El duelo - Sus cinco componentes
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El duelo - Sus cinco componentes Por el reverendo John Price .

Hay 5 componentes muy reconocibles del duelo por el que todo el mundo pasa en un momento de gran pérdida. Esa pérdida puede producirse por la muerte de un ser querido, pero también por un accidente de tráfico, una agresión física, la graduación en el instituto o la universidad, una mudanza fuera de la ciudad o incluso un divorcio de alguien de quien realmente quieres divorciarte.

El primer componente reconocible del duelo es la negación: Tiene algunos aspectos positivos, ya que la negación puede ayudarle a pasar las horas iniciales mientras hace los preparativos para el funeral. En algunos casos raros, el doliente puede incluso negar que haya habido una muerte. Sin embargo, en la mayoría de los casos, simplemente esperará que el fallecido aparezca a la vuelta de la esquina; entonces se dará cuenta de que no, no lo hará. También, meses más tarde, puede que te sorprendas en algún acontecimiento feliz y pienses: "Oh, se lo contaré". Y entonces te darás cuenta de que no, no puedes hacerlo. Cuando está realmente mal expresado, puede impedir afrontar la realidad de la muerte (o del acontecimiento traumático). El segundo componente se conoce como "regateo", o "frustración": Pensarás: "Si sólo hubiéramos hecho esto", "Si sólo no hubiera hecho aquello", "Y si no lo hubiera hecho"; no hay respuestas a estas preguntas, pero pasarás por ellas repetidamente, aunque ya las hayas pensado, así que aprende de las preguntas para el futuro, para tu propia vida. Pensarás que te estás volviendo loco, pero no es así, es una parte normal del duelo.

El tercer componente es la ira: Es necesario que sepas esto: La enorme energía emocional acumulada generada por el duelo se libera a veces a través de un destello de ira, incluso dirigido a un ser querido o a alguna otra persona inapropiada, incluso a un espectador inocente. Es necesario poder descargar la energía emocional dando un largo y rápido paseo o haciendo algún tipo de ejercicio. Pedir disculpas y dar explicaciones si ha estallado de forma inapropiada. Evite la cafeína o el alcohol, que agravan la posibilidad de ese estallido.

El cuarto componente es bien conocido, es la tristeza: Te sobrevendrá en oleadas, puede que incluso lo desencadene una pieza musical favorita, y a uno le ayuda a superarlo hablar con un buen amigo sobre los sentimientos y la muerte, quizá incluso sobre las relaciones con el fallecido. Y llorar.

Escribir una carta al fallecido, sobre todo si hay alguna complicación en la relación que no se haya resuelto en el momento de la muerte.

El quinto componente se conoce como aceptación: 'Bueno, su sufrimiento ha terminado, ella/él está en un lugar mejor ahora', pero desafortunadamente no se pasa 1-2-3-4-5 y se está libre en casa; los estudios clásicos y la experiencia han demostrado que pasamos por ello aleatoriamente - 1, 5, 2, 4, 3, 1, 5, 2, 3, 4, 2, 4, 2, etc., etc. - durante un par de meses; y todavía puede ocurrir más tarde que eso, en las vacaciones, los aniversarios (como el de la propia muerte), los cumpleaños, los momentos familiares - o en la siguiente muerte, o cuando un himno del funeral se toca en un servicio diferente mucho más tarde.

Es posible estancarse en un componente, sobre todo si hubo una relación difícil o complicada por una necesidad de sanación profunda. En ese caso, busque ayuda.

Date cuenta también de que el dolor viene con la muerte de un ser querido, es decir, que fuiste amado y que te amaron a cambio. No nos entristecemos con un vistazo a los obituarios, a no ser que aparezca alguien a quien conocíamos cuya muerte acabamos de conocer. No conocimos, no fuimos amados y no tuvimos amor personal por ellos.

Por tanto, el duelo es un privilegio reservado a los que han sido amados. No te lo quitaría si pudiera. Es curativo pasar por él, y peligroso tratar de evitarlo, digamos, con alcohol o tranquilizantes; porque lo que no quieres afrontar, ya lo está haciendo contigo. Presta atención a tus sueños durante el próximo mes, ya que es muy posible que tengas un sueño que involucre a la persona amada, reconciliando algún asunto entre los dos.

Reverendo John W. Price, B.A., M.Div., Director espiritual

Sacerdote asistente, Iglesia Episcopal Palmer Memorial
Más lecturas:
Elisabeth Kubler-Ross, M.D., “Sobre la muerte y el morir”
Linn, Matthew and Dennis, S.J., “Curar las heridas de la vida, curar la mayor herida”, Paulist Press.