ECM de Ron K
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Descripción de la experiencia:

PARTE 1

LA EXPERIENCIA DE LA MUERTE

UN BIEN MAYOR

Parte 1, Capítulo 1

LA MUERTE LLEGA FÁCILMENTE

A veces morir es difícil, pero la muerte viene fácilmente.

Mi amigo Ron y yo, hicimos dedo a un pequeño pueblo a unos 13 kilómetros de la ciudad donde vivíamos para poder hacernos pasar por adultos en un bar conocido por servir a menores. Yo tenía 15 años.

Como a las 1 AM organizamos la vuelta a casa con un adulto joven de nuestra ciudad llamado Richard. Recientemente Richard había alcanzado la edad legal para beber, y él estaba haciendo valer sus derechos lo más posible.

Me senté de copiloto. Ron estaba atrás con el amigo de Richard, cuyo nombre no recuerdo.

En vez de tomar la carretera, donde la policía podría notar el vaivén, Richard fue por caminos secundarios, a toda velocidad a través del asfalto liso. Los postes de las cercas se convertían en manchones a medida que alcanzábamos las 120 KM/h.

El auto de Richard era bastante rápido para finales de los 50’, pero estaba viejo y desvencijado, y a esa velocidad, el ruido del camino ahogó nuestra conversación y la radio casi por completo. Todos quedamos en silencio, y yo comencé a cabecear.

No estoy seguro de si Richard se quedó dormido también, pero no se dio cuenta de que el camino terminaba en T [nota del traductor: “T-road” referido a que el camino terminaba con otro camino perpendicular que lo cruzaba] y nunca tocó los frenos. Parpadeé y me di cuenta cómo chocábamos en una zanja. El traqueteo sacó una cerca de alambres de púas a medida que caíamos en el aire.

El impacto con la zanja me azotó la cabeza contra el parabrisas. El golpe me dejó atontado, pero no inconsciente. La cabeza me zumbaba a medida que el auto avanzaba y se sacudía a través de 50 metros de pasto. Parecía que todo estaba en cámara lenta. Probablemente cruzamos esa distancia en un par de segundos, pero parecían muchos. Miré a Richard, que estaba desplomado sobre el manubrio desde que nos estrellamos.

Probablemente el auto todavía iba a 75 o a 100 Km/h cuando nos estrellamos contra un viejo e inamovible manzano. En una aparente cámara lenta, todo mi cuerpo salió eyectado hacia adelante, ganando cada vez más impulso a medida que me acercaba al parabrisas. Recuerdo que mi cabeza se inclinó cuando mi cara se encontró y se golpeó contra el vidrio. No sentía dolor – sólo la presión. Entonces me desmayé.

Después del impacto, mi cabeza se deslizó por el parabrisas hasta detrás de la abrazadera metálica del espejo retrovisor. Posteriormente Ron me dijo que cuando él y Richard se acercaron, me vieron colgando ahí, empapado en sangre. Richard quería tirarme para sacarme, pero Ron lo detuvo porque tenía miedo de cercenarme la cabeza en el proceso. Me vieron y pensaron que yo ya estaba muerto.

Las heridas de ambos eran bastante serias, pero se marcharon a pie para buscar la granja más cercana, dejándome colgando en el frente y al amigo de Richard inconsciente en el asiento de atrás.

Cuando volvieron con ayuda, el amigo de Richard y yo ya no estábamos. En el intertanto, este joven, probablemente confundido y asustado salió y me arrastró desde el frente de las ruinas del auto.

No recuerdo que me hubieran sacado, pero recuerdo partes de nuestro recorrido. Como en un sueño difuso, escuchaba la bocina sonar continuamente a medida que nos alejábamos. Recuerdo tropezar por las líneas del ferrocarril queriendo acostarme y dormir, pero este hombre insistía en que tenía que seguir caminando. Creo que sí me acosté, o me desmayé y él debe haberme llevado.

Todavía como en un sueño difuso, lo siguiente que recuerdo fue estar tendido en el suelo. Había luces parpadeando y gente sobre mí, rodeándome en un círculo. Uno de ellos dijo: “Éste se ve muy mal. Mejor llevémoslo rápido al hospital”. Pensé que estaba lloviendo pero me dijeron que esa noche no llovió, así que debo haber estado totalmente empapado en sangre. Volví a hundirme en la inconsciencia.

Repentinamente, estaba totalmente alerta – más alerta de lo que nunca había estado en mi vida. Estaba absolutamente libre de preocupaciones y dudas y de cualquier molestia física y limitaciones. Estaba flotando cerca del techo de una habitación del Hospital de la Comunidad de Brisa. En ese momento parecía perfectamente normal y natural.

Existen aquellos que piensan en la muerte como en un largo sueño o descanso. Dormir sólo es necesario para vivir. Los muertos están tan energizados por una abrumadora, perpetua e ilimitada Fuerza que dormir nunca es necesario.

Reconocí al Dr. Ketter en la habitación. Él y dos enfermeras trabajaban fervientemente en alguien. Le estaban inyectando sangre y fluidos en uno de sus brazos, y otro recipiente de sangre se inyectaba en el otro. Una enfermera le hacía compresiones de pecho. La otra sujetaba firmemente su barbilla con una mano y con su otra mano apretaba contra un lado del cuello para detener el sangrado. El Dr. Ketter cosía las heridas con una destreza y velocidad que eran admirables.

Entonces me di cuenta de que estaban trabajando en mi cuerpo. Tuve que verlo más de cerca para estar seguro. Un cuerpo inerte sin alma tiene pocas características distintivas. De hecho, la mayoría de las distinciones que notamos en las caras y forma de cuerpo de nuestros compañeros son en gran parte exageraciones de nuestras mentes. Es el hábito del ego de aislarnos de nuestros compañeros y de juzgar a otros basado en las apariencias. Cuando morimos y nos damos cuenta de que hay una conexión universal de la humanidad con la misma fuerza de vida. Estas características distintivas se unen y funden en la forma y apariencia general de un ser humano.

Me di cuenta de que estaba muerto, y de hecho me agradó. También sabía y estaba agradecido que lo que el doctor y las enfermeras hacían no estaba funcionando. Lo último que quería hacer era regresar. El cuerpo recostado no significaba nada. Sólo era un bulto de carne. El cuerpo físico sólo es una herramienta, y yo podía descartarlo con la misma pasión con que descartaría un martillo roto.

“Deja que los muertos entierren a los muertos” había dicho Él. Y recuerdo que pensé en la gran cantidad de suelo de buena calidad y las toneladas de dinero gastadas en funerales. Es mejor donar tus órganos a los vivos o donar tu cuerpo completo a la ciencia.

A lo largo de mis 15 años, yo tenía una excelente condición física, pero nunca había sentido tal maravilla. No hay experiencia o estado inducido químicamente en la Tierra que pueda compararse. Lo mejor que podría describir es: El mejor día de tu vida es un dolor insoportable en comparación con el estado “fuera del cuerpo”.

Tenía un sentimiento de paz suprema y falta absoluta de miedo. Estaba disfrutando en un resplandor de completa y absoluta seguridad. La simplicidad y pureza me atravesaban por osmosis. Todo mal, miedo, o confusión se quedaron atrás en ese trozo de carne. Mi verdadera identidad estaba intacta, y me sentía maravillosamente humilde, puro y amoroso.

El estar muertos nos bendice con la ausencia de toda información sensorial. Se nos deja con nuestros verdaderos pensamientos y emociones – nuestra verdadera consciencia – sin la influencia avasalladora de los seductores instintos de sobrevivencia del ego. Por otro lado, todos los estímulos sensoriales humanos son un desorden confuso. Irónicamente, las cosas que hacen la vida real (nuestras percepciones sensoriales) son las mismas cosas que hacen de vivir un infierno. Buda tenía razón: la vida se trata de sufrir. Mientras estamos vivos somos cautivos, encadenados al dolor y placer de nuestras neuronas. A medida que perseguimos el placer sensorial, debemos soportar el dolor. Por otro lado, la paz espiritual es la felicidad suprema que flota en la ausencia de percepciones sensoriales, ignorando la confusión de “bueno” y “malo”.

La forma en que acabo de describirlo, puede sonar como la no-existencia para algunos, pero es la única existencia verdadera de una gran e indescriptible paz, seguridad y comprensión. La percepción del mundo del ego es una ilusión reforzada colectivamente. La existencia sin querer o desear no es la no-existencia. Es un estado en el cual todo lo que queremos y deseamos está cumplido.

Mientras flotaba, sentí una fuerza maravillosa que me atraía desde arriba. Me estaba yendo a casa. Todo lo que tenía que hacer era seguir la fuerza o, más bien, dejar que me arrastrara. Pensé en mis hermanos, mi hermana, mi madre y mi padre. Conocí su dolor, sus problemas, su confusión. Sabía la solución más simple para cada uno. Pero también supe que ellos tenían que encontrarla a su propia manera. La felicidad es vacía si alguien simplemente te la da o te guía hacia ella ciegamente.

Así que, volví mi atención y voluntad hacia la fuerza y comencé a subir. El techo se disolvió, y hubo un rápido sonido, como una gran liberación de vacío, e instantáneamente yo estaba en otra dimensión.

A pesar de que viajé hacia una luz brillante, no pasé a través de ningún túnel. El viaje fue como un parpadeo. No me encontré con nadie en el camino. Yo conocía bien el camino.

UN BIEN MAYOR

Parte 1, Capítulo 2

LAS LLANURAS CELESTIALES

Lo que llamo las “Llanuras celestiales” estaban llenas de amorosa paz. Una expansión infinita de gloriosa luz impregnaba y envolvía todo. La luz estaba uniformemente distribuida y parecía ondular suavemente con un campo de fuerza.

Justo frente a mí, pero ligeramente más abajo, había un grupo de espíritus: menos de 100, pero más de 50. Cada espíritu tenía una identidad de algún tipo, pero todos formaban parte de un único ser, una única consciencia, todos eran parte de una única fuerza. En el centro de la fila delantera había tres mujeres orientales. Me di cuenta de que todos los espíritus que conformaban la entidad eran mis vidas pasadas, y que las mujeres orientales eran mis vidas más recientes.

Sus rostros eran claramente humanos, pero desde sus hombros hacia abajo, se iban difuminando gradualmente. Sus brazos y piernas se disolvían cerca de los extremos. Flotaban al mismo nivel, en filas, parecía que estaban vagamente unidos en los hombros. Sus identidades eran de ambos sexos y de todas las nacionalidades. Ninguno era algún pariente fallecido, y no reconocí a ninguno de mi vida actual.

Cada uno de los espíritus había vivido una vez, pero la verdad, experiencia y sabiduría de cada vida estaba integrada en todo el grupo. Cuando cada alma regresaba, sus vidas eran absorbidas por todos, así que no había distinción entre los pensamientos y actitudes dentro del grupo. Cada uno de ellos compartía completamente cada experiencia y cada conocimiento de cada vida en una sola consciencia. Igual que al agregar condimentos e ingredientes a un estofado [Nota del traductor: en el original “Mulligan Stew”], cada uno se agrega a la mezcla, pero el sabor resultante era uno. Yo era ellos y ellos eran yo. Ellos eran todo mi pasado y ellos eran todo mi presente.

Ellos se comunicaron conmigo como uno solo, sin palabras, sino que con algún tipo de telepatía. Cada pensamiento, aunque fuera la emoción más simple o volúmenes de información, llegaban con una comprensión instantánea y completa. Ningún mensaje podía ser malinterpretado, tener problemas de sintaxis o de variaciones por nivel de inteligencia.

Las palabras son primitivas, no son de fiar, más usadas para engañar a otros y a nosotros mismos que para comunicar la verdad. El lenguaje puede ser evidencia de una inteligencia superior en la Tierra, pero en las llanuras son equivalentes a gruñidos y chillidos. Hemos creado palabras para etiquetar, distinguir y separar todo. Por eso es que pensamos en todo y todos como en separados. Las palabras forman los pensamientos y las comunicaciones del mundo, pero son totalmente inadecuadas para describir o explicar la comunicación emocional del mundo del espíritu.

En las llanuras sólo existe la verdad, pero no son expresadas tan como conceptossino que más como emociones. Incluso las verdades eternas no se conocen en un sentido literal – se experimentan en un sentido emocional. Esto, creo yo, es a lo que se refiere como “el indescriptible Tao” en los antiguos textos orientales.

En la Tierra, no sólo nos comunicamos en palabras – pensamos en palabras – y a pesar de que somos capaces de interpretar superficialmente los conceptos de “unidad”, “completitud”, y “la unidad de todo lo que es”, lo hacemos con palabras incompatibles diseñadas para el separatismo. Es como intentar ver el fondo de un lago a través de agua turbia. La realidad sólida de esos conceptos hipotéticos no puede ser completamente apreciada por una mente entrenada en palabras.

Los idiomas que hemos desarrollado para crear nuestra realidad separada y finita son la razón de nuestra soledad inherente, por lo que estamos emocional e intelectualmente separados de otra entidad espiritual y de la conexión universal al Amor Supremo. Este separatismo nos hace ser temerosos y prejuiciosos. Lo que aviva toda la cultura y moralidad del mundo. Dado que hemos depositado la fe máxima en nuestra realidad sensorial, en las capacidades de nuestra propia inteligencia, y en las ciencias que hemos creado con ellas, estamos condenados a vivir en la realidad de la vida que hemos creado aquí en la Tierra. Debido a que lo creemos tan fuertemente – esta es nuestra realidad. De hecho, hemos probado del proverbial Árbol del Conocimiento y hemos sido echados del Jardín del Edén emocional.

