ECM de Pascal C
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Descripción de la experiencia:

He aquí una de mis experiencias... Esta es una posterior a un intento de suicidio…

…Estoy tambaleándome, y sin embargo, me las arreglo para avanzar en esta tormenta de enero, la nieve azota mi cara en ráfagas frías, ya no puedo hacer nada más, mi fuerza está abandonándome, siento como que me voy a desvanecer. ¡Colapso! Puedo detectar algunos puntos de referencia, sin embargo, me muestran que sólo quedan unos cien metros que cubrir para llegar a la casa. En un momento pensamientos incontables relampaguearon en mi mente, moriré congelado en un banco de nieve, ser golpeado ingenua y estúpidamente por la pala de nieve, simplemente sin decir nada, “¡Tú vales más que esto, hombre! Te levantarás y caminarás los... metros que faltan. ¡De ninguna forma te quedarás afuera en esta... tormenta!” me grité con todas mis fuerzas. No me pregunten cómo encontré la energía para llegar a esa puerta, pero nunca esa distancia tan corta me pareció tan larga, en tiempo calculable. Más de una docena de veces me vi a mí mismo cayendo y volviendo a levantarme. Mi visión borrosa me hizo ver espejismos, oasis como los de las novelas que leí cuando era niño, relacionados con historias fantásticas que ocurrieron en los desiertos más áridos y profundos. De alguna forma, eventualmente alcancé el portal de esta casa de la montaña, para nadie nunca había sido tan difícil abrir una puerta, sentí que debía pesar por lo menos una tonelada. Eventualmente se abrió, me sentía como plomo, sintiendo el calor de esta casa sin pretensiones me envolvía, como si supiera que necesitaba su ayuda.

Permanecí ciertamente media hora en el piso, quizás más, golpeado por la Madre Naturaleza, recuperándome lentamente de mi tormentosa jornada. Pero ese fue el principio de esa larga noche, la que marcaría mi vida para siempre.

Comencé a recuperar mis sentidos, por lo menos, mi cuerpo ya no se estaba congelando hasta la muerte. Pero recordé repentinamente lo que me llevó a salir esa noche de enero de 1989. No podía soportarlo más, el dolor de no saber quién era, lo que realmente quería en la vida, tener que dejar todo y encontrarme a mí mismo sólo en el Universo, tener que reconstruir una realidad, sin vivir de la comprensión humana y perder a toda mi familia, mis amigos, eso era demasiado.

Abriré un paréntesis para mencionar el trasfondo del asunto para ti...

Un par de horas antes, había tomado un centenar de aspirinas, como veinte Empracet [nota del traductor: Empracet es un analgésico fuerte con Acetaminofen y Codeína Fosfato] y otras píldoras pequeñas guardadas en el botiquín familiar. Entonces decidí confrontar a Dios en la Iglesia de la villa, nunca me preocupé de la temperatura, él tenía que responderme. Estaba volviendo de la villa cuando comencé a perder la fuerza en mi camino de vuelta.

Había maldecido a Dios por todas mis desgracias.

¿Por qué tenía que pasar por toda esta agonía? ¿Por qué él me había abandonado, dejándome en la más profunda oscuridad espiritual y soledad? ¿Por qué todas mis preguntas existenciales permanecían sin responder, incluso por el mayor, supuestamente sabio, en mi congregación?

Pero entonces una suave voz interna me dijo que volviera, tendría todas las respuestas a su debido tiempo. Entonces lo hice, con las manos vacías y sin habla, las lágrimas corrían por mi cara provocadas por mi dolor, por mi sufrimiento. Regresé de la Iglesia y me dirigí a la casa de mis padres. Es en esta parte en que el relato nos convoca.

…¡Cierro el paréntesis!

Mi mente recuerda todo lo que el frío había borrado de mi memoria. Había luchado para no morir congelado por una simple noche de invierno, para morir mejor en el calor. Ya no intento entender las frecuentes contradicciones de la mente humana, podía perder la vida en un contexto sin fin, ¡literalmente! Tranquilamente me rendí, me tambaleé al baño, tuve que escalar una docena de escalones los que, en ese momento, parecían como vallas que saltar en una carrera de obstáculos, pero sin ningún entrenamiento. A mi alrededor, todo estaba distorsionado, mi cara en el espejo del baño se parecía a las fotografías que salían en la película “El Aro”. Decidí tomar una ducha, por última vez quería sentir las gotas de agua en la piel, calmándome. Creo que mi decisión de terminar así ya no puede ser cuestionada, la muerte es bienvenida, ya no puedo retroceder, y lo acepto.

