EAFV de Myra E
La Última Milla
(