En las llanuras, todo es infinito. El conocimiento de esto y tu lugar en el momento eterno proporcionan una seguridad infalible. Es un lugar del ser infinito y de infinita dicha.

En la llanura en particular que yo visité, no había necesidad de descansar. Ni tampoco comida o agua ni nada sólido de la Tierra que pudiera necesitarse. Cualquier necesidad, querer o deseo era proveído por la fuerza todo poderosa del Amor. Este Amor era tan poderoso, tan extremadamente llenador – todo lo demás era inmaterial. Este poder del Amor que todo lo puede iba mucho más allá que nuestras egoístas interpretaciones de la emoción. Es la misma fuerza de la vida y de toda la creación. No es neutral, pero es igual con todos – lo bueno y lo malo – porque cualquiera que aún esté soportando la Tierra es una mezcla de lo bueno y lo malo. Sólo nosotros hacemos la distinción en grados. El espíritu supremo es una fuerza imparcial de Amor universal e incondicional – Un Bien Mayor.

Este Amor supremo fluía hacia mí desde la entidad como un todo, y yo sentía lo mismo por ellos. El dar y recibir este amor incondicional fue indescriptible. No hay nada en la Tierra que se le pueda comparar. Es verdad envuelta en total confianza.

No sólo sentí esta tremenda fuerza de amor desde mi entidad, sino que de todas las entidades a través de todas las llanuras. Hay muchas entidades y muchos niveles, pero todas están conectadas el mismo campo de fuerza del Amor Supremo – lo que también es la sustancia básica del Universo.

El desafío máximo de la ciencia no es asegurar la inmortalidad mediante el descubrimiento y dominio de las leyes básicas del universo natural – su destino es probar la existencia de Dios y asegurar el conocimiento de que la inmortalidad somos nosotros en otro plano de existencia.

En vez de restringir los misterios del amor a estudios psicológicos o filosóficos, la ciencia descubrirá algún día la fuerza todopoderosa del amor y la medirán como hoy miden la electricidad, gravedad y fuerzas geo-termales. Cuando la ciencia descubra la fuerza del amor y aprenda cómo liberarla de los barrotes del ego, tendrá la respuesta a cada pregunta y enfermedad que haya plagado a la humanidad.

El amor que sentimos en la Tierra es limitado. Lo profundizamos poco a poco hacia unos cuantos, con condiciones. Pero en las llanuras del Paraíso, el amor no tiene fronteras. Las identidades de hombre y mujer son iguales porque no existe el deseo sexual humano para complicar las emociones. En las llanuras amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, porque nuestro prójimo es nosotros mismos. Cada espíritu en todas partes, el Cielo y la Tierra, se merece igualmente nuestro amor.

Yo estaba hecho para entender todo esto en un instante de comunicación, en una emoción, de esta entidad, y me di cuenta de que mi madre, mi padre y mis hermanos no eran más importantes que el espíritu más distante de las llanuras, pero tampoco eran menos importantes. El amor universal verdadero no puede tener favoritos.

Permanecí afuera y ligeramente por encima de la entidad, intercambiando amor. Ellos me habían hecho entender que me estaban esperando, y que yo estaba regresando a enseñarles. Me hicieron señas para que me uniera a ellos y compartiera mis experiencias por el beneficio y avance de la entidad completa.

El único propósito de la vida es el crecimiento espiritual, y ese, en palabras simples, es el proceso de aprender la sabiduría y poder del amor universal e incondicional. Todos los dogmas de las variadas religiones sólo nos ponen en el camino de la separación a través de infundir una marca de prejuicio y egoísmo que satisface las disposiciones arcaicas y barbáricas del hombre. Al final, lo único que importa son las personas que ayudamos y las que herimos. Esta revelación no está completamente entendida hasta que regresemos a las llanuras y la examinemos bajo la luz de la verdad absoluta.

Mi entidad estrecharon sus manos hacia mí y yo fui hacia ellos, nuevamente flotando a través del espacio simplemente por desearlo. Hubiera ingresado a través de la mujer oriental pero, justo cuando comencé, sentí la fuerza de Dios atrayéndome.

La entidad lo sintió también, y bajaron los brazos. En vez de estar decepcionados, estaban extremadamente entusiasmados y felices de que yo fuera al Consejo.

Doblé a la derecha, lo deseé, y estuve ahí instantáneamente.

UN BIEN MAYOR

Parte 1, Capítulo 3

EL CONSEJO DEL AMOR

Es el centro de todo lo visto y lo no visto. Una radiante fuerza inimaginable como una luz brillante en todas direcciones desde una trinidad de espíritus. La luz es infinitamente más brillante que el Sol, aunque no hiere al mirarla. El color desafía una descripción específica, pero describirlo como una combinación de blanco y plateado está cerca.

Los tres espíritus eran como mi entidad: separados, pero conectados de alguna forma. Ellos eran uno y se comunicaban como uno. Tenían la misma forma general que mi entidad también, pero no tenían rasgos faciales distinguibles. El espíritu central flotaba ligeramente por encima de los demás cada lado.

Su primera comunicación telepática (me doy cuenta ahora) fue la más importante. Llegué a entender que esta trinidad no es Dios, exactamente. Son más como la Trinidad, Son la encarnación omnipresente de la Fuerza Imparcial. La fuerza que ellos dominaban no es una composición, sino que un todo autosuficiente. Es la “primera causa”. No conoce bien o mal. Es neutral. Aunque es tangible y omnipresente, la Fuerza Suprema no es un ser, sino que un principio. Este es el espíritu del principio al que los musulmanes sufi se refieren como “Más allá del más allá” o “Más allá de Alá”. Es amor perfecto – incondicional y universal. Describirlo es difícil, porque describirlo es darle estructura y nada estructurado puede ser ilimitado o infinito. Así que cada vez que tratamos de definir a Dios dentro de los parámetros de nuestras mentes estructuradas, usando palabras estructuradas y pensamientos estructurados para imaginar seres estructurados nos equivocamos. Sólo la Trinidad entiende completamente a la Fuerza. Nosotros sólo podemos sentirla.

La Trinidad llegó a entender los paradójicos poderes de la Fuerza y, por lo tanto, se convirtió en la manifestación intelectual de la Fuerza. Llamen a esta Trinidad como quieran, pero ningún nombre es apropiado, porque al dominar los secretos de la Fuerza, perdieron su identidad individual. Sólo ellos tres saben quiénes son, o dónde. Son completamente espíritu, total luz y total amor.

Esta Fuerza Suprema permanece indefinible mientras tratemos de describirla dentro del marco de nuestra experiencia. Pero lo intentaré.

Imaginen, si pueden, que esta fuerza sin forma era completamente infinita y dispersada en todas partes a través del infinito. Aunque es perfecta, singular, y un todo, por el bien de lograr una retórica clara, debo describirla con tres propiedades. Es universal, incondicional y benevolente. Al ser benevolente más allá de nuestra comprensión causó que la fuerza deseara otras cosas que amar, así que se atrajo a sí misma con un poder y velocidad tan tremendos, causando una concentración extrema de pura energía y provocando una implosión, lo que fusionó energía en moléculas que hoy conocemos como “materia”. Con respecto a esto, todo lo que existe es como una pieza fragmentada de esta Fuerza Suprema. El resto, como dicen, es historia.

Así que, la simple respuesta al más grande misterio de todos es el común cliché “Dios es amor”.

Esta Fuerza Suprema de Puro Amor no puede pertenecer a ningún espíritu o entidad de espíritus, ni siquiera a la propia Fuerza. Se siente, se acepta y se entiende (en distintos grados) por cada espíritu, pero el conocimiento completo de su naturaleza exacta sólo es conocido por la Trinidad. La Trinidad es el conducto de las aplicaciones parciales e imparciales del Amor. En este aspecto, la Trinidad es Dios.

Describir a Dios como la Trinidad o entidad, sin embargo, pierde el foco. “Dios es un espíritu y debe ser adorado como un espíritu”. Es la fuerza benevolente del amor en nuestras almas y tiene poco que ver con nuestra apariencia física.

Al contrario, le hemos dado forma a Dios a nuestra imagen y le hemos asignado un pronombre. Esta humanización de Dios es lo inverso de cómo le atribuimos características humanas a un ratón y lo llamamos Mickey. Antropomorfizamos a Dios. Dios no es él, ella o aquello. Dios es Lo que es. Pero debido a las restricciones de nuestro lenguaje y dentro del marco de nuestra referencia, debemos usar algunos pronombres, así que uso el común “Él”.

La imagen de Dios con forma humana sentado es un trono es un falso ídolo, de la misma calaña que un becerro de oro. Una barba blanca y larga y todas las otras imágenes físicas que creamos para describir a Dios son simples puntos de referencia. ¿Por qué un ser que puede darle forma al Universo con Su pensamiento necesita herramientas tan simples como manos? La única forma en que nosotros podemos crear es con nuestras manos, así que imaginamos a Dios con manos. Lo que hace el hombre en todos sus ídolos es crear una imagen con la cual pueda relacionarse personalmente (Mientras más estudio religiones, más sospecho que lo único que el hombre ha adorado alguna vez es a él mismo). ¿Podría ser que la confusión y conflicto sobre la naturaleza de Dios sea provocada por sintaxis, traducciones e interpretaciones? ¿Podría la frase “a Su imagen” haber sido originalmente “a Su imaginación”?

Yo flotaba frente a esta Trinidad, levemente bajo su nivel. En la presencia de ese amor supremamente benevolente, no sentía miedo y tenía la certeza de que no podía sufrir ningún daño. Sin embargo, estaba abrumado de sobrecogimiento, como un niño bajo la mirada de un padre perfecto.

Se me dio una revisión de vida. Esta revisión es el clímax de nuestras vidas presentes. Es de donde obtenemos los máximos beneficios de nuestras experiencias terrenas. Durante la revisión, revisitamos escenas de nuestras vidas y sentimos el real dolor o angustia, gusto o amor que le hemos infringido a otros. Nos volvemos el objeto de nuestras acciones. Entendamos, sin embargo, que estas experiencias duran sólo un tiempo breve, lo suficiente para que entendamos el punto. El propósito de esta revisión no es castigarnos, sino el crecimiento espiritual a través mediante la comprensión de las ramificaciones de nuestras acciones, logrando así que nuestra compasión por los demás aumente. La gran ironía, sin embargo, es que cada vez que herimos a alguien, eventualmente nos herimos a nosotros mismos.

Todavía tenemos libre albedrío en el reino del espiritual pero, como prevalece la total honestidad, nuestra voluntad se asemeja más a la voluntad de Dios. La oscuridad de la duda no puede invadir la luz de la verdad. Sabemos, o sentimos, las verdades simples, y la fe se vuelve una certeza. No es necesario intelectualizar, analizar, comparar, racionalizar, justificar o practicar ninguno de los temerosos procesos de sobrevivencia en nuestra mente que conforman nuestra existencia terrenal.

En la luz de la verdad absoluta, revisamos nuestras propias vidas para iluminarnos. Este “juicio final” que es el que a todos nos han enseñado a temer no tiene nada que ver con una decisión entre el Cielo y el Infierno, aunque es fácil entender cómo esta concepción errónea ha sido promovida por personas guiadas por el ego que no tienen un conocimiento completo del amor de Dios.

La Trinidad también me dejo ver, como un avance noticioso, los eventos pasados y los eventos futuros posibles y probables que experimentaría después.

En este punto se debe notar, sin embargo, que los eventos del mundo no están predestinados por Dios. Hay una ley infalible del eventual bien (el mal es un destructor, eventualmente se destruye a sí mismo, y sólo el bien permanece), pero lo que pasa a lo largo del camino es el resultado directo de las elecciones que tomamos como individuos y como sociedad. Sin embargo, aunque sólo tenemos un conocimiento limitado de causa y efecto, Dios tiene un conocimiento supremo de causa y efecto a una escala universal.

Hacia el final de la sesión, se me dio a entender que yo podía afectar el impacto, incluso aún el resultado, de esos eventos futuros – si yo regresaba a la Tierra. Esa fue la única vez que sentí aprehensión durante mi experiencia de muerte.

Me rehusé llana y firmemente. Después de haber visto la llanura celestial, la Tierra era el último lugar donde quería estar. Además, yo sabía que lo que ellos me estaban sugiriendo involucraba un gran dolor – mucho más grande que el que ya había experimentado. ¿No podían enviar a alguien más?

Me hicieron entender que cada espíritu es importante en su contribución única al esquema de las cosas. No impartieron ninguna orden, y me hicieron entender que la elección de regresar me pertenecía a mí. Pero me aconsejaron con verdades adicionales que yo no podía discutir, apelando a la compasión y amor mejorados que había ganado en la revisión de vida.

Cuando sentí que mi voluntad comenzaba a cumplir, recurrí como último recurso a la medida más drástica a la que podía recurrir. Estaba luchando conmigo mismo, no con ellos, y caí de rodillas y comencé a rogarles que me liberaran de esta tarea. Yo quería quedarme.

Ellos se enfrentaron a esta acción con un sobrecogedor arrebato de amor que atravesó mi ser como un fuerte y cálido viento, y me dieron a entender que cualquier cosa que yo eligiera no disminuiría su amor por mí.

Entonces, me avergüenza decirlo, me tiré al suelo como un niño pequeño, pateando y gritando en una rabieta emocional. La Trinidad sólo me sonrió y me llenó de otra ráfaga de amor. Yo estaba tranquilo. Ya había hecho mi elección.

