ECM de Sherry G
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Descripción de la experiencia:

La calle Rugie era como cualquier otra calle en San José, California, excepto que era la calle que mi padre y yo usábamos para correr. Tampoco estaba lejos del Instituto de Enseñanza Secundaria Media de Piedmont. Y aunque tuviera muchos sueños como todos los niños los tienen, mi verdadero sueño era ser una atleta de nivel mundial. Una gimnasta, una estrella de la pista y hasta una culturista, no parecía importar por aquel entonces, lo que sí sabía era que quería competir físicamente. Mi padre también lo sabía, por eso corríamos arriba y abajo por la calle Rugie, él me retaba, desarrollándome físicamente, apoyando mi verdadero sueño de la única manera que él sabía. Me apoyó en todo lo que hice. Incluso en los recitales de discursos, él escribía la mayoría de mis discursos y me entrenaba mientras los recitaba, otra de mis metas juveniles. De modo que, a los doce años, mis habilidades para el discurso estaban siendo desarrolladas junto con mi entrenamiento atlético.

Cuando su madre murió ese año, perdí su apoyo. Le perdí a él. No sé por qué. Tal vez fuera por el modo en que ella sufrió el cáncer pulmonar. Tal vez porque su muerte hizo que él reflexionara sobre su propia vida. Yo también la amaba. Era mi amiga y mi abuela. Mirar hacia atrás nunca es gratificante y no cambia nada las cosas. Nuestra vida familiar se fue a pique y en unos meses mis padres se divorciaron. Perdí a mi abuela y a mi padre en el mismo año. Nunca más volví a correr arriba y abajo por la calle Rugie.

Mis sueños y esperanzas parecieron desaparecer. La pérdida de mi abuela y el divorcio de mi padre crearon un vacío y una enfermedad dentro de mí que no sería capaz de corregir en muchos años siguientes. Pensé que todo esto tuvo algo que ver conmigo. Por lo que para tratar con mi dolor, con mi soledad y con mi auto desaprobación encontré mi salida en el alimento. Exteriormente seguía luchando con el mismo viejo sentimiento de deseo de aceptación, amor, para conseguir mis sueños y metas, gustar y que se pensase en mí como atlética, hermosa y popular como las otras chicas, el camino hacia la perfección. Interiormente me desgarraba a mí misma llamándome gorda y fea. Empecé a ganar peso rápidamente con los años utilizando la comida para compensar el dolor y la pena que sentía por dentro.

A los 15 años encontré una respuesta a cómo alcanzar algo del aspecto externo que andaba buscando. Encontré una amiga en el trabajo a la que le gustaba tanto la comida como a mí. Dijo que comiésemos tanto como quisiéramos y que después lo vomitásemos. Así comenzaron mis años de bulimia. Durante estos años libré una batalla que no pensé fuera posible vencer. Soñaba ser como cualquier otra y deseaba con todo mi corazón que fuera posible comer todo lo que quisiera, como muchas de las chicas que conocía. Parecía que si eras guapa y delgada podías tener a todos los chicos guapos y encontrar la felicidad total.

Cuando tuve 18 años, encontré al que iba a ser mi marido, bien parecido, ávido atleta y culturista, con quien pasé los siguientes diez años de mi vida tratando de alcanzar el nivel de perfección y aceptación que él creía que yo debía poseer. Pero en realidad él no estaba interesado en dirigirme y mostrarme el camino correcto para alcanzar esas metas. Su respuesta era que yo ya debería haberlas alcanzado. A los 21 años mi marido fue destinado a permanecer en Alemania en una gira militar. Fue aquí cuando comenzó mi búsqueda de un estatus; un día se me acercó el entrenador del equipo militar de halterofilia y me preguntó si nunca había considerado un entrenamiento de levantamiento de pesas. Le contesté que por supuesto, que lo había querido con todo mi corazón, pero que mi marido esperaba que aprendiera sola. Los siguientes dos años los invertí en el equipo de halterofilia del ejército y en tener un bebé.

