valores morales / éticos de cada ser humano. Con la política sucede lo mismo. En espiritualidad, puedes lograr ciertas experiencias, pero debido a que las personas demandan respuestas, la explicación lógica es lo que prevalece. Debo enfatizar que en muchas historias, hay descripciones que se amoldan a creencias incuestionadas / sin fundamento más que las que iluminan y aclaran.