Pasé más tiempo en su presencia, intercambiando la Fuerza. Tuvieron una paciencia sin fin conmigo, porque la historia completa del universo no es más que un guiño frente a la eternidad, y el consejo con Dios es como un tiempo extra, donde no existe el tiempo.

Después de un momento, me sentí renovado, fortalecido y valiente. Así que me volví a la derecha, lo deseé, y me fui.

Instantáneamente, estaba de vuelta en la Llanura, de vuelta frente a mi entidad, flotando levemente por sobre ellos, como antes.

Comencé a compartir con ellos lo que había pasado en el Consejo, pero me di cuenta de que parte de ello ya se había bloqueado. Quizás Ellos habían compartido conmigo conocimiento que yo no podía retener o que no podía entender, para cualquiera que regresara a la Tierra. O, quizás compartieron conmigo ideas que yo ya había descubierto por mí mismo. Así es la responsabilidad del libre albedrío.

Mi entidad estaba decepcionada por mi partida, pero aceptaron mi decisión sin reservas. A pesar de que yo estaba consciente de mucho de lo que el Consejo me había revelado se bloqueó, no me di cuenta en ese momento de que mucho del conocimiento que había retenido de mi experiencia de muerte no tendría sentido una vez que regresara a la Tierra. Estaba regresando con conocimiento que no sería capaz de descifrar en muchos años.

Lo peor de todo, es que volvía sin el conocimiento exacto de qué es lo que se supone que tenía que hacer.

Esto me provocó dudas, pero sólo brevemente. Había hecho algún tipo de pacto conmigo mismo y con Dios – había muy poca diferencia – porque cuando somos auténticos en lo más profundo de nuestra alma, somos auténticos con Dios.

Volví mi voluntad hacia abajo, y, con otro largo sonido de vacío, estaba de vuelta en el cuarto de hospital.

¿Fue la experiencia difícil de expresar en palabras? Sí No dije nada de esto en 20 años.

¿A la hora de esta experiencia, hubo algún evento asociado con una amenaza a la vida?

¿En qué momento durante la experiencia estuvo usted en el mayor nivel de consciencia o estado de alerta? Ver #3

¿Cómo su mayor nivel de consciencia y estado de alerta durante la experiencia se compara con su nivel de consciencia y estado de alerta diarios normales? Más consciente y alerta de lo normal, Ausencia total de miedo.

¿Difirió su visión de alguna manera de su visión diaria normal? Sí No estoy seguro a si se refieren durante la experiencia o después? Por un tiempo mi visión fue excepcional:

Desperté, me vestí rápidamente, y salí. Sólo me fui. No me ocurrió en el momento, pero probablemente provoqué cierta confusión en el hospital por hacer esto.

Tan pronto como salí del hospital, la belleza de todo me sobrecogió: los árboles y el cielo y el sol y el pasto y cómo el viento lo afectaba todo. Podía ver l viento – cómo giraba y se curvaba y danzaba en los árboles. Podía ver la fuerza de vida en todo, y como todo estaba relacionado y conectado y sostenido por la Fuerza Suprema. Todos los colores eran extremadamente vívidos, casi brillantes, creando un alto grado de contraste. Sólo los edificios, las calles, las veredas y otras cosas creadas por el hombre eran grises.

Era como si estuviera viendo el mundo por primera vez. Sentía una gran energía, temperada por una paz suprema, así que caminé lentamente a casa, saboreando cada paso y vista. Me sentía muy ligero, casi como si pudiera flotar.

¿Difirió su capacidad auditiva de alguna manera de su capacidad auditiva diaria normal? No

¿Experimentó su consciencia una separación del cuerpo?

¿Se sintió usted separado de su cuerpo físico? Claramente dejé mi cuerpo y existí fuera de él

¿Qué emociones sintió durante la experiencia? Ver #3

¿Pasó hacia o a través de un túnel o encerramiento? No Sólo había este largo sonido de vacío, y estaba allí.

¿Vio una luz? Sí Ver # 3

¿Conoció o vio algunos otros seres? Sí Ver # 3

¿Experimentó el repaso de eventos del pasado de su vida?` Sí Ver # 3

¿Observó u oyó algo relativo a personas o eventos durante su experiencia que pudiera ser verificado posteriormente? Incierto

¿Vio o visitó algún sitio bello o de alguna manera peculiar, niveles o dimensiones? Sí Ver # 3

¿Tuvo alguna sensación de alteración del espacio o el tiempo? Sí Ver # 3

¿Tuvo la sensación de comprender un conocimiento especial, orden universal y/o propósito? Sí De eso es de todo lo que se trata Un Bien Superior.

¿Alcanzó un lindero o limitante de una estructura física? No

¿Estuvo desde entonces con la percepción de eventos futuros? Sí Acá una pequeña parte de un capítulo:

Durante mi consejo, vi una serie de eventos cronológicos, como un avance noticioso. Probablemente para gran consternación de aquellas almas oscuras que siempre vislumbran escenarios de miedo, les diré algo que no los hará correr a sus bunkers bajo tierra, sino que los hará ir a abrazar a sus vecinos.

Actualmente estamos en la Transición, los dolores de parto si prefieren, del nacimiento de una Era de Benevolencia. A pesar de que no puedo decir exactamente cuándo, creo que está cerca – dentro de unas pocas generaciones.

¿Tuvo usted a partir de la experiencia algún don psíquico, paranormal u otro que no tenía antes de ella?

UN BIEN MAYOR

Parte 2, Capítulo 5

REAJUSTÁNDOSE AL MUNDO

Si hubiera sido mayor, podría haber sido diferente. Pero casi como cualquier adolescente, yo era muy impresionable sin darme cuenta. Mis ideas del mundo estaban formadas por una pequeña ciudad al sur de Illinois. Brisa [nota del traductor: en el original el nombre es “Breeze”] era principalmente alemana y católica. Tenía 3.000 personas que mantenían 30 tabernas.

Yo era un bastardo de un hogar roto viviendo en el lado equivocado de la ciudad. La mayoría de la gente “respetable” de Brisa llanamente no dejaba que sus hijos se juntaran conmigo o bien, siempre tenían alguna excusa conveniente. Así que desarrollé fuertes lazos con otros “parias” inocentes de las afueras.

Todos nosotros, supongo, operábamos bajo un derecho de nacimiento en que nos bombardeábamos con mensajes constantes de inferioridad.

No éramos niños de coro, pero tampoco éramos chicos malos. La verdad era, que éramos mucho mejores que la mayoría de la gente que nos juzgaba con dureza. Al ser jóvenes, actuábamos contra su injusticia hipercrítica, la que sólo se justificaba por sus opiniones estereotipadas. En cierto modo, aceptábamos sus condenas condescendientes y los dejábamos definir quiénes éramos. Íbamos juntos, así que nos veían como una “pandilla”. Algunos incluso nos llamaban la “Pandilla del lado Este”.

Para agregar, ahora yo tenía cicatrices en toda mi cara y ojos extraños que incomodaban a muchos.

Los primeros meses después del accidente, permanecí en un sentimiento de paz extremo. Ni siquiera pensé en salir con mis amigos porque su idea de diversión ya no me atraía. Mis antiguas obsesiones por el sexo y la aceptación se habían ido. Sentía amor por todos. Al mirarlos a los ojos, podía comunicarme con la esencia de sus seres de la misma forma que lo hice con mi entidad y con Dios durante mi experiencia de muerte.

Desafortunadamente, era comunicación en una sola dirección. Yo podía recibir, pero no podía enviar, y raramente sabía qué decir.

Muchos de ellos sentían culpa. Algunos de ellos, creo yo, sentían que yo podía leer su culpa, y eso los hacía sentir incómodos. Lo más problemático era que la gran mayoría de ellos trabajaba en una exageradamente mala concepción de Dios. Estaban cargados del Dios vengativo que creó el hombre y ese Catolicismo de mediados de siglo se había enraizado firmemente en sus disposiciones conducidas por la culpa.

La mayoría de ellos había pedido perdón sinceramente por sus pecados. Todos los buenos católicos va a confesarse regularmente, pero pocos de ellos piensan realmente que esto les de absolución total. No se daban cuenta de que habían sido perdonados antes de que lo pidieran, pero su incapacidad de perdonarse ellos mismos los mantenía aislados en una solitaria prisión de culpa. Es mucho más fácil creer en Dios que creer que Dios cree en ti.

Yo quería desesperadamente aliviar su confusión, pero no sabía cómo. Mis primeros intentos fueron fallas estrepitosas. Parecía que nadie le iba a creer a un chico de quince años con mala reputación y rostro con cicatrices. De hecho, en vez de acercarlos más al amor de Dios, los estaba alejando. Todos mis primeros encuentros me dieron la impresión de que les daba más miedo y rabia que paz y amor.

Ellos podían ver que yo había cambiado, correcto, pero deben haber pensado que yo estaba loco. Cada vez que miraba a alguien a los ojos, parecía por lo menos que los ponía incómodos. Uno incluso sintió escalofríos, pero tenía buenas razones. Cuando lo miré a los ojos vi que les había hecho cosas horribles a niños.

Cada vez que veía algo horrible o doloroso en los ojos de alguien, me dolía casi tanto como a ellos. Los muy jóvenes y la mayoría de los muy viejos estaban bien, pero casi todos los demás que estaban entre medio tenían pequeños sucios secretos que los carcomían y nublaban su juicio.

Era frustrante y doloroso. Me di cuenta de que estas personas realmente no me conocían antes, sólo el exterior. ¿Quizás lo hubiera hecho mejor con gente que ya me conociera y se preocupara por mí?

Mi pobre madre sufría depresión, y cuando le agregó alcohol, realmente se puso mal. Cometí el error de tratar de razonar con ella y hablarle del amor de Dios cuando estaba bebiendo.

“No me vengas con esa mierda de los malditos hipócritas de por acá” dijo. La miré a los ojos y vi el profundo daño hecho por un padre que había abusado sexualmente de ella cuando niña, y ella empezó a llorar.

Después de eso, pasé más tiempo afuera. Era en el bosque y a lo largo del arroyo donde el mundo tenía sentido y se sentía cómodo. Yo era parte de este mundo natural, pero me sentía alienado entre los edificios de ladrillo y de ego. Ningún hombre y nada hecho por el hombre me sentaba bien.

Los equipos electrónicos no funcionaban correctamente en mi presencia. Al principio pensé que era coincidencia. Después de un tiempo, sin embargo, noté que cada vez que me acercaba a mi madre mientras estaba usando la mezcladora eléctrica, esta corría esporádicamente, como si se cortara. Teníamos un televisor Philco con un botón en la parte de arriba que al presionarlo exploraba todos los canales. Cada vez que me acercaba al equipo, este rápidamente se ponía a explorar solo y no se detenía hasta que me alejaba.

Una vez mi madre, preocupada por mi inactividad y calma, insistió para que fuera con ella a un club local donde a ella le pedían cantar. Ella quería que me sentara en la mesa cerca del escenario, pero me di cuenta que mientras estuviera cerca del escenario, ningún equipo funcionaría correctamente. Los micrófonos emitían un horrible chillido de protesta, y los amplificadores de las guitarras se volvieron locos. No importaba los ajustes que hicieran, los chillidos y la estática volvían. Me moví un par de mesas hacia atrás, y el show continuó. Después me devolví al frente, y los mismos chillidos regresaron.

Todo esto era confuso y alienante. Quería regresar a casa – a mi verdadero hogar – de vuelta con mi entidad.

Un par de meses después del accidente, Ron vino a buscarme, y salí con él. La “pandilla” seguía haciendo las mismas cosas, lo que usualmente incluía alcohol. Ellos veían esa forma de pensar y actuar como diversión y libertad. Ahora yo lo veía como una lastimera forma de cubrir su dolor, confusión y rabia – y sentí que esto mataría eventualmente a la mayoría de ellos de una forma u otra. A menudo no son nuestras decisiones lo que nos acerca a nuestro destino – sino que nuestra confusión.

Movido por la compasión, comencé a hablarles con tal sabiduría y elocuencia que me sorprendí. Era como si alguien más estuviera hablando a través de mí, alguien que supiera exactamente qué decir, sin ninguna reflexión previa de mi parte.

Por un momento, se quedaron sin habla. Después uno de ellos cuestionó la lógica de una de mis declaraciones. Como podía leer su alma, le expliqué de una forma hipotética que le hablara directamente al problema que lo aquejaba, sin dejar que el resto supiera su secreto. Él estaba visiblemente calmado, y yo estaba lleno de paz y amor.

¡Finalmente! Había funcionado. Había tocado el alma de alguien.

Todos permanecimos en silencio un par de segundos, y después uno de los chicos, al que apodábamos “Doc” se volvió hacia mí, llevó su cerveza a su boca, se la bebió por completo y dijo: “A la mierda. Emborrachémonos”.

Me acerqué y suavemente tomé a Doc por el codo, pero no sabía qué decir. Habíamos sido buenos amigos, y había admirado sus muchos talentos, pero también sabía que él estaba entre aquellos que morirían jóvenes. Antes de que pudiera decir algo, Doc quitó el codo, me miró despectivamente, y me dijo con humor sarcástico: “Ronnie – él es una madre para todos nosotros”.

Todos se rieron, excepto el que yo había tranquilizado. Él estaba a espaldas del grupo y se mantuvo mirándome en silencio. Me agarré la cabeza y me alejé angustiado.