Mi mente se vuelve más y más confusa, incluso pierdo el equilibrio. Mi cuerpo cae lentamente, como si todo fuera vacío, entonces el golpe en el piso, brutal y doloroso, este golpe me trae repentinamente a la realidad actual, ¡estoy muriendo!

Una dura realidad, pero encuentro la fuerza para levantarme y dirigirme a mi habitación, mi refugio personal, mi cueva, mi jardín secreto. Debo disculparme con ustedes, mis queridos lectores, porque en el trayecto de la ducha a mi cama no tengo recuerdos pero en mi velador, en la que había dejado la carta dirigida a mis padres clavada con un bisturí ¡ya no estaba! Así que ellos estaban conscientes y no hicieron nada, por lo tanto, ya nada me retiene a este mundo.

Me veo a mí mismo postrado en la cama, sufriendo en agonía, el cóctel que me tragué toma todo su efecto. Se intensifican los tormentos, sacudidas, convulsiones, lágrimas, vómitos y de repente, inesperadamente, calma, completitud. No siento nada, un vacío total pero reconfortante, todo es negro ahí.

¿Pero dónde estoy? ¿Es este el corredor de la muerte dándome la bienvenida de esa forma?, simplemente tan pacífico. Nunca me sentí tan bien. ¿Es este el nirvana visto por tantos maestros de yoga, la pacificación del alma, liberación, el encuentro con otra realidad? No puedo decirlo, dejo que lo analicen ustedes mismos, yo sólo puedo contarlo.

Así que, esta historia de mis historias épicas como “tanatonauta” (ver el libro “Los Tanatonautas” de Bernard Weber, los viajeros de la muerte). Historia real o imaginación de una consciencia o subconsciencia moribunda, espasmos de una mente que vislumbra su fin, no podría decirlo, ¡nada es seguro! Son sólo palabras, palabras para describir este episodio de vida, esta historia fuera de lo común.

Siendo racional, objetivo, de mente abierta, siempre interesado en saber todos los hechos, yo mismo no puedo entender todo el alcance de ésta. Sólo compartirla, con una preocupación especial: humildad.

Entonces, estaba yo diciendo: un sentimiento de bendición absoluta, encuentro con lo divino, estoy volando entre las estrellas, con una velocidad que no conocía, que ni siquiera las mejores novelas de aventura pueden describir. Estoy entre las estrellas, soy una estrella, siento hilos brillantes que se dirigen todos en una dirección, hacia un punto en el fin del Universo. Hacia qué y por qué, no quiero preguntarlo, simplemente lo sigo sin pensar.

¿Qué podría ser peor? ¿El Infierno? No me hagan reír…

Sigo disparado a través de las estrellas y contemplo la belleza de este universo conocido, pero quizás no tan conocido. Estoy siguiendo las estrellas fugaces que me rodean, ¿todas ellas serán almas de fallecidos dirigiéndose a lo desconocido? No importa. No quiero mirar hacia atrás, dejar esto por una vida de dudas y soledad, bah! No vale la pena. Estoy corriendo, cuando repentinamente siento algo, alguien que me retiene. Oigo una voz que me dice que no siga, me empuja por este hilo de luz que está detrás de mí desde que entré a este nuevo mundo. Miro hacia atrás y veo esta entidad, calmada, sin rostro, con maneras femeninas, que me dice:

“Espera, ¿qué estás haciendo? No puedes decidir por ti mismo el tiempo de irte, tienes una misión que completar, de ninguna forma te dejarán dejar ese mundo de esta forma. Tienes que volver y hacer lo que tienes que hacer.”

“Nunca,” respondí, “Nunca voy a regresar. Y no puedes hacerme cambiar de opinión, ¿quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer? ¿Cuál es la misión o propósito del que estás hablando?”

“Sólo sígueme.” Dijo ella insistentemente pero con una suavidad con la cual no se compara ni la seda más preciosa de este mundo.

Ahí, extrañamente, en el medio de la nada, me vi a mí mismo en el centro de una habitación estelar. Los muros estaban cubiertos por luz de estrellas, sólo estrellas. La entidad me guió al centro de la habitación y se dirigió a lo que parecía ser un consejo. Tomó su lugar, sentí una paz en ella, como si simplemente hubiera prevenido lo irremediable; repentinamente, me sentí rodeado, como si los demás se hubieran teletransportado ahí. Aquellos que ahora llamo, cuando toco el tema, el consejo de los siete o de los nueve (no estoy muy seguro si había alguien más porque a veces en mis sueños la cantidad es diferente, debería hacerme hipnotizar para tener un conocimiento más detallado de los hechos, jajaja).