Tras tener a mi niño, mis hábitos alimentarios no cambiaron y me encontré librando constantemente la batalla de la confusión entre lo que veía por fuera y lo que sentía por dentro. No ayudó a ello el ultimátum que me dio entonces mi marido (o corregía mi obesidad en tres meses o me abandonaría). Luché contra esto muchos años hasta que me encontré embarazada de mi segundo hijo y pasando por un divorcio. Mientras estaba embarazada de mi hijo, decidí que iba a alcanzar mi sueño. No comprendí que el primer paso que tenía que dar era preguntarme a mí misma por quién hacía eso (¿por mí misma o por la sociedad?). Me rodeé pues de personas que creía capaces de ayudarme a alcanzar ese estatus. Deseaba tanto que me amaran y que me viesen guapa que estaba dispuesta a hacer lo que fuese para llegar a ese nivel de perfección. El problema era que yo no me cuestionaba mis valores, de tal manera que si alguien me decía: “¡salta!” yo respondía: “¿hasta qué altura?”. Buscaba respuestas en lo que todos los otros consideraban como real.

Me dijeron que sólo las drogas y los esteroides podían conducirme a ese nivel; creí en lo que me dijeron. Nunca antes había probado las drogas y los esteroides; acepté lo que me sugirieron. No me percataba de que no sabían más que yo. Era una cuestión de ego. Por lo que me hinché y aumenté de tamaño; todo lo que quería era estar guapa y delgada y entonces ser querida. No parecía que pudiese alcanzar ese nivel de perfección.

Me propusieron entonces una droga con la que sería fácil no comer si así lo quería. Desde entonces incorporé la “metanfetamina” a mi vida y avancé en mi búsqueda de la perfección dejando de comer del todo. Iba a alcanzar el estado de buena forma física. Este período de mi vida me hizo comprender cómo las personas se perciben las unas a las otras según lo que ven con sus ojos. ¡Estaba enganchada! Mi percepción y la realidad de la vida estaban distorsionadas porque yo vivía según la visión del mundo en vez de la mía. Estaba tan obsesionada por la delgadez que dejé de comer del todo. Este juego empezó a volverse cada vez más difícil de mantener. Todo lo que yo podía ver en el espejo era la grasa cuando en realidad todo lo que el mundo veía era que yo desaparecía. Nunca estaba lo suficientemente delgada.

Me acuerdo de una vez en que mi madre, que no me había visto desde hacía tres meses, ¡empezó a llorar amargamente!

Me dijo: “¡Sherry Marie, te has vuelto un esqueleto! ¿Qué te estás haciendo? ¿Qué te pasa?” Me enfadé mucho y le dije que no sabía lo que decía.

Fue en aquella época cuando decidí mudarme a Las Vegas (Nevada). Estaba segura de que allí me descubrirían y me haría famosa. Hasta entonces, había tenido ocasión de hacer competición y de ser fotografiada por revistas, pero cada vez que alcanzaba mi objetivo, volvía a perderlo igual de rápido. Me sentía vacía. Mi pasión por la vida empezaba a disolverse en una oscuridad de la que parecía que no podía escaparme. Me puse muy enferma; mi tolerancia por circunstancias cotidianas insignificantes se volvió cada vez más difícil de sobrellevar. Mis hijos no comprendían por lo que estaba pasando y que cada vez que me miraba en el espejo veía la imagen de una mujer gorda. Había traspasado el límite vital y empezaba a pedir la muerte a gritos. “¿Qué pasa? ¿Qué es este mundo? ¿Por qué estamos aquí? ¿Existe la felicidad? ¡Odio la vida! ¡Las personas están ahí para destruirse las unas a las otras!” Éste era el diálogo que me rondaba la cabeza.

Experiencias y acontecimientos empezaron a producirse, y todo lo que hoy puedo hacer es compartirlos con ustedes. Estos acontecimientos y experiencias eran muy reales y me abrieron a la razón de nuestra presencia aquí. Ya mencioné que yo no quería vivir más. Ya no podía soportar estar en presencia de otra persona. Ni siquiera podía aguantar el sonido de la voz de mi propia hija. Por aquel tiempo raramente dejaba la casa, y ventanas y cortinas permanecían cerradas.

Luego llegó el momento de dejar la casa pues tenía absoluta necesidad de hacerlo. Los niños tenían necesidad de alimento, entre otras cosas. Empecé a vivir experiencias que me permito contar aquí. Poco importaba dónde me encontrase, en la tienda de comestibles, en la gasolinera o en el gimnasio, siempre había alguien que venía a decirme que Dios le había pedido que me hablase. Esto ocurría tan a menudo que pensé que iba a enloquecer. Le suplicaba a Dios aún más frecuentemente que me matase.