Mi amigo, Ron, agarró a Doc fuertemente por los brazos, y le preguntó por qué había hecho eso, y le dijo que había herido mis sentimientos. (Es la única vez que recuerdo mencionar la palabra “sentimientos” en ese grupo de machos).

Doc se sacudió para liberarse de Ron, miró en mi dirección y dijo “Él me pone la piel de gallina, y ya no quiero tener nada que ver con él nunca más”.

Me di vuelta y lentamente me fui a casa. Después Ron llegó y me pidió que volviera. Yo aprecié su preocupación y gentileza, pero le dije “Es que ya no encajo”.

Y ya no encajaba... en ninguna parte. Supe que la experiencia me había cambiado. Incluso aunque habían pasado meses, aún me parecía más real y vívida que la vida misma, aunque para entonces el mundo había perdido mucha de su atmósfera como de ensueño. Y el mundo natural había perdido algo de su vívida belleza. No le había dicho a nadie de la experiencia, y no lo haría por muchos años.

De lo que no me di cuenta en esos intentos tempranos es que cuando volví a mi forma humana, mi ego volvió con ella. El ego es astuto, imperceptible, poderoso y paciente. Sentía frustración y rechazo porque esperaba que mis esfuerzos produjeran cierto resultado. Eso no sólo no pasó, sino que parecía que pasaba lo opuesto la mayoría de las veces, mi ego lleno de orgullo, pobre de mí, estaba herido. Me sentía inadecuado, y eso es todo lo que el ego necesita para salir y correr. La autocompasión es sólo el orgullo vuelto hacia el interior.

Estaba jugando a Dios y no me había dado cuenta de que todo lo que podía hacer, todo lo que se supone que tenía que hacer, era llevar el mensaje. Que fuera aceptado o rechazado dependía completamente del individuo. Ni siquiera Dios interfiere con el libre albedrío. Todo lo que podemos hacer es plantar semillas.

A través de esta auto-duda, comencé a dudar de mi salud mental y de la validez de la experiencia. Intentaba decirme a mí mismo de que sólo fue un sueño inducido por el trauma. Cada vez que pensaba en la experiencia, sabía que era real. Pero seguía diciéndome que era un sueño, y cualquier cosa que una persona se diga una y otra vez se vuelve su sentido de realidad.

UN BIEN MAYOR

Parte 2, Capítulo 6

DOS DÉCADAS DE NEGACIÓN

Por un par de meses estuve calmado en mis asuntos. Aún sentía paz extrema, pero me aislaba a mí mismo, y me negaba a mirar a nadie a los ojos. Gastaba todo mi tiempo libre al aire libre, y, desde que tuve vacaciones de verano, eso significaba casi todo el día todos los días. Me sentía mejor cuando mis piernas se columpiaban sobre la orilla en la apartada curva de un arrollo, o cuando estaba lo suficientemente lejos en lo profundo de los árboles.

Me encantaba cazar y pescar como un niño, y era bueno haciéndolo, pero durante este periodo no disparé mi arma cuando surgía la ocasión ni tampoco usaba mi anzuelo. La caña y el arma eran sólo teatro para las personas que me preguntaban qué estaba haciendo, así me pasaban por alto.

No era que hubiera desarrollado alguna aversión a atrapar y comer gamo o pez. Sólo estaba enfermo de nostalgia de mi hogar. Deseaba morir, y durante una de mis largas excursiones al aire libre, le recé fervientemente a Dios para que me llevara a casa. Tan pronto como lo dije, sin embargo, me atravesó una ráfaga de paz y amor como un viento tibio.

“¿Qué es lo que se supone que tengo que hacer?” lloré.

Estaba molesto por mi pacto, cualquiera que fuera. Era muy difícil para mí, y me sentía atrapado en el enfermo y lleno de dolor tercer planeta desde el Sol.

Parecía imposible negar la experiencia. Ningún sueño podría tener tal efecto. Un sueño no podría haber cambiado tan completamente la forma en que pensaba y sentía. Mis habilidades motoras y especialmente mi habilidad de comprensión eran mejores que antes del accidente, así que sabía que no era el efecto de una herida en la cabeza.

Yo no estaba “loco” – pero tampoco era “normal”. Podía ver lo insano del temor llevado por el ego que era considerado normal. Casi todas las formas en que se comporta el mundo son provocadas por algún tipo de miedo consumado o sin consumar, y yo no tenía ninguno de esos miedos, así que yo no era normal.

Por semanas estuve hablando sólo cuando me hablaban, e incluso entonces mis respuestas eran una forma de abreviatura verbal. Me disgustaban los cotilleos. Las palabras en general me parecían poco efectivas, y anhelaba comunicarme en la forma en que lo había hecho en las Llanuras, con verdad total, comprensión total.

Después de un par de meses, sin embargo, empezó la escuela, y fui forzado volver a la sociedad. Empecé a hablar un poco con los miembros de mi familia y a intercambiar palabras con las personas con las que me encontraba en mi rutina diaria. Pero no miraba a nadie a los ojos – a nadie. No quería conocer su dolor. No me imaginaba que de todas formas podía ayudarlos, y ya no quería hacer que nadie se sintiera incómodo.

Como volví a mis actividades normales, intenté sacar la experiencia de mi mente. Muy gradualmente, volví a mi vida sigilosamente. Comencé intentando complacer a la gente, darles lo que querían, o actuar como ellos esperaban que actuara, y así ellos podrían darme lo que yo quería. Y primero que todo yo quería ser aceptado.

Así es cómo comenzó todo. Así es cómo las sociedades se forman sobre la base del mínimo común denominador y el pensamiento verdaderamente individual es desestimado. Un leve pensamiento egocéntrico construido sobre otro a medida que mis deseos y necesidades externas se multiplicaban y mi satisfacción buscaba ser aumentada. Me puse a re-desarrollar un típico súper-ego Freudiano.

La mayoría de la honestidad que aún tenía estaba temperada por la anticipación de las consecuencias, además gran parte de ella estaba editada, o torcida o levemente exagerada. Aún pensaba que estaba siendo honesto en comparación con las otras personas. Mis amigos confiaban en mí por mi honestidad – incluso me jactaba de eso en alguna ocasión. Yo no les hubiera mentido sobre nada importante, pero ya no estaba operando con la honestidad absoluta que había aprendido en las Llanuras.

No sé cuánto tiempo tomó, o cuándo sucedió exactamente, pero un fin de semana yo estaba bebiendo con los chicos, bromeando y actuando como un idiota. Uno de los de la pandilla me dijo: “Me alegro de tener al viejo Ron de vuelta. Por un tiempo estuvimos muy preocupados por ti”.

Encontré nuevamente la aceptación, y algo de sus juicios y razonamiento adolescente – a veces – me hacían un poquito de sentido, pero la verdad absoluta es que empecé a ignorar el sentir de mi alma por el razonamiento de una norma social.

Nos reíamos mucho y corríamos libres – como gacelas en una pradera. Pero todavía sabía que había un león esperando para devorar a alguno de nosotros en el corto plazo. No sabía exactamente cómo o cuándo – sólo que pasaría. Nunca dije nada adicional sobre eso, y me arrepiento hasta el día de hoy.

El primero en irse fue un amigo de mi primera infancia, Terry, al que realmente había amado. Terry y yo habíamos separado nuestros rumbos antes del accidente, y después del accidente no podía soportar ver su dolor. Tenía la constitución de Mike Tyson y nunca perdió una pelea callejera, la que en esos días eran más como partidos regulados de boxeo que las peleas sangrientas de hoy. Esos partidos menores no eran sólo pruebas de fuerza, sino de integridad adolescente. Pero Terry había comenzado a golpear a la gente terriblemente sólo porque podía. Sus miedos y rabia lo consumieron, y su lado malvado luchaba por alejar mucho de su control común. Me hirió enormemente ver la forma en que había cambiado y sufrido por ello. Sabía que él sufría mucho más que las personas que hería físicamente.

En la madrugada, Terry conducía por un camino del condado a alta velocidad y golpeó un tanque séptico, matando instantáneamente a tres pasajeros. Un par de horas después, Terry murió también en el hospital. El accidente provocó un gran revuelo en la comunidad, y algunos de los muchos enemigos que tuvo especulaban que Terry se había suicidado y se había llevado otras tres vidas con él. Yo sabía que él se había quedado dormido – o se había desmayado – en la carretera.

Mi hermano, Ted, también estuvo fuera hasta tarde esa noche, y me despertó para darme las noticias cuando llegó a casa. Le hice un par de preguntas para saber los detalles, pero eso era todo. Ted sabía lo cercanos que Terry y yo habíamos sido, y cuando no demostré aflicción por la noticia, él dijo “¿No estás triste? ¡Era tu amigo!”

“Era seguro que pasaría” fue todo lo que dije.

Ted me miró extrañado, se encogió de hombros y se fue a dormir.

Una experiencia de muerte no sólo remueve el temor de una a morir, sino que cambia toda la perspectiva del proceso final de la vida. El proceso que nos lleve a la muere puede ser aterrador, pero la muerte es una liberación y transición maravillosa para todos nosotros. Para algunos, es una gran bendición. Sabía que extrañaría a Terry, pero esa era una forma egoísta de aflicción. De hecho yo estaba feliz por Terry. Dudo que alguien más hubiera sabido lo grande de su agitación y sufrimiento los últimos años de su corta vida.

Yo no estaba preparado, sin embargo, para lo que pasó en el funeral. Mi amigo, Ron, que en realidad no se preocupaba por Terry, fue a verme para darme apoyo moral. Yo estaba de pie, solo frente al ataúd, deseándole silenciosamente lo mejor, casi felicitándolo, cuando su padre, Bud, se me acercó por la espalda y puso sus manos sobre mis hombros.

Dijo algo, pero no tengo idea de lo que fue, porque en el minuto en el que me tocó, me vi sobrepasado por la aflicción de Bud. Me estaba entrando a través del tacto, y era tan intensa que no sé cómo lo soportaba. Visiones de Terry y de mí jugando con tractores de juguete en la tierra se vieron mezcladas con escenas de Terry yaciendo destripado sobre una camilla. Vi sus intestinos sobresaliendo y su rostro destrozado más allá del reconocimiento. Yo no había sido testigo de eso. Esas no eran mis visiones de Terry, y me di cuenta de que mi presencia intensificaba el dolor de Bud.

Yo simplemente no podía manejarlo. Me deslicé para quitarme su mano. En el segundo en que terminé el tacto con Bud, la aflicción y las visiones se detuvieron. Rápidamente dejé el funeral y me fui a casa.

Ron me alcanzó. Después de que hubiéramos caminado como una cuadra, me fui detrás de un seto y me quebré.

“No debes estar avergonzado de llorar, Ron. Sé lo cercanos que eran Terry y tú”.

No le podía decir a Ron que no estaba llorando por la pérdida de mi amigo, sino que por la aflicción de su padre. No podía decirle de la conexión psíquica. Y no podía decirle que en ese momento yo lloraba más que nada por mí mismo. Tenía todos esos raros poderes de percepción, y me estaban haciendo, y a aquellos a mi alrededor, más miserables. Veía estos dones como una maldición.

Comencé a evadirme con alcohol, porque bajo la influencia de esa droga era el único modo en que era capaz de negar mi experiencia de muerte y, hasta cierto punto, escapar de mis habilidades psíquicas.

Doc era el siguiente en morir – también en un auto.

Después de un par de años de negación y de beber, mis esfuerzos de negar mi experiencia comenzaron a dar sus frutos. Este abuso de drogas y autoengaño, sin embargo, me puso en el camino a un lugar donde “había llanto y rechinar de dientes”, una jornada a través de un infierno viviente.

Durante este largo periodo, sin embargo, continué manteniendo tres principios básicos de mi experiencia de muerte: la inverosimilitud del suicidio, la inhabilidad de herir intencionalmente a la gente, y no temer a la muerte. Sin estos principios básicos e innegables, fácilmente me hubiera podido convertir en uno de los villanos más infames de la historia, y en algún punto seguramente me habría matado.

Sin embargo, debido a estos tres principios básicos, la angustia mental y sufrimiento que tenía que soportar se veían tremendamente intensificados. A menudo sobrepasaba el punto de angustia que lleva a la mayoría de las personas a terminar con sus vidas, pero debido al pacto, ni siquiera podía mantener la idea por más de un par de segundos.

A pesar de que a través de esas dos décadas de negación me esforcé por luchar para encontrar una salida más fácil y suave, realmente no la había – excepto mediante una rendición total al Poder Superior en la mayor desesperación. En el punto más cercano del total quiebre físico, mental y espiritual – de nuevo cercano a las puertas de la muerte – tuve la primera de una larga serie de experiencias espirituales que terminaron con la iluminación final cuando terminaba los 30.

Este periodo de iluminación intelectual no sólo borró todas las dudas de mi experiencia de muerte – la iluminó de entendimiento. Estas dos bizarras experiencias espirituales fueron igualmente profundas y complementarias. Combinadas, me dieron una filosofía de la vida y la muerte que ahora, otros veinte años después, me veo en la obligación de explicar.

Con la sabiduría de la retrospectiva, me he vuelto un agradecido del dolor y sufrimiento que soporté durante las dos décadas de negación. Fueron los dolores de parto de la verdadera iluminación espiritual. No hay ninguna experiencia en mi vida que pueda ser más profunda que mi experiencia de muerte, aunque no me dio una completa comprensión del “Camino”. Tenía que encontrar por mí mismo qué es lo que realmente era correcto e incorrecto a través del sufrimiento, como debemos hacerlo todos.