En ese momento, tengo la sensación de estar en una corte de justicia, pero en vez de nuestros aburridos jueces había simplemente seres de luz a mi alrededor, sin nombre, sin rostros, sin género. Esta sensación se detuvo cuando una voz sabia y madura habló en mi cabeza, “¿Por qué quieres terminar de esta forma? ¿No te ofreciste tú mismo para completar esta misión en este planeta? ¿Olvidaste el propósito de tu venida a la Tierra? ¿Acaso tomar forma y vivir entre ellos te hizo caer de tal forma en el olvido?”

Extrañamente, esa voz tan familiar para mí, pero de ninguna de mis experiencias de vida. ¿Muy atrás en mis sueños tal vez? En mis recuerdos más lejanos, no podía encontrar la memoria de un hombre hablándome de esta forma.

“Debes volver hacia el lugar del que viniste. Tu tiempo no ha llegado.” Me dijo otro, de alguna forma una voz más aguda.

“¿Quién crees que eres, que quieres decidir tu destino?” dijo una voz a mi izquierda, más hostil que las anteriores.

“Tómalo con calma, no olvides que su mente dejó nuestro mundo por mucho tiempo y puede estar alterado por todos esos siglos gastados en el otro mundo.” Dijo la voz que me sacó de mi ascensión celestial. “Pero no puedes permanecer entre nosotros, tú lo elegiste, debes completarlo por tu propia voluntad.” Dijo ella.

“¿Pero de qué misión están hablando? No entiendo nada de lo que están diciendo, no quiero volver ahí. ¡Esta soledad es tan profunda y agónica! Ustedes deben responder. Díganme cuál es esta misión, ¿quiénes son ustedes? ¿quién soy yo?”

Una voz coincidente con el grupo reunido resolvió instantáneamente el tema, nadie hubiera siquiera querido o pensado en susurrar o suspirar, “Lo entenderás a su debido tiempo, no se te contestará ninguna pregunta. Deja que el tiempo actúe, sé fuerte, no dudes y sabrás. Las respuestas se te darán a su debido tiempo, depende de ti obtenerlas. Nada se da gratuitamente al que tiene las claves del conocimiento.”

Quien me sacó de mi viaje sideral, me dijo con su voz calmada y serena. “Vamos, te esperan muchas pruebas, no dudes, no busques respuestas, las tendrás cuando el momento haya llegado. Ten autoconfianza, escucha tu voz interior, tus sentimientos, y lo sabrás. No necesitas nada, sólo viviendo encontrarás tu propio camino. A través de tu jornada encontrarás a aquellos que, como tú mismo, no saben pero progresan lentamente en el camino. Cree en ti mismo, escucha tu voz interior.”

Después de esas palabras, no recuerdo nada, vacío, nada.

Los 15 años siguientes me he estado preguntando, por qué yo, he ido en regresión, dudando. Me ha ocurrido una cantidad de diferentes eventos, a su debido tiempo seré capaz de contárselos en orden para que se hagan una idea. He ido a psiquiatras, hombres sabios, médicos y especialistas a los que les he hecho mis preguntas. ¿Soy normal? ¿Qué significa esto? ¿Por qué yo? Debe ser mi imaginación tomándome el pelo.

Todos me respondieron de la misma forma, por qué dudas, por qué buscas una confirmación siendo que tú sabes qué hacer. Actualmente, después de haber analizado de todas las formas posibles, no afirmo nada, no tengo respuestas que dar, no quiero ser el maestro de nadie, simplemente lo tengo que compartir. ¡Quizás tú seas aquel que pueda aclarármelo! Tengo muchas ideas, muchos pensamientos, pero curiosamente ninguna pregunta, quizás porque me cuestioné mucho y me quedé corto de preguntas. Leí a los grandes maestros, me abrí al conocimiento de este mundo y tengo algo cierto en la vida, tengo que compartir esto contigo, es decir la importancia de tener consciencia de nuestras propias habilidades, la importancia de los lazos que construimos con nuestros vecinos, y la naturaleza, la Tierra.

La clave es tener un cuerpo sano en un espíritu sano, los cuales son los pasos, la vía, los enfoques... Espero que a través de compartir humildemente esta experiencia, puedas aclarármelo... Sin pretensiones, respetuosamente, con la mente abierta, imparcialmente, mejorar en lo personal pero primero que todo compartir una profunda y sana amistad...

Estamos solos, pero como un grano de arena, juntos formamos una playa, un planeta.

Estaré encantado de relatarles más aventuras de este viajero de la muerte que simplemente recuerda.