Poco tiempo después, empecé a recibir la visita de espíritus. ¡Cómo describir aquello de otra manera que contando la verdad! Uno de mis mejores amigos había muerto de una sobredosis el año anterior. Scott se hallaba muy próximo a mis niños y a mí, pero empezó a escapar del dolor del mundo a través de las drogas. El espíritu de Scout me exhortaba para que no me ocurriese lo mismo que a él. Hablaba de mi belleza interior y de amor hacia el mundo. Me dijo que yo tenía mucho que compartir con el mundo.

Poco después, otro espíritu me visitó para compartir la misma sabiduría. Yo estaba aquí por un motivo. ¡No podía rendirme! Este espíritu había sido en otro tiempo una poderosa figura en el mundo físico, pero también ella había sido vencida por su propia autodestrucción. Ese espíritu era el de Marilyn Monroe. Aquí puede que os preguntéis: “¿Cómo puede ser esto posible?” Os digo que es verdad. No puedo compartir con vosotros más que la realidad de mi experiencia y sus efectos sobre mí. La influencia espiritual de Marilyn era tan intensa que me visitaba a todas horas del día durante las semanas que precedieron mi ECM. Poco importaba dónde me encontrase, ella me hablaba por la televisión, en la cocina, en la escalera, en mi habitación. Encendía la televisión y estaban echando un documental sobre su vida.

Lo que ella compartía conmigo era su sabiduría de la vida. Me decía que mi vida se parecía mucho a la suya. Me dijo que también ella había buscado el amor y la aceptación a los ojos del mundo. También había experimentado la oscuridad rodeándose de poderosos personajes de Las Vegas y de otros sitios del mundo; la oscuridad del mundo de la fama que la belleza podía procurar a través de hombres muy poderosos. Lo que ella empezó a compartir conmigo las siguientes dos semanas era su sabiduría de la vida. Me dijo que el amor era el único camino viable. Me aconsejó que me agarrase siempre al amor, que nunca me olvidase del amor, siendo como era el único camino para la supervivencia de la humanidad. Me dijo que no dejara que me pasase lo que le pasó a ella. Dijo que yo todavía tenía una oportunidad. Me dijo que Joe Dimaggio había sido el amor de su vida durante el tiempo de su experiencia humana. Una vez más, volvió a compartir su amor conmigo.

Estoy segura de que habrá mucho que decir con respecto a lo que acabo de compartir con ustedes. Puedo deciros esto; en aquel momento pensaba que me estaba volviendo loca. Los acontecimientos que siguen se produjeron dos semanas antes de mi ECM, y para mí es lo que hay de más querido en mi corazón hasta el día de hoy. Puede que haya algo que no comprendáis, pero está bien. Sé que es una parte de mí. Era el domingo de la “Super Bowl” de 1997. Había pasado la mayor parte de mi tiempo en Las Vegas invitando a gente poderosa e influyente de Nueva York. Ellos viajaban a Las Vegas y yo salía con ellos para cenar y hacerles compañía.

Uno de los hombres del grupo, de paso aquel fin de semana, me invitó a visitar su ático; quería hablarme. Al llegar a su casa me abrió la puerta y me pidió que me sentara. Me miró directamente a los ojos durante algunos minutos y aquello me incomodó. Luego dijo: “Sherry, se te ve en los ojos lo mucho que amas y te preocupas por los demás, pero eres una pequeña niña asustada. Ni siquiera sabes quién eres. ¿No es cierto? ¡Eres una brillante estrella! Buscas la fama y la fortuna en el mundo, pero si no puedes mantener alta la cabeza y decir: “¡Qué me importa lo que piense el mundo!” jamás serás una estrella, jamás serás nada si siempre estás preocupada por lo que piensan los demás. ¡Sé tú misma!”. Miré a aquel hombre a los ojos y habría podido jurar que eran los ojos de Dios. Dos semanas más tarde, la única salida que encontré fue la autodestrucción.

EXPERIENCIA CERCANA A LA MUERTE

El 13 de febrero de 1997, me despertaban del sueño, me daban una segunda oportunidad. Estuve a punto de perder la vida debido a la bulimia, la anorexia y las drogas, a través de las que experimenté lo que ustedes llamarían una experiencia cercana a la muerte. Como mucha otra gente que cuenta historias parecidas, se me mostró y se me dijo que se me daba una segunda oportunidad para terminar mi tarea. Recibí un regalo. No hay palabras capaces de expresar lo agradecida que estoy por la oportunidad de compartir mi historia con vosotros. Espero que mi mensaje alcance a las personas que más necesidad tengan de oírlo.

¡Había encontrado el AMOR! Vi mi espíritu dejar mi cuerpo y liberarse de este mundo de carne. Me pude ver a mí misma viajando a través de un túnel de luz que era una libertad difícil de describir en términos físicos. Todo era simultáneo, el amor, la libertad, la liberación y la unidad de todo lo que somos. De repente estaba en presencia de poderosos espíritus y de mucho amor. Dichos espíritus me consolaban y me preparaban para lo que debía venir. Su amor era de una total serenidad.

Fue precisamente allí que la fuente de Dios se comunicó conmigo. La comunicación era parecida a la que podríamos sostener usted y yo aquí en este planeta, pero más potente. Era un saber adquirido por telepatía. Podía oírlo todo a través de mis sentidos. Eran espíritus que habían estado presentes físicamente en mi vida y que, habiendo muerto antes que yo, me ofrecían su consuelo y su amor. También había un grupo de instructores y de guías que me habían ayudado a completar mi viaje y mi tarea en este planeta.

De repente, la más impresionante fuente de energía y amor me dijo que aún tenía mucho que hacer en la tierra, que aún no había terminado mi tarea y que me daban a elegir entre la destrucción o la misión. Seguidamente, se me mostró lo que yo llamo hoy la revisión de mi vida: todo lo que había experimentado en mi vida humana hasta aquel momento. Ahora interpreto aquello como “el día del juicio” del que habla la Biblia, pero sin ese sufrimiento y ese fuego tan terribles de la Biblia, se trata más bien de un auto-juicio. Es revivir todas tus elecciones, el amor, el odio, la cólera y la aflicción proyectadas sobre los demás. Con la diferencia de que esos momentos en los que has hecho sufrir a los demás los revives como si estuvieses en su piel. Sientes lo que sería como sentir el dolor a través de sus ojos.

Entonces me dijeron que podía elegir entre quedarme o volver a acabar mi tarea. Esta tarea comportaba una gran misión. Me dijeron que era una bendición el que se me mostrase lo que aún no había acabado. Entonces vi ese futuro desfilar ante mis ojos como una película o como un cuento de hadas en el que a la princesa se le conceden todos sus deseos. Se me dijo que iba a ser una líder, una sanadora, enviada a la tierra para ayudar a los otros a vivir. Se me mostró la película de una mujer venida a la tierra para ayudar a la gente a encontrar su grandeza individual. Se haría muy conocida gracias al cine, la televisión, las publicaciones, la moda, cambiando la visión que el mundo tiene de las mujeres, la industria del mantenimiento físico y la moda.

Viajaría por diferentes países para concienciar a las mujeres y ayudarlas a descubrir su propia divinidad. Mi mayor realización consistiría en la inauguración de centros de curación para mujeres y niños y fundaciones humanitarias para los sin techo y las personas víctimas de la tragedia y la necesidad. Hablaría por todo el mundo a grandes grupos de personas sobre tópicos como la anorexia, la bulimia, el abuso de drogas, la sobriedad y sobre cómo descubrir ese poder único que yace en su interior.

El siguiente episodio que me mostraron era el de un hombre que había formado parte de mi período oscuro. Su nombre era Phil. Me dijeron que compartiría con Phil tareas que se presentarían en su propia vida. Me daban a elegir entre la destrucción y la luz. Se le dio a Phil la misma elección aquí en el plano físico. Cuando le hablé a Phil de su futuro, no lo cogió.

Me mostraron la razón de nuestra presencia aquí. Estamos aquí para vivir la experiencia humana. También me dijeron que, en cuestión de religión, todos esperamos que la religión que hemos elegido sea la mejor. No estamos aquí para matarnos los unos a los otros. Estamos aquí para ayudarnos mutuamente a subir a un nivel de amor superior. Me dijeron que dejaría una huella tan profunda que el mundo jamás la olvidaría. Toda mi vida me enseñaron que el pecado y Satanás me atraparían si hacía algo mal. Cuando, en realidad, el pecado y Satanás son nuestra propia creación. Somos la esencia de Dios. Somos Dios creando a Dios. “Sois Dioses”. Dios vive dentro de ustedes y a través de ustedes. Dios experimenta todo esto directamente junto con nosotros. Es lo que se llama el libre albedrío. El mayor regalo que se nos ha dado jamás es el de crear nuestra propia realidad. Experimentar la mayor, la más extraordinaria versión de nosotros mismos.

Enseña al mundo a jugar, enséñales a redescubrir al niño que hay en sí mismos, enseña a los niños a amarse el uno al otro y a encontrar el poder de usar juntos su grandeza única. Obviamente, elegí intentarlo de nuevo. Lo último que ocurrió fue cuando vi mi espíritu volver a mi cuerpo. Me dijeron: “Debes ayudar al mundo a entender que deben darse sin esperar nada a cambio y que el amor es todo lo que hay”.

Cuando volví, mi entorno no me comprendía, y no querían asir la conexión que tenemos los unos con los otros. Phil me trataba de loca y me llamaba “Horripilante Sherry” (N.T.:“Scary Sherry” en el original). Me habían dicho que me dejaría pero que volvería a mí un día. Un mes antes de un caso de tribunales de Phil le describí lo que pasaría. ¿Adivináis qué? Pasó lo que predije. Esto lo único que consiguió fue que Phil me tuviera más miedo.

Aunque penoso, me hice responsable de mis actos y de mí misma. Perdí el pelo; pasé de pesar 45 kilos a pesar 85. No me daba cuenta de que las predicciones no iban a realizarse en un solo día. Yo creía sinceramente que si volvía, la promesa que Dios me había hecho iba a cumplirse ese mismo día. La gente me abandonaba, se reían de mí y decían que estaba loca. Sentía pena pero había recibido una bendición que nadie ni nada podían quitarme. Por lo que decidí dejarlo correr. ¿Pero cómo podía hacerlo cuando estaba viviendo lo contrario de lo que me habían prometido durante mi experiencia? Me había recuperado repentinamente, había perdido todas mis posesiones, mis cabellos se caían a causa de la malnutrición, había ganado cerca de 40 kilos en dos meses y estaba en la calle porque mi familia y mis amigos habían decretado: “¿Te has hecho la cama? Pues ahora acuéstate en ella”. Nada de lo que veía o sentía era de mi agrado.

El estado de absoluta felicidad que experimenté con posterioridad provenía de un sentimiento de unidad con todas las cosas. ¿Veis? La energía negativa de la experiencia de este mundo se eliminó en la luz. Yo estaba llena de amor. ¿Cómo describir ese sentimiento? Aquello se parecía un poco a la película “El Inmortal” (N.T.:“The Highlander” en el original). “Yo lo era todo, lo sabía todo, era una con todo. Con mi regreso llegó la experiencia del misticismo. La gracia de estar fundida con el ser supremo. ¿Qué es el misticismo? Son los acontecimientos que se producen en nuestra vida y que no podemos explicar fácilmente. Podría ser algo tan simple como encontrarnos con alguien y oírle decirte cosas como si Dios te estuviera directamente hablando a través de ese individuo.

Voy a hablar de un suceso que ocurrió seis semanas tras mi regreso. Tenía un evento atlético que atender en Palm Springs. Apenas me quedaba dinero pero quería participar de todos modos. El promotor me dio 20 dólares para gasolina a fin de que volviera a Las Vegas. Paré para echar gasolina y me di cuenta de que no sabía con seguridad cómo conducir de regreso a Las Vegas. Le pregunté a un hombre que vi de pie al borde de la carretera si sabía qué camino tomar para ir a Las Vegas. Me dijo que tomara la autopista 10 en dirección a Las Vegas.

En aquel momento todo aquello era aún nuevo para mí; en cierto sentido yo era como una recién nacida. Conduje durante un buen rato perdida en mis pensamientos cuando vi un panel de señalización indicando Arizona. Pensé: “¡Arizona!” Comprobé el nivel de gasolina: el depósito estaba casi vacío. Sabía que no tenía nada de dinero en mi cuenta bancaria y me pregunté qué iba a hacer. Me paré en una gasolinera sólo para probar mi tarjeta de crédito de todos modos. Se leía: fondos insuficientes. ¿Qué hacer? Empecé a contarle mi historia a la gente. ¡Muchos pensaban que estaba loca! Yo aún estaba delgada por aquel entonces. La gente me tiraba 67centavos o 2 dólares que yo ponía en el tanque de gasolina, por supuesto. Seguía pareciendo imposible obtener reseñas correctas de alguien para volver a Las Vegas.

Durante esta experiencia podía oír al espíritu hablarme y compartir conmigo grandes cosas que llevaría a cabo en el futuro: ayudaría a mucha gente a descubrir su verdadero ser. Llevaba ya mis buenas diez horas perdida en el desierto y parecía que cada vez estaba más perdida. Al llegar a una gasolinera, oí una voz que me decía: “prueba tu tarjeta de crédito”. Un hombre me tiró 4 dólares en monedas de a cuarto y me dijo que ¡estaba colocada de anfetaminas! Le dije que fui de anfetamina un tiempo pero que ahora iba alta por la vida. Entré a la estación de servicio al menos para probar mi tarjeta otra vez. Se la di al dependiente para descubrir que aún tenía 13 dólares para gasolina.

Subí de nuevo al coche y viajé a cierta distancia hasta que me encontré con otra gasolinera en medio de la nada. Había dos ancianos sentados fuera en sillas de salón frente a la gasolinera. Salí y me puse a llorar. Le dije a uno de los hombres que estaba perdida, hambrienta, cansada y que no atinaba a encontrar el camino de vuelta a casa. Me miró un momento a los ojos diciendo que le habían enviado para que me diera el siguiente mensaje: “Cuenta tu historia, cuéntala con desapego, sin insistir, pero deja un ejemplo eterno y el mundo nunca te olvidará”. Empecé a llorar de nuevo y dije que no sabía qué pensar de todo aquello. Podría contarles muchas historias de acontecimientos de este tipo en mi vida. Cuento esto para dar un pequeño ejemplo de lo que dejamos pasar por no creer que sea real.

Me di cuenta de que la negación, la culpa y la dilación tienen que terminar. Tenía que recuperar el control de mi vida. Me habían dado un regalo, una segunda oportunidad. Se trata de realizar un compromiso personal consigo misma.

Hay dos factores que nos motivan: la búsqueda del placer y la evitación del dolor. Éste es el patrón subyacente que guía nuestras actitudes y comportamientos. Un nuevo plan de vida está en marcha. Tu percepción es el agente que favorece o dificulta tu crecimiento. Tenía que despertar y mirarme bien a la cara. Todo un mundo por disfrutar me estaba esperando. Para mí éste era el tiempo de empezar a vivir realmente y a disfrutar de la vida. Empecé a mirar mi situación como un desafío. Muchas personas piensan en el cambio como demasiado molesto. Ellos creen que esto es un aspecto negativo de la vida. Motivación significa movimiento. ¡Motivación significa ir hacia delante, no quedarse en el sitio!

Mi verdadero desafío era atenerme a mi objetivo. Cuando usted percibe la vida y sus numerosos desafíos como una prueba usted empezará a ver esos desafíos como una oportunidad para crecer. Comencé a tomar decisiones basadas en el crecimiento personal más que en respuesta al miedo o a la necesidad. Me di cuenta de que los milagros como los que yo había experimentado no eran necesarios para emprender cambios. Se debe tener una dosis de fe, la voluntad de confiar en sí mismo y el compromiso de intentar algo nuevo. Estamos destinados a crecer mental, física, emocional y espiritualmente. Si usted se convence de que el cambio es malo, usted envenena su futuro. Tenga esto presente: "Si usted sigue haciendo lo que siempre ha estado haciendo, usted seguirá consiguiendo lo que siempre ha estado consiguiendo”. Por lo que perseveré.

He trabajado duro para aprender a amarme y a aceptar lo que soy por dentro. No ha sido fácil; ¡exige trabajo! Exige permitirse a sí mismo ser humano. Exige saber que eres capaz, que es posible y que tú lo quieres. Me decía a mí misma que yo podía vencer al peso corporal o a cualquier otra cosa en la vida. Esto se hace paso a paso. Mi sueño es volverme una modelo para las mujeres y los niños y ayudar a la gente a darse cuenta de que todo se puede hacer a no importa qué edad si se hace con el corazón y la confianza en sí mismo. Cuando usted esté preparado, el maestro se presentará. Los instructores han venido uno a uno.

Me gustaría dar las gracias por ese momento en que mi querido amigo George Snyder, fundador del “Women’s Galaxy Competition” entró en mi vida y se ocupó de educar a las mujeres a entrenarse como mujeres, de modo que pudiera yo transmitirles el conocimiento a otras mujeres y ayudarles así a cumplir sus propios sueños y metas.

Por lo que les pido que se tomen un momento para examinar sus corazones y entender que todos estamos a diferentes niveles de crecimiento. ¿Qué ejemplo desea usted representar en la sociedad? Si usted tuviera que dejarnos hoy ¿habría llevado a cabo lo que intentaba hacer? Por lo que heme aquí otra vez, Sherry G., por fin, 5 años y medio más tarde. He perdido 32 kilos hace dos años y he participado en mi primera competición en culturismo ganando el título de “Ms. Fitness”. También he obtenido el título “pro” en el concurso “World Natural Ms Figure 2000” y, paralelamente, he cumplido varios sueños y objetivos.

Finalmente, he aprendido a ser yo misma a toda costa, a confiar en la guía de mi poder superior en todas las circunstancias y a creer en su presencia luminosa, como gente que saliese para asumir la importante misión de servir de modelo en el próximo milenio para ayudar así a crear un mundo de ilimitado potencial y lleno de amor. Recientemente he decidido comenzar mi proyecto de abrir centros de rejuvenecimiento y curación femeninos adaptados a todos los niveles de forma física y con variados entretenimientos y desafíos espirituales.

Son definitivamente cinco años y medio más tarde y estoy siguiendo a mi corazón. Ahora sé que todo esto ha sido por una razón. ¿Cómo podría haber seguido siendo esa hermosa mujer del día de la recuperación? Ella tuvo que experimentar, curarse y crecer para compartir el mensaje. Ahora me doy cuenta de que no debo convencer a nadie aquí de mi realidad o de lo que me pasó. Estoy aquí para ofrecer esperanza, expandir el mensaje y enseñar a otros que dentro de ellos viven oportunidades ilimitadas.

¿Alguna medicación asociada o sustancias que puedan haber afectado a la experiencia? Sí.

Explicación: drogas, anorexia, bulimia.

¿La experiencia fue difícil de expresar con palabras? No.

¿En el momento de la experiencia, existía una situación amenazante para su vida? Sí.

Describa: había privado a mi cuerpo de alimento durante mucho tiempo. Había empezado a sufrir palpitaciones y mini ataques cardíacos.

¿Cuál era su nivel de consciencia y de vigilancia durante la experiencia? consciencia y conocimiento plenos. Muy alerta.

¿Fue la experiencia de algún modo parecida a un sueño? En realidad no. Era tan vívido como dije antes.

¿Experimentó una separación entre su consciencia y su cuerpo? Sí.

Describa su aspecto o forma cuando estuvo fuera de su cuerpo: me vi a mí misma dejar el cuerpo y volver a él.

¿Qué emociones sintió usted durante la experiencia? Amor más allá de toda descripción.

¿Oyó usted algún sonido o ruido extraños? Sí, voces consoladoras.

¿Pasó usted por, o en, un túnel o recinto? Sí.

Describa: movimiento a través de un túnel de amor y pura perfección. Era la libertad, la liberación y todo lo que usted pueda alguna vez haber deseado aquí en la experiencia humana.

¿Vio usted una luz?

Describa: la luz es una fuerza de energía que te llena con poder, amor y el conocimiento de todas las cosas.

¿Encontró usted, o vio, a otros seres? Sí.

Describa: sí, muchos espíritus, mi abuela y la energía más potente de todo lo que es Dios. Era un grupo de espíritus que había viajado y me había acompañado durante mi experiencia humana. Compartían conmigo su amor y consuelo. Compartían conmigo la revisión de mi destrucción. Mi abuela me dijo que ella había estado conmigo durante mi infancia para protegerme y vigilarme.

¿Experimentó usted una revisión de acontecimientos pasados de su vida? Sí.

Describa: se me mostró la revisión de mi vida. Las suma de mi experiencia vital. Mi propia destrucción de mi creación. La alegría y el dolor que les creé a los demás. Salvo que lo reviví como si lo viviera a través de sus ojos.

¿Observó usted u oyó, durante su experiencia, algo relacionado con personas o acontecimientos que pudiera ser verificado más tarde? Sin respuesta.

Describa: vi mi futuro. En lo que me he convertido ahora. Y los acontecimientos que se han producido, tal como fueron predichos, han confirmado esas revelaciones.

¿Vio usted o visitó dimensiones, niveles o lugares hermosos o de alguna otra manera peculiares? Sí.

Describa: sólo se me mostró la sexta dimensión. Es un sitio de curación.

¿Tuvo usted alguna sensación de alteración del tiempo o el espacio? No lo sé con certeza.

Describa: sólo que la realidad de aquello es algo que no se puede olvidar. Algo que nadie te puede quitar, sin importar lo loco que crean que estés. Tú sabes lo que sabes y has oído lo que has oído.

¿Tuvo usted la sensación de tener acceso a una sabiduría especial, a un orden y / o propósito universal? Sí.

Describa: se me mostró por qué estamos aquí todos. Se me mostró o se me comunicó por qué hay que conducir a la tierra hacia la unidad y el reparto. Que éste es un tiempo para nosotros de gran necesidad de ir juntos como uno solo y de ayudarnos el uno al otro. ¡Se me mostró que SOMOS DIOS EXPERIMENTANDO A DIOS!

¿Alcanzó usted un límite o una estructura física de delimitación? No estoy segura.

Describa: sólo que se me dio la opción de cruzar el límite, o de dárseme una segunda oportunidad de volver y acabar mi tarea.

¿Se dio usted cuenta de futuros acontecimientos? Sí.

Describa: me mostraron cuál es mi objetivo. Cuál es mi misión para estar aquí.

¿Se implicó usted en, o fue consciente de, una decisión de vuelta al cuerpo? Sí.

Describa: me dieron la opción.

¿Como resultado de su experiencia, ha recibido usted dones psíquicos, paranormales u otros dones especiales que no tuviera antes de la misma? Sí.

Describa: la cotidiana experiencia de lo Místico. Hasta hoy en día.

¿Tuvo usted tras su experiencia algún cambio de actitudes o de creencias? Sí.

Describa: amor por todos.

¿Ha afectado la experiencia a sus relaciones? ¿Vida diaria? ¿Prácticas religiosas etc.? ¿Opciones de carrera? Ha sido una experiencia de crecimiento. Me dio el valor para afrontar lo opuesto a lo que yo llegaría a ser un día. Y me ha enseñado a aceptar el mundo con sus niveles de amor y crecimiento.

¿Ha compartido usted esta experiencia con otros? Sí.

Describa: al principio perdí a casi todo el mundo. Por aquel entonces, la gente de mi entorno me trataba de loca, se reían de mí, me escupían, me vilipendiaban y me abandonaron. Mi familia decía: “Tú te has hecho tu cama, tú vas a dormir en ella”. Mi madre estaba aterrorizada a causa de su sistema de creencia, a saber, que había que invitar a Jesús al corazón de una para ser perdonada e ir al cielo. Y hete aquí que yo le decía que somos “Dios experimentando a Dios”. Que Dios lo era todo y que estaba en todo. Algunas personas fueron influidas y otras me consideraban una” Looney Tunes(N.T.:una payasa loca).

Creo que he experimentado tan intensamente el Misticismo porque, primero, estaba consciente y, luego, porque mi tarea requería mucho coraje.

¿Qué emociones experimentó usted después de su experiencia? Soledad.

¿Cuál fue la mejor y la peor parte de su experiencia? La mejor fue tener una segunda oportunidad y conocer mi objetivo. La peor fue darme cuenta, tras mi regreso, de que no sabía cuándo me volvería esa mujer que amaría y ayudaría tan desinteresadamente a las personas. Pensaba que me iba a despertar y que todo se haría en un día. Es una de las razones por las que erré por las calles. Se me dijo que tendría todo lo necesario para ayudar al mundo a avanzar y que un día sería muy rica y sabría cómo utilizar el dinero para ayudar a las personas. La posterior experiencia me aturdió. Yo sabía con todo mi corazón que aquello iba a pasar, Sólo que no me dí cuenta de que no sabía cuándo.

Hoy, me he dado cuenta de que he experimentado lo opuesto a todo lo que me mostraron que sería. Ahora sé que no habría sabido compartir los ingredientes de mi receta con la gente si antes no hubiese andado en ese tipo de zapatos. He sido sin techo, drogodependiente, bulímica y anoréxica, excesivamente gruesa, he perdido todo mi pelo, he sido madre, esposa, hija, he tenido dinero y lo he perdido, y he vivido por todo el mundo. He estado casada con un alcohólico, he experimentado la violencia conyugal. Más o menos todo.

¿Ha cambiado su vida específicamente a consecuencia de su experiencia? Sí.

Describa: estoy llevando a cabo todo lo que me mostraron un día a la vez. Mis mayores manifestaciones llegan cuando vivo el momento y me olvido del miedo.

¿Tras la experiencia, ha habido otros elementos en su vida, medicamentos, o sustancias que hayan reproducido parte de la experiencia? Sin respuesta.

¿Las preguntas planteadas y la información que acaba usted de proporcionar describen exacta y exhaustivamente su experiencia? Sí.