No daré más detalles de mi vida por un par de razones. Primero que todo, podría tomar demasiado espacio y podría aburrirlos. Tengo cosas mucho más importantes que decir sobre el Paraíso y la Tierra y la vida y la muerte que nos afectan a todos. En el gran esquema de las cosas, mi vida no es más importante que la de ustedes y realmente no quiero ninguna atención. Además, no quiero tener la oportunidad de dañar a alguien con una narración pormenorizada de los sucios detalles.

Es suficiente decir que creo que esas dos décadas de negación fueron la parte aterradora de mi trato con Dios. Aún no estoy seguro de los detalles exactos de mi pacto, pero quizás este libro completará la promesa y pueda irme a casa.

¿Ha compartido esta experiencia con otros? Sí 20 años. La mayoría de la gente a la que le he hablado se muestra choqueada y curiosa al mismo tiempo, pero no sé la influencia que mi historia podría haber tenido en ellos. Me puedo explicar mucho mejor con la palabra escrita, lo que es una de las razones por las que me he vuelto un escritor.

¿Tenía usted algún conocimiento de experiencias cercanas a la muerte (ECM) anteriormente a su experiencia? No

PARTE 1

LA EXPERIENCIA DE LA MUERTE

UN BIEN MAYOR

Parte 1, Capítulo 1

LA MUERTE LLEGA FÁCILMENTE

A veces morir es difícil, pero la muerte viene fácilmente.

Mi amigo Ron y yo, hicimos dedo a un pequeño pueblo a unos 13 kilómetros de la ciudad donde vivíamos para poder hacernos pasar por adultos en un bar conocido por servir a menores. Yo tenía 15 años.

Como a las 1 AM organizamos la vuelta a casa con un adulto joven de nuestra ciudad llamado Richard. Recientemente Richard había alcanzado la edad legal para beber, y él estaba haciendo valer sus derechos lo más posible.

Me senté de copiloto. Ron estaba atrás con el amigo de Richard, cuyo nombre no recuerdo.

En vez de tomar la carretera, donde la policía podría notar el vaivén, Richard fue por caminos secundarios, a toda velocidad a través del asfalto liso. Los postes de las cercas se convertían en manchones a medida que alcanzábamos las 120 KM/h.

El auto de Richard era bastante rápido para finales de los 50’, pero estaba viejo y desvencijado, y a esa velocidad, el ruido del camino ahogó nuestra conversación y la radio casi por completo. Todos quedamos en silencio, y yo comencé a cabecear.

No estoy seguro de si Richard se quedó dormido también, pero no se dio cuenta de que el camino terminaba en T [nota del traductor: “T-road” referido a que el camino terminaba con otro camino perpendicular que lo cruzaba] y nunca tocó los frenos. Parpadeé y me di cuenta cómo chocábamos en una zanja. El traqueteo sacó una cerca de alambres de púas a medida que caíamos en el aire.

El impacto con la zanja me azotó la cabeza contra el parabrisas. El golpe me dejó atontado, pero no inconsciente. La cabeza me zumbaba a medida que el auto avanzaba y se sacudía a través de 50 metros de pasto. Parecía que todo estaba en cámara lenta. Probablemente cruzamos esa distancia en un par de segundos, pero parecían muchos. Miré a Richard, que estaba desplomado sobre el manubrio desde que nos estrellamos.

Probablemente el auto todavía iba a 75 o a 100 Km/h cuando nos estrellamos contra un viejo e inamovible manzano. En una aparente cámara lenta, todo mi cuerpo salió eyectado hacia adelante, ganando cada vez más impulso a medida que me acercaba al parabrisas. Recuerdo que mi cabeza se inclinó cuando mi cara se encontró y se golpeó contra el vidrio. No sentía dolor – sólo la presión. Entonces me desmayé.

Después del impacto, mi cabeza se deslizó por el parabrisas hasta detrás de la abrazadera metálica del espejo retrovisor. Posteriormente Ron me dijo que cuando él y Richard se acercaron, me vieron colgando ahí, empapado en sangre. Richard quería tirarme para sacarme, pero Ron lo detuvo porque tenía miedo de cercenarme la cabeza en el proceso. Me vieron y pensaron que yo ya estaba muerto.

Las heridas de ambos eran bastante serias, pero se marcharon a pie para buscar la granja más cercana, dejándome colgando en el frente y al amigo de Richard inconsciente en el asiento de atrás.

Cuando volvieron con ayuda, el amigo de Richard y yo ya no estábamos. En el intertanto, este joven, probablemente confundido y asustado salió y me arrastró desde el frente de las ruinas del auto.

No recuerdo que me hubieran sacado, pero recuerdo partes de nuestro recorrido. Como en un sueño difuso, escuchaba la bocina sonar continuamente a medida que nos alejábamos. Recuerdo tropezar por las líneas del ferrocarril queriendo acostarme y dormir, pero este hombre insistía en que tenía que seguir caminando. Creo que sí me acosté, o me desmayé y él debe haberme llevado.

Todavía como en un sueño difuso, lo siguiente que recuerdo fue estar tendido en el suelo. Había luces parpadeando y gente sobre mí, rodeándome en un círculo. Uno de ellos dijo: “Éste se ve muy mal. Mejor llevémoslo rápido al hospital”. Pensé que estaba lloviendo pero me dijeron que esa noche no llovió, así que debo haber estado totalmente empapado en sangre. Volví a hundirme en la inconsciencia.

Repentinamente, estaba totalmente alerta – más alerta de lo que nunca había estado en mi vida. Estaba absolutamente libre de preocupaciones y dudas y de cualquier molestia física y limitaciones. Estaba flotando cerca del techo de una habitación del Hospital de la Comunidad de Brisa. En ese momento parecía perfectamente normal y natural.

Existen aquellos que piensan en la muerte como en un largo sueño o descanso. Dormir sólo es necesario para vivir. Los muertos están tan energizados por una abrumadora, perpetua e ilimitada Fuerza que dormir nunca es necesario.

Reconocí al Dr. Ketter en la habitación. Él y dos enfermeras trabajaban fervientemente en alguien. Le estaban inyectando sangre y fluidos en uno de sus brazos, y otro recipiente de sangre se inyectaba en el otro. Una enfermera le hacía compresiones de pecho. La otra sujetaba firmemente su barbilla con una mano y con su otra mano apretaba contra un lado del cuello para detener el sangrado. El Dr. Ketter cosía las heridas con una destreza y velocidad que eran admirables.

Entonces me di cuenta de que estaban trabajando en mi cuerpo. Tuve que verlo más de cerca para estar seguro. Un cuerpo inerte sin alma tiene pocas características distintivas. De hecho, la mayoría de las distinciones que notamos en las caras y forma de cuerpo de nuestros compañeros son en gran parte exageraciones de nuestras mentes. Es el hábito del ego de aislarnos de nuestros compañeros y de juzgar a otros basado en las apariencias. Cuando morimos y nos damos cuenta de que hay una conexión universal de la humanidad con la misma fuerza de vida. Estas características distintivas se unen y funden en la forma y apariencia general de un ser humano.

Me di cuenta de que estaba muerto, y de hecho me agradó. También sabía y estaba agradecido que lo que el doctor y las enfermeras hacían no estaba funcionando. Lo último que quería hacer era regresar. El cuerpo recostado no significaba nada. Sólo era un bulto de carne. El cuerpo físico sólo es una herramienta, y yo podía descartarlo con la misma pasión con que descartaría un martillo roto.

“Deja que los muertos entierren a los muertos” había dicho Él. Y recuerdo que pensé en la gran cantidad de suelo de buena calidad y las toneladas de dinero gastadas en funerales. Es mejor donar tus órganos a los vivos o donar tu cuerpo completo a la ciencia.

A lo largo de mis 15 años, yo tenía una excelente condición física, pero nunca había sentido tal maravilla. No hay experiencia o estado inducido químicamente en la Tierra que pueda compararse. Lo mejor que podría describir es: El mejor día de tu vida es un dolor insoportable en comparación con el estado “fuera del cuerpo”.

Tenía un sentimiento de paz suprema y falta absoluta de miedo. Estaba disfrutando en un resplandor de completa y absoluta seguridad. La simplicidad y pureza me atravesaban por osmosis. Todo mal, miedo, o confusión se quedaron atrás en ese trozo de carne. Mi verdadera identidad estaba intacta, y me sentía maravillosamente humilde, puro y amoroso.

El estar muertos nos bendice con la ausencia de toda información sensorial. Se nos deja con nuestros verdaderos pensamientos y emociones – nuestra verdadera consciencia – sin la influencia avasalladora de los seductores instintos de sobrevivencia del ego. Por otro lado, todos los estímulos sensoriales humanos son un desorden confuso. Irónicamente, las cosas que hacen la vida real (nuestras percepciones sensoriales) son las mismas cosas que hacen de vivir un infierno. Buda tenía razón: la vida se trata de sufrir. Mientras estamos vivos somos cautivos, encadenados al dolor y placer de nuestras neuronas. A medida que perseguimos el placer sensorial, debemos soportar el dolor. Por otro lado, la paz espiritual es la felicidad suprema que flota en la ausencia de percepciones sensoriales, ignorando la confusión de “bueno” y “malo”.

La forma en que acabo de describirlo, puede sonar como la no-existencia para algunos, pero es la única existencia verdadera de una gran e indescriptible paz, seguridad y comprensión. La percepción del mundo del ego es una ilusión reforzada colectivamente. La existencia sin querer o desear no es la no-existencia. Es un estado en el cual todo lo que queremos y deseamos está cumplido.

Mientras flotaba, sentí una fuerza maravillosa que me atraía desde arriba. Me estaba yendo a casa. Todo lo que tenía que hacer era seguir la fuerza o, más bien, dejar que me arrastrara. Pensé en mis hermanos, mi hermana, mi madre y mi padre. Conocí su dolor, sus problemas, su confusión. Sabía la solución más simple para cada uno. Pero también supe que ellos tenían que encontrarla a su propia manera. La felicidad es vacía si alguien simplemente te la da o te guía hacia ella ciegamente.

Así que, volví mi atención y voluntad hacia la fuerza y comencé a subir. El techo se disolvió, y hubo un rápido sonido, como una gran liberación de vacío, e instantáneamente yo estaba en otra dimensión.

A pesar de que viajé hacia una luz brillante, no pasé a través de ningún túnel. El viaje fue como un parpadeo. No me encontré con nadie en el camino. Yo conocía bien el camino.

UN BIEN MAYOR

Parte 1, Capítulo 2

LAS LLANURAS CELESTIALES

Lo que llamo las “Llanuras celestiales” estaban llenas de amorosa paz. Una expansión infinita de gloriosa luz impregnaba y envolvía todo. La luz estaba uniformemente distribuida y parecía ondular suavemente con un campo de fuerza.

Justo frente a mí, pero ligeramente más abajo, había un grupo de espíritus: menos de 100, pero más de 50. Cada espíritu tenía una identidad de algún tipo, pero todos formaban parte de un único ser, una única consciencia, todos eran parte de una única fuerza. En el centro de la fila delantera había tres mujeres orientales. Me di cuenta de que todos los espíritus que conformaban la entidad eran mis vidas pasadas, y que las mujeres orientales eran mis vidas más recientes.

Sus rostros eran claramente humanos, pero desde sus hombros hacia abajo, se iban difuminando gradualmente. Sus brazos y piernas se disolvían cerca de los extremos. Flotaban al mismo nivel, en filas, parecía que estaban vagamente unidos en los hombros. Sus identidades eran de ambos sexos y de todas las nacionalidades. Ninguno era algún pariente fallecido, y no reconocí a ninguno de mi vida actual.

Cada uno de los espíritus había vivido una vez, pero la verdad, experiencia y sabiduría de cada vida estaba integrada en todo el grupo. Cuando cada alma regresaba, sus vidas eran absorbidas por todos, así que no había distinción entre los pensamientos y actitudes dentro del grupo. Cada uno de ellos compartía completamente cada experiencia y cada conocimiento de cada vida en una sola consciencia. Igual que al agregar condimentos e ingredientes a un estofado [Nota del traductor: en el original “Mulligan Stew”], cada uno se agrega a la mezcla, pero el sabor resultante era uno. Yo era ellos y ellos eran yo. Ellos eran todo mi pasado y ellos eran todo mi presente.

Ellos se comunicaron conmigo como uno solo, sin palabras, sino que con algún tipo de telepatía. Cada pensamiento, aunque fuera la emoción más simple o volúmenes de información, llegaban con una comprensión instantánea y completa. Ningún mensaje podía ser malinterpretado, tener problemas de sintaxis o de variaciones por nivel de inteligencia.

Las palabras son primitivas, no son de fiar, más usadas para engañar a otros y a nosotros mismos que para comunicar la verdad. El lenguaje puede ser evidencia de una inteligencia superior en la Tierra, pero en las llanuras son equivalentes a gruñidos y chillidos. Hemos creado palabras para etiquetar, distinguir y separar todo. Por eso es que pensamos en todo y todos como en separados. Las palabras forman los pensamientos y las comunicaciones del mundo, pero son totalmente inadecuadas para describir o explicar la comunicación emocional del mundo del espíritu.

En las llanuras sólo existe la verdad, pero no son expresadas tan como conceptossino que más como emociones. Incluso las verdades eternas no se conocen en un sentido literal – se experimentan en un sentido emocional. Esto, creo yo, es a lo que se refiere como “el indescriptible Tao” en los antiguos textos orientales.

En la Tierra, no sólo nos comunicamos en palabras – pensamos en palabras – y a pesar de que somos capaces de interpretar superficialmente los conceptos de “unidad”, “completitud”, y “la unidad de todo lo que es”, lo hacemos con palabras incompatibles diseñadas para el separatismo. Es como intentar ver el fondo de un lago a través de agua turbia. La realidad sólida de esos conceptos hipotéticos no puede ser completamente apreciada por una mente entrenada en palabras.

Los idiomas que hemos desarrollado para crear nuestra realidad separada y finita son la razón de nuestra soledad inherente, por lo que estamos emocional e intelectualmente separados de otra entidad espiritual y de la conexión universal al Amor Supremo. Este separatismo nos hace ser temerosos y prejuiciosos. Lo que aviva toda la cultura y moralidad del mundo. Dado que hemos depositado la fe máxima en nuestra realidad sensorial, en las capacidades de nuestra propia inteligencia, y en las ciencias que hemos creado con ellas, estamos condenados a vivir en la realidad de la vida que hemos creado aquí en la Tierra. Debido a que lo creemos tan fuertemente – esta es nuestra realidad. De hecho, hemos probado del proverbial Árbol del Conocimiento y hemos sido echados del Jardín del Edén emocional.

En las llanuras, todo es infinito. El conocimiento de esto y tu lugar en el momento eterno proporcionan una seguridad infalible. Es un lugar del ser infinito y de infinita dicha.

En la llanura en particular que yo visité, no había necesidad de descansar. Ni tampoco comida o agua ni nada sólido de la Tierra que pudiera necesitarse. Cualquier necesidad, querer o deseo era proveído por la fuerza todo poderosa del Amor. Este Amor era tan poderoso, tan extremadamente llenador – todo lo demás era inmaterial. Este poder del Amor que todo lo puede iba mucho más allá que nuestras egoístas interpretaciones de la emoción. Es la misma fuerza de la vida y de toda la creación. No es neutral, pero es igual con todos – lo bueno y lo malo – porque cualquiera que aún esté soportando la Tierra es una mezcla de lo bueno y lo malo. Sólo nosotros hacemos la distinción en grados. El espíritu supremo es una fuerza imparcial de Amor universal e incondicional – Un Bien Mayor.

Este Amor supremo fluía hacia mí desde la entidad como un todo, y yo sentía lo mismo por ellos. El dar y recibir este amor incondicional fue indescriptible. No hay nada en la Tierra que se le pueda comparar. Es verdad envuelta en total confianza.

No sólo sentí esta tremenda fuerza de amor desde mi entidad, sino que de todas las entidades a través de todas las llanuras. Hay muchas entidades y muchos niveles, pero todas están conectadas el mismo campo de fuerza del Amor Supremo – lo que también es la sustancia básica del Universo.

El desafío máximo de la ciencia no es asegurar la inmortalidad mediante el descubrimiento y dominio de las leyes básicas del universo natural – su destino es probar la existencia de Dios y asegurar el conocimiento de que la inmortalidad somos nosotros en otro plano de existencia.

En vez de restringir los misterios del amor a estudios psicológicos o filosóficos, la ciencia descubrirá algún día la fuerza todopoderosa del amor y la medirán como hoy miden la electricidad, gravedad y fuerzas geo-termales. Cuando la ciencia descubra la fuerza del amor y aprenda cómo liberarla de los barrotes del ego, tendrá la respuesta a cada pregunta y enfermedad que haya plagado a la humanidad.

El amor que sentimos en la Tierra es limitado. Lo profundizamos poco a poco hacia unos cuantos, con condiciones. Pero en las llanuras del Paraíso, el amor no tiene fronteras. Las identidades de hombre y mujer son iguales porque no existe el deseo sexual humano para complicar las emociones. En las llanuras amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, porque nuestro prójimo es nosotros mismos. Cada espíritu en todas partes, el Cielo y la Tierra, se merece igualmente nuestro amor.

Yo estaba hecho para entender todo esto en un instante de comunicación, en una emoción, de esta entidad, y me di cuenta de que mi madre, mi padre y mis hermanos no eran más importantes que el espíritu más distante de las llanuras, pero tampoco eran menos importantes. El amor universal verdadero no puede tener favoritos.

Permanecí afuera y ligeramente por encima de la entidad, intercambiando amor. Ellos me habían hecho entender que me estaban esperando, y que yo estaba regresando a enseñarles. Me hicieron señas para que me uniera a ellos y compartiera mis experiencias por el beneficio y avance de la entidad completa.

El único propósito de la vida es el crecimiento espiritual, y ese, en palabras simples, es el proceso de aprender la sabiduría y poder del amor universal e incondicional. Todos los dogmas de las variadas religiones sólo nos ponen en el camino de la separación a través de infundir una marca de prejuicio y egoísmo que satisface las disposiciones arcaicas y barbáricas del hombre. Al final, lo único que importa son las personas que ayudamos y las que herimos. Esta revelación no está completamente entendida hasta que regresemos a las llanuras y la examinemos bajo la luz de la verdad absoluta.

Mi entidad estrecharon sus manos hacia mí y yo fui hacia ellos, nuevamente flotando a través del espacio simplemente por desearlo. Hubiera ingresado a través de la mujer oriental pero, justo cuando comencé, sentí la fuerza de Dios atrayéndome.

La entidad lo sintió también, y bajaron los brazos. En vez de estar decepcionados, estaban extremadamente entusiasmados y felices de que yo fuera al Consejo.

Doblé a la derecha, lo deseé, y estuve ahí instantáneamente.

UN BIEN MAYOR

Parte 1, Capítulo 3

EL CONSEJO DEL AMOR

Es el centro de todo lo visto y lo no visto. Una radiante fuerza inimaginable como una luz brillante en todas direcciones desde una trinidad de espíritus. La luz es infinitamente más brillante que el Sol, aunque no hiere al mirarla. El color desafía una descripción específica, pero describirlo como una combinación de blanco y plateado está cerca.

Los tres espíritus eran como mi entidad: separados, pero conectados de alguna forma. Ellos eran uno y se comunicaban como uno. Tenían la misma forma general que mi entidad también, pero no tenían rasgos faciales distinguibles. El espíritu central flotaba ligeramente por encima de los demás cada lado.

Su primera comunicación telepática (me doy cuenta ahora) fue la más importante. Llegué a entender que esta trinidad no es Dios, exactamente. Son más como la Trinidad, Son la encarnación omnipresente de la Fuerza Imparcial. La fuerza que ellos dominaban no es una composición, sino que un todo autosuficiente. Es la “primera causa”. No conoce bien o mal. Es neutral. Aunque es tangible y omnipresente, la Fuerza Suprema no es un ser, sino que un principio. Este es el espíritu del principio al que los musulmanes sufi se refieren como “Más allá del más allá” o “Más allá de Alá”. Es amor perfecto – incondicional y universal. Describirlo es difícil, porque describirlo es darle estructura y nada estructurado puede ser ilimitado o infinito. Así que cada vez que tratamos de definir a Dios dentro de los parámetros de nuestras mentes estructuradas, usando palabras estructuradas y pensamientos estructurados para imaginar seres estructurados nos equivocamos. Sólo la Trinidad entiende completamente a la Fuerza. Nosotros sólo podemos sentirla.

La Trinidad llegó a entender los paradójicos poderes de la Fuerza y, por lo tanto, se convirtió en la manifestación intelectual de la Fuerza. Llamen a esta Trinidad como quieran, pero ningún nombre es apropiado, porque al dominar los secretos de la Fuerza, perdieron su identidad individual. Sólo ellos tres saben quiénes son, o dónde. Son completamente espíritu, total luz y total amor.

Esta Fuerza Suprema permanece indefinible mientras tratemos de describirla dentro del marco de nuestra experiencia. Pero lo intentaré.

Imaginen, si pueden, que esta fuerza sin forma era completamente infinita y dispersada en todas partes a través del infinito. Aunque es perfecta, singular, y un todo, por el bien de lograr una retórica clara, debo describirla con tres propiedades. Es universal, incondicional y benevolente. Al ser benevolente más allá de nuestra comprensión causó que la fuerza deseara otras cosas que amar, así que se atrajo a sí misma con un poder y velocidad tan tremendos, causando una concentración extrema de pura energía y provocando una implosión, lo que fusionó energía en moléculas que hoy conocemos como “materia”. Con respecto a esto, todo lo que existe es como una pieza fragmentada de esta Fuerza Suprema. El resto, como dicen, es historia.

Así que, la simple respuesta al más grande misterio de todos es el común cliché “Dios es amor”.

Esta Fuerza Suprema de Puro Amor no puede pertenecer a ningún espíritu o entidad de espíritus, ni siquiera a la propia Fuerza. Se siente, se acepta y se entiende (en distintos grados) por cada espíritu, pero el conocimiento completo de su naturaleza exacta sólo es conocido por la Trinidad. La Trinidad es el conducto de las aplicaciones parciales e imparciales del Amor. En este aspecto, la Trinidad es Dios.

Describir a Dios como la Trinidad o entidad, sin embargo, pierde el foco. “Dios es un espíritu y debe ser adorado como un espíritu”. Es la fuerza benevolente del amor en nuestras almas y tiene poco que ver con nuestra apariencia física.

Al contrario, le hemos dado forma a Dios a nuestra imagen y le hemos asignado un pronombre. Esta humanización de Dios es lo inverso de cómo le atribuimos características humanas a un ratón y lo llamamos Mickey. Antropomorfizamos a Dios. Dios no es él, ella o aquello. Dios es Lo que es. Pero debido a las restricciones de nuestro lenguaje y dentro del marco de nuestra referencia, debemos usar algunos pronombres, así que uso el común “Él”.

La imagen de Dios con forma humana sentado es un trono es un falso ídolo, de la misma calaña que un becerro de oro. Una barba blanca y larga y todas las otras imágenes físicas que creamos para describir a Dios son simples puntos de referencia. ¿Por qué un ser que puede darle forma al Universo con Su pensamiento necesita herramientas tan simples como manos? La única forma en que nosotros podemos crear es con nuestras manos, así que imaginamos a Dios con manos. Lo que hace el hombre en todos sus ídolos es crear una imagen con la cual pueda relacionarse personalmente (Mientras más estudio religiones, más sospecho que lo único que el hombre ha adorado alguna vez es a él mismo). ¿Podría ser que la confusión y conflicto sobre la naturaleza de Dios sea provocada por sintaxis, traducciones e interpretaciones? ¿Podría la frase “a Su imagen” haber sido originalmente “a Su imaginación”?

Yo flotaba frente a esta Trinidad, levemente bajo su nivel. En la presencia de ese amor supremamente benevolente, no sentía miedo y tenía la certeza de que no podía sufrir ningún daño. Sin embargo, estaba abrumado de sobrecogimiento, como un niño bajo la mirada de un padre perfecto.

Se me dio una revisión de vida. Esta revisión es el clímax de nuestras vidas presentes. Es de donde obtenemos los máximos beneficios de nuestras experiencias terrenas. Durante la revisión, revisitamos escenas de nuestras vidas y sentimos el real dolor o angustia, gusto o amor que le hemos infringido a otros. Nos volvemos el objeto de nuestras acciones. Entendamos, sin embargo, que estas experiencias duran sólo un tiempo breve, lo suficiente para que entendamos el punto. El propósito de esta revisión no es castigarnos, sino el crecimiento espiritual a través mediante la comprensión de las ramificaciones de nuestras acciones, logrando así que nuestra compasión por los demás aumente. La gran ironía, sin embargo, es que cada vez que herimos a alguien, eventualmente nos herimos a nosotros mismos.

Todavía tenemos libre albedrío en el reino del espiritual pero, como prevalece la total honestidad, nuestra voluntad se asemeja más a la voluntad de Dios. La oscuridad de la duda no puede invadir la luz de la verdad. Sabemos, o sentimos, las verdades simples, y la fe se vuelve una certeza. No es necesario intelectualizar, analizar, comparar, racionalizar, justificar o practicar ninguno de los temerosos procesos de sobrevivencia en nuestra mente que conforman nuestra existencia terrenal.

En la luz de la verdad absoluta, revisamos nuestras propias vidas para iluminarnos. Este “juicio final” que es el que a todos nos han enseñado a temer no tiene nada que ver con una decisión entre el Cielo y el Infierno, aunque es fácil entender cómo esta concepción errónea ha sido promovida por personas guiadas por el ego que no tienen un conocimiento completo del amor de Dios.

La Trinidad también me dejo ver, como un avance noticioso, los eventos pasados y los eventos futuros posibles y probables que experimentaría después.

En este punto se debe notar, sin embargo, que los eventos del mundo no están predestinados por Dios. Hay una ley infalible del eventual bien (el mal es un destructor, eventualmente se destruye a sí mismo, y sólo el bien permanece), pero lo que pasa a lo largo del camino es el resultado directo de las elecciones que tomamos como individuos y como sociedad. Sin embargo, aunque sólo tenemos un conocimiento limitado de causa y efecto, Dios tiene un conocimiento supremo de causa y efecto a una escala universal.

Hacia el final de la sesión, se me dio a entender que yo podía afectar el impacto, incluso aún el resultado, de esos eventos futuros – si yo regresaba a la Tierra. Esa fue la única vez que sentí aprehensión durante mi experiencia de muerte.

Me rehusé llana y firmemente. Después de haber visto la llanura celestial, la Tierra era el último lugar donde quería estar. Además, yo sabía que lo que ellos me estaban sugiriendo involucraba un gran dolor – mucho más grande que el que ya había experimentado. ¿No podían enviar a alguien más?

Me hicieron entender que cada espíritu es importante en su contribución única al esquema de las cosas. No impartieron ninguna orden, y me hicieron entender que la elección de regresar me pertenecía a mí. Pero me aconsejaron con verdades adicionales que yo no podía discutir, apelando a la compasión y amor mejorados que había ganado en la revisión de vida.

Cuando sentí que mi voluntad comenzaba a cumplir, recurrí como último recurso a la medida más drástica a la que podía recurrir. Estaba luchando conmigo mismo, no con ellos, y caí de rodillas y comencé a rogarles que me liberaran de esta tarea. Yo quería quedarme.

Ellos se enfrentaron a esta acción con un sobrecogedor arrebato de amor que atravesó mi ser como un fuerte y cálido viento, y me dieron a entender que cualquier cosa que yo eligiera no disminuiría su amor por mí.

Entonces, me avergüenza decirlo, me tiré al suelo como un niño pequeño, pateando y gritando en una rabieta emocional. La Trinidad sólo me sonrió y me llenó de otra ráfaga de amor. Yo estaba tranquilo. Ya había hecho mi elección.

Pasé más tiempo en su presencia, intercambiando la Fuerza. Tuvieron una paciencia sin fin conmigo, porque la historia completa del universo no es más que un guiño frente a la eternidad, y el consejo con Dios es como un tiempo extra, donde no existe el tiempo.

Después de un momento, me sentí renovado, fortalecido y valiente. Así que me volví a la derecha, lo deseé, y me fui.

Instantáneamente, estaba de vuelta en la Llanura, de vuelta frente a mi entidad, flotando levemente por sobre ellos, como antes.

Comencé a compartir con ellos lo que había pasado en el Consejo, pero me di cuenta de que parte de ello ya se había bloqueado. Quizás Ellos habían compartido conmigo conocimiento que yo no podía retener o que no podía entender, para cualquiera que regresara a la Tierra. O, quizás compartieron conmigo ideas que yo ya había descubierto por mí mismo. Así es la responsabilidad del libre albedrío.

Mi entidad estaba decepcionada por mi partida, pero aceptaron mi decisión sin reservas. A pesar de que yo estaba consciente de mucho de lo que el Consejo me había revelado se bloqueó, no me di cuenta en ese momento de que mucho del conocimiento que había retenido de mi experiencia de muerte no tendría sentido una vez que regresara a la Tierra. Estaba regresando con conocimiento que no sería capaz de descifrar en muchos años.

Lo peor de todo, es que volvía sin el conocimiento exacto de qué es lo que se supone que tenía que hacer.

Esto me provocó dudas, pero sólo brevemente. Había hecho algún tipo de pacto conmigo mismo y con Dios – había muy poca diferencia – porque cuando somos auténticos en lo más profundo de nuestra alma, somos auténticos con Dios.

Volví mi voluntad hacia abajo, y, con otro largo sonido de vacío, estaba de vuelta en el cuarto de hospital.

¿Hubo una o varias partes de la experiencia especialmente significativas o críticas para usted? Por favor explique. Toda la cuestión fue tan profunda que toda ella tiene un gran significado.

¿Cómo vio la realidad de su experiencia poco tiempo (días a semanas) después de que sucedió? (escoja la mejor respuesta): La experiencia fue definitivamente real Ver #3

¿Cómo ve actualmente la realidad de su experiencia? (escoja la mejor respuesta): La experiencia fue definitivamente real Incluso después de cuatro décadas, esta experiencia permanece como el recuerdo más vívido.

¿Han cambiado sus relaciones específicamente como resultado de su experiencia? Sí Estoy en mi quinto matrimonio. Debido a la naturaleza universal de amor incondicional que encontré, no me imagino centrar todo mi amor y atención en una sola persona, y la mayoría de las mujeres que he conocido exigen eso. No es que sea infiel. Simplemente no puedo hacerlas el centro de mi universo.

¿Han cambiado sus creencias/prácticas religiosas específicamente como resultado de su experiencia? Sí He sido rociado y sumergido. He estudiado las siete religiones principales del mundo. No calzo en ninguna etiqueta, pero puedo calzar más cómodamente en el Deísmo.

¿Después de su experiencia ha tenido algunos otros eventos en su vida, medicamentos o substancias, que le reprodujeron alguna parte de la experiencia? No No hay experiencia en la Tierra, ni ningún estado químicamente inducido, que se pueda comparar.

¿Hay alguna otra cosa que quisiera añadir acerca de la experiencia? Lean el libro.

¿Las preguntas formuladas y la información suministrada por usted describieron en forma precisa y comprensiva su experiencia?

UN BIEN MAYOR

Parte 2, Capítulo 5

REAJUSTÁNDOSE AL MUNDO

Si hubiera sido mayor, podría haber sido diferente. Pero casi como cualquier adolescente, yo era muy impresionable sin darme cuenta. Mis ideas del mundo estaban formadas por una pequeña ciudad al sur de Illinois. Brisa [nota del traductor: en el original el nombre es “Breeze”] era principalmente alemana y católica. Tenía 3.000 personas que mantenían 30 tabernas.

Yo era un bastardo de un hogar roto viviendo en el lado equivocado de la ciudad. La mayoría de la gente “respetable” de Brisa llanamente no dejaba que sus hijos se juntaran conmigo o bien, siempre tenían alguna excusa conveniente. Así que desarrollé fuertes lazos con otros “parias” inocentes de las afueras.

Todos nosotros, supongo, operábamos bajo un derecho de nacimiento en que nos bombardeábamos con mensajes constantes de inferioridad.

No éramos niños de coro, pero tampoco éramos chicos malos. La verdad era, que éramos mucho mejores que la mayoría de la gente que nos juzgaba con dureza. Al ser jóvenes, actuábamos contra su injusticia hipercrítica, la que sólo se justificaba por sus opiniones estereotipadas. En cierto modo, aceptábamos sus condenas condescendientes y los dejábamos definir quiénes éramos. Íbamos juntos, así que nos veían como una “pandilla”. Algunos incluso nos llamaban la “Pandilla del lado Este”.

Para agregar, ahora yo tenía cicatrices en toda mi cara y ojos extraños que incomodaban a muchos.

Los primeros meses después del accidente, permanecí en un sentimiento de paz extremo. Ni siquiera pensé en salir con mis amigos porque su idea de diversión ya no me atraía. Mis antiguas obsesiones por el sexo y la aceptación se habían ido. Sentía amor por todos. Al mirarlos a los ojos, podía comunicarme con la esencia de sus seres de la misma forma que lo hice con mi entidad y con Dios durante mi experiencia de muerte.

Desafortunadamente, era comunicación en una sola dirección. Yo podía recibir, pero no podía enviar, y raramente sabía qué decir.

Muchos de ellos sentían culpa. Algunos de ellos, creo yo, sentían que yo podía leer su culpa, y eso los hacía sentir incómodos. Lo más problemático era que la gran mayoría de ellos trabajaba en una exageradamente mala concepción de Dios. Estaban cargados del Dios vengativo que creó el hombre y ese Catolicismo de mediados de siglo se había enraizado firmemente en sus disposiciones conducidas por la culpa.

La mayoría de ellos había pedido perdón sinceramente por sus pecados. Todos los buenos católicos va a confesarse regularmente, pero pocos de ellos piensan realmente que esto les de absolución total. No se daban cuenta de que habían sido perdonados antes de que lo pidieran, pero su incapacidad de perdonarse ellos mismos los mantenía aislados en una solitaria prisión de culpa. Es mucho más fácil creer en Dios que creer que Dios cree en ti.

Yo quería desesperadamente aliviar su confusión, pero no sabía cómo. Mis primeros intentos fueron fallas estrepitosas. Parecía que nadie le iba a creer a un chico de quince años con mala reputación y rostro con cicatrices. De hecho, en vez de acercarlos más al amor de Dios, los estaba alejando. Todos mis primeros encuentros me dieron la impresión de que les daba más miedo y rabia que paz y amor.

Ellos podían ver que yo había cambiado, correcto, pero deben haber pensado que yo estaba loco. Cada vez que miraba a alguien a los ojos, parecía por lo menos que los ponía incómodos. Uno incluso sintió escalofríos, pero tenía buenas razones. Cuando lo miré a los ojos vi que les había hecho cosas horribles a niños.

Cada vez que veía algo horrible o doloroso en los ojos de alguien, me dolía casi tanto como a ellos. Los muy jóvenes y la mayoría de los muy viejos estaban bien, pero casi todos los demás que estaban entre medio tenían pequeños sucios secretos que los carcomían y nublaban su juicio.

Era frustrante y doloroso. Me di cuenta de que estas personas realmente no me conocían antes, sólo el exterior. ¿Quizás lo hubiera hecho mejor con gente que ya me conociera y se preocupara por mí?

Mi pobre madre sufría depresión, y cuando le agregó alcohol, realmente se puso mal. Cometí el error de tratar de razonar con ella y hablarle del amor de Dios cuando estaba bebiendo.

“No me vengas con esa mierda de los malditos hipócritas de por acá” dijo. La miré a los ojos y vi el profundo daño hecho por un padre que había abusado sexualmente de ella cuando niña, y ella empezó a llorar.

Después de eso, pasé más tiempo afuera. Era en el bosque y a lo largo del arroyo donde el mundo tenía sentido y se sentía cómodo. Yo era parte de este mundo natural, pero me sentía alienado entre los edificios de ladrillo y de ego. Ningún hombre y nada hecho por el hombre me sentaba bien.

Los equipos electrónicos no funcionaban correctamente en mi presencia. Al principio pensé que era coincidencia. Después de un tiempo, sin embargo, noté que cada vez que me acercaba a mi madre mientras estaba usando la mezcladora eléctrica, esta corría esporádicamente, como si se cortara. Teníamos un televisor Philco con un botón en la parte de arriba que al presionarlo exploraba todos los canales. Cada vez que me acercaba al equipo, este rápidamente se ponía a explorar solo y no se detenía hasta que me alejaba.

Una vez mi madre, preocupada por mi inactividad y calma, insistió para que fuera con ella a un club local donde a ella le pedían cantar. Ella quería que me sentara en la mesa cerca del escenario, pero me di cuenta que mientras estuviera cerca del escenario, ningún equipo funcionaría correctamente. Los micrófonos emitían un horrible chillido de protesta, y los amplificadores de las guitarras se volvieron locos. No importaba los ajustes que hicieran, los chillidos y la estática volvían. Me moví un par de mesas hacia atrás, y el show continuó. Después me devolví al frente, y los mismos chillidos regresaron.

Todo esto era confuso y alienante. Quería regresar a casa – a mi verdadero hogar – de vuelta con mi entidad.

Un par de meses después del accidente, Ron vino a buscarme, y salí con él. La “pandilla” seguía haciendo las mismas cosas, lo que usualmente incluía alcohol. Ellos veían esa forma de pensar y actuar como diversión y libertad. Ahora yo lo veía como una lastimera forma de cubrir su dolor, confusión y rabia – y sentí que esto mataría eventualmente a la mayoría de ellos de una forma u otra. A menudo no son nuestras decisiones lo que nos acerca a nuestro destino – sino que nuestra confusión.

Movido por la compasión, comencé a hablarles con tal sabiduría y elocuencia que me sorprendí. Era como si alguien más estuviera hablando a través de mí, alguien que supiera exactamente qué decir, sin ninguna reflexión previa de mi parte.

Por un momento, se quedaron sin habla. Después uno de ellos cuestionó la lógica de una de mis declaraciones. Como podía leer su alma, le expliqué de una forma hipotética que le hablara directamente al problema que lo aquejaba, sin dejar que el resto supiera su secreto. Él estaba visiblemente calmado, y yo estaba lleno de paz y amor.

¡Finalmente! Había funcionado. Había tocado el alma de alguien.

Todos permanecimos en silencio un par de segundos, y después uno de los chicos, al que apodábamos “Doc” se volvió hacia mí, llevó su cerveza a su boca, se la bebió por completo y dijo: “A la mierda. Emborrachémonos”.

Me acerqué y suavemente tomé a Doc por el codo, pero no sabía qué decir. Habíamos sido buenos amigos, y había admirado sus muchos talentos, pero también sabía que él estaba entre aquellos que morirían jóvenes. Antes de que pudiera decir algo, Doc quitó el codo, me miró despectivamente, y me dijo con humor sarcástico: “Ronnie – él es una madre para todos nosotros”.

Todos se rieron, excepto el que yo había tranquilizado. Él estaba a espaldas del grupo y se mantuvo mirándome en silencio. Me agarré la cabeza y me alejé angustiado.

Mi amigo, Ron, agarró a Doc fuertemente por los brazos, y le preguntó por qué había hecho eso, y le dijo que había herido mis sentimientos. (Es la única vez que recuerdo mencionar la palabra “sentimientos” en ese grupo de machos).

Doc se sacudió para liberarse de Ron, miró en mi dirección y dijo “Él me pone la piel de gallina, y ya no quiero tener nada que ver con él nunca más”.

Me di vuelta y lentamente me fui a casa. Después Ron llegó y me pidió que volviera. Yo aprecié su preocupación y gentileza, pero le dije “Es que ya no encajo”.

Y ya no encajaba... en ninguna parte. Supe que la experiencia me había cambiado. Incluso aunque habían pasado meses, aún me parecía más real y vívida que la vida misma, aunque para entonces el mundo había perdido mucha de su atmósfera como de ensueño. Y el mundo natural había perdido algo de su vívida belleza. No le había dicho a nadie de la experiencia, y no lo haría por muchos años.

De lo que no me di cuenta en esos intentos tempranos es que cuando volví a mi forma humana, mi ego volvió con ella. El ego es astuto, imperceptible, poderoso y paciente. Sentía frustración y rechazo porque esperaba que mis esfuerzos produjeran cierto resultado. Eso no sólo no pasó, sino que parecía que pasaba lo opuesto la mayoría de las veces, mi ego lleno de orgullo, pobre de mí, estaba herido. Me sentía inadecuado, y eso es todo lo que el ego necesita para salir y correr. La autocompasión es sólo el orgullo vuelto hacia el interior.

Estaba jugando a Dios y no me había dado cuenta de que todo lo que podía hacer, todo lo que se supone que tenía que hacer, era llevar el mensaje. Que fuera aceptado o rechazado dependía completamente del individuo. Ni siquiera Dios interfiere con el libre albedrío. Todo lo que podemos hacer es plantar semillas.

A través de esta auto-duda, comencé a dudar de mi salud mental y de la validez de la experiencia. Intentaba decirme a mí mismo de que sólo fue un sueño inducido por el trauma. Cada vez que pensaba en la experiencia, sabía que era real. Pero seguía diciéndome que era un sueño, y cualquier cosa que una persona se diga una y otra vez se vuelve su sentido de realidad.

UN BIEN MAYOR

Parte 2, Capítulo 6

DOS DÉCADAS DE NEGACIÓN

Por un par de meses estuve calmado en mis asuntos. Aún sentía paz extrema, pero me aislaba a mí mismo, y me negaba a mirar a nadie a los ojos. Gastaba todo mi tiempo libre al aire libre, y, desde que tuve vacaciones de verano, eso significaba casi todo el día todos los días. Me sentía mejor cuando mis piernas se columpiaban sobre la orilla en la apartada curva de un arrollo, o cuando estaba lo suficientemente lejos en lo profundo de los árboles.

Me encantaba cazar y pescar como un niño, y era bueno haciéndolo, pero durante este periodo no disparé mi arma cuando surgía la ocasión ni tampoco usaba mi anzuelo. La caña y el arma eran sólo teatro para las personas que me preguntaban qué estaba haciendo, así me pasaban por alto.

No era que hubiera desarrollado alguna aversión a atrapar y comer gamo o pez. Sólo estaba enfermo de nostalgia de mi hogar. Deseaba morir, y durante una de mis largas excursiones al aire libre, le recé fervientemente a Dios para que me llevara a casa. Tan pronto como lo dije, sin embargo, me atravesó una ráfaga de paz y amor como un viento tibio.

“¿Qué es lo que se supone que tengo que hacer?” lloré.

Estaba molesto por mi pacto, cualquiera que fuera. Era muy difícil para mí, y me sentía atrapado en el enfermo y lleno de dolor tercer planeta desde el Sol.

Parecía imposible negar la experiencia. Ningún sueño podría tener tal efecto. Un sueño no podría haber cambiado tan completamente la forma en que pensaba y sentía. Mis habilidades motoras y especialmente mi habilidad de comprensión eran mejores que antes del accidente, así que sabía que no era el efecto de una herida en la cabeza.

Yo no estaba “loco” – pero tampoco era “normal”. Podía ver lo insano del temor llevado por el ego que era considerado normal. Casi todas las formas en que se comporta el mundo son provocadas por algún tipo de miedo consumado o sin consumar, y yo no tenía ninguno de esos miedos, así que yo no era normal.

Por semanas estuve hablando sólo cuando me hablaban, e incluso entonces mis respuestas eran una forma de abreviatura verbal. Me disgustaban los cotilleos. Las palabras en general me parecían poco efectivas, y anhelaba comunicarme en la forma en que lo había hecho en las Llanuras, con verdad total, comprensión total.

Después de un par de meses, sin embargo, empezó la escuela, y fui forzado volver a la sociedad. Empecé a hablar un poco con los miembros de mi familia y a intercambiar palabras con las personas con las que me encontraba en mi rutina diaria. Pero no miraba a nadie a los ojos – a nadie. No quería conocer su dolor. No me imaginaba que de todas formas podía ayudarlos, y ya no quería hacer que nadie se sintiera incómodo.

Como volví a mis actividades normales, intenté sacar la experiencia de mi mente. Muy gradualmente, volví a mi vida sigilosamente. Comencé intentando complacer a la gente, darles lo que querían, o actuar como ellos esperaban que actuara, y así ellos podrían darme lo que yo quería. Y primero que todo yo quería ser aceptado.

Así es cómo comenzó todo. Así es cómo las sociedades se forman sobre la base del mínimo común denominador y el pensamiento verdaderamente individual es desestimado. Un leve pensamiento egocéntrico construido sobre otro a medida que mis deseos y necesidades externas se multiplicaban y mi satisfacción buscaba ser aumentada. Me puse a re-desarrollar un típico súper-ego Freudiano.

La mayoría de la honestidad que aún tenía estaba temperada por la anticipación de las consecuencias, además gran parte de ella estaba editada, o torcida o levemente exagerada. Aún pensaba que estaba siendo honesto en comparación con las otras personas. Mis amigos confiaban en mí por mi honestidad – incluso me jactaba de eso en alguna ocasión. Yo no les hubiera mentido sobre nada importante, pero ya no estaba operando con la honestidad absoluta que había aprendido en las Llanuras.

No sé cuánto tiempo tomó, o cuándo sucedió exactamente, pero un fin de semana yo estaba bebiendo con los chicos, bromeando y actuando como un idiota. Uno de los de la pandilla me dijo: “Me alegro de tener al viejo Ron de vuelta. Por un tiempo estuvimos muy preocupados por ti”.

Encontré nuevamente la aceptación, y algo de sus juicios y razonamiento adolescente – a veces – me hacían un poquito de sentido, pero la verdad absoluta es que empecé a ignorar el sentir de mi alma por el razonamiento de una norma social.

Nos reíamos mucho y corríamos libres – como gacelas en una pradera. Pero todavía sabía que había un león esperando para devorar a alguno de nosotros en el corto plazo. No sabía exactamente cómo o cuándo – sólo que pasaría. Nunca dije nada adicional sobre eso, y me arrepiento hasta el día de hoy.

El primero en irse fue un amigo de mi primera infancia, Terry, al que realmente había amado. Terry y yo habíamos separado nuestros rumbos antes del accidente, y después del accidente no podía soportar ver su dolor. Tenía la constitución de Mike Tyson y nunca perdió una pelea callejera, la que en esos días eran más como partidos regulados de boxeo que las peleas sangrientas de hoy. Esos partidos menores no eran sólo pruebas de fuerza, sino de integridad adolescente. Pero Terry había comenzado a golpear a la gente terriblemente sólo porque podía. Sus miedos y rabia lo consumieron, y su lado malvado luchaba por alejar mucho de su control común. Me hirió enormemente ver la forma en que había cambiado y sufrido por ello. Sabía que él sufría mucho más que las personas que hería físicamente.

En la madrugada, Terry conducía por un camino del condado a alta velocidad y golpeó un tanque séptico, matando instantáneamente a tres pasajeros. Un par de horas después, Terry murió también en el hospital. El accidente provocó un gran revuelo en la comunidad, y algunos de los muchos enemigos que tuvo especulaban que Terry se había suicidado y se había llevado otras tres vidas con él. Yo sabía que él se había quedado dormido – o se había desmayado – en la carretera.

Mi hermano, Ted, también estuvo fuera hasta tarde esa noche, y me despertó para darme las noticias cuando llegó a casa. Le hice un par de preguntas para saber los detalles, pero eso era todo. Ted sabía lo cercanos que Terry y yo habíamos sido, y cuando no demostré aflicción por la noticia, él dijo “¿No estás triste? ¡Era tu amigo!”

“Era seguro que pasaría” fue todo lo que dije.

Ted me miró extrañado, se encogió de hombros y se fue a dormir.

Una experiencia de muerte no sólo remueve el temor de una a morir, sino que cambia toda la perspectiva del proceso final de la vida. El proceso que nos lleve a la muere puede ser aterrador, pero la muerte es una liberación y transición maravillosa para todos nosotros. Para algunos, es una gran bendición. Sabía que extrañaría a Terry, pero esa era una forma egoísta de aflicción. De hecho yo estaba feliz por Terry. Dudo que alguien más hubiera sabido lo grande de su agitación y sufrimiento los últimos años de su corta vida.

Yo no estaba preparado, sin embargo, para lo que pasó en el funeral. Mi amigo, Ron, que en realidad no se preocupaba por Terry, fue a verme para darme apoyo moral. Yo estaba de pie, solo frente al ataúd, deseándole silenciosamente lo mejor, casi felicitándolo, cuando su padre, Bud, se me acercó por la espalda y puso sus manos sobre mis hombros.

Dijo algo, pero no tengo idea de lo que fue, porque en el minuto en el que me tocó, me vi sobrepasado por la aflicción de Bud. Me estaba entrando a través del tacto, y era tan intensa que no sé cómo lo soportaba. Visiones de Terry y de mí jugando con tractores de juguete en la tierra se vieron mezcladas con escenas de Terry yaciendo destripado sobre una camilla. Vi sus intestinos sobresaliendo y su rostro destrozado más allá del reconocimiento. Yo no había sido testigo de eso. Esas no eran mis visiones de Terry, y me di cuenta de que mi presencia intensificaba el dolor de Bud.

Yo simplemente no podía manejarlo. Me deslicé para quitarme su mano. En el segundo en que terminé el tacto con Bud, la aflicción y las visiones se detuvieron. Rápidamente dejé el funeral y me fui a casa.

Ron me alcanzó. Después de que hubiéramos caminado como una cuadra, me fui detrás de un seto y me quebré.

“No debes estar avergonzado de llorar, Ron. Sé lo cercanos que eran Terry y tú”.

No le podía decir a Ron que no estaba llorando por la pérdida de mi amigo, sino que por la aflicción de su padre. No podía decirle de la conexión psíquica. Y no podía decirle que en ese momento yo lloraba más que nada por mí mismo. Tenía todos esos raros poderes de percepción, y me estaban haciendo, y a aquellos a mi alrededor, más miserables. Veía estos dones como una maldición.

Comencé a evadirme con alcohol, porque bajo la influencia de esa droga era el único modo en que era capaz de negar mi experiencia de muerte y, hasta cierto punto, escapar de mis habilidades psíquicas.

Doc era el siguiente en morir – también en un auto.

Después de un par de años de negación y de beber, mis esfuerzos de negar mi experiencia comenzaron a dar sus frutos. Este abuso de drogas y autoengaño, sin embargo, me puso en el camino a un lugar donde “había llanto y rechinar de dientes”, una jornada a través de un infierno viviente.

Durante este largo periodo, sin embargo, continué manteniendo tres principios básicos de mi experiencia de muerte: la inverosimilitud del suicidio, la inhabilidad de herir intencionalmente a la gente, y no temer a la muerte. Sin estos principios básicos e innegables, fácilmente me hubiera podido convertir en uno de los villanos más infames de la historia, y en algún punto seguramente me habría matado.

Sin embargo, debido a estos tres principios básicos, la angustia mental y sufrimiento que tenía que soportar se veían tremendamente intensificados. A menudo sobrepasaba el punto de angustia que lleva a la mayoría de las personas a terminar con sus vidas, pero debido al pacto, ni siquiera podía mantener la idea por más de un par de segundos.

A pesar de que a través de esas dos décadas de negación me esforcé por luchar para encontrar una salida más fácil y suave, realmente no la había – excepto mediante una rendición total al Poder Superior en la mayor desesperación. En el punto más cercano del total quiebre físico, mental y espiritual – de nuevo cercano a las puertas de la muerte – tuve la primera de una larga serie de experiencias espirituales que terminaron con la iluminación final cuando terminaba los 30.

Este periodo de iluminación intelectual no sólo borró todas las dudas de mi experiencia de muerte – la iluminó de entendimiento. Estas dos bizarras experiencias espirituales fueron igualmente profundas y complementarias. Combinadas, me dieron una filosofía de la vida y la muerte que ahora, otros veinte años después, me veo en la obligación de explicar.

Con la sabiduría de la retrospectiva, me he vuelto un agradecido del dolor y sufrimiento que soporté durante las dos décadas de negación. Fueron los dolores de parto de la verdadera iluminación espiritual. No hay ninguna experiencia en mi vida que pueda ser más profunda que mi experiencia de muerte, aunque no me dio una completa comprensión del “Camino”. Tenía que encontrar por mí mismo qué es lo que realmente era correcto e incorrecto a través del sufrimiento, como debemos hacerlo todos.

No daré más detalles de mi vida por un par de razones. Primero que todo, podría tomar demasiado espacio y podría aburrirlos. Tengo cosas mucho más importantes que decir sobre el Paraíso y la Tierra y la vida y la muerte que nos afectan a todos. En el gran esquema de las cosas, mi vida no es más importante que la de ustedes y realmente no quiero ninguna atención. Además, no quiero tener la oportunidad de dañar a alguien con una narración pormenorizada de los sucios detalles.

Es suficiente decir que creo que esas dos décadas de negación fueron la parte aterradora de mi trato con Dios. Aún no estoy seguro de los detalles exactos de mi pacto, pero quizás este libro completará la promesa y pueda irme a casa.

¿Hay algunas otras preguntas que deberíamos hacer para facilitarle comunicar su experiencia? ¿Quién hizo el cambio en tu vida? ¿Cuáles fueron los resultados positivos y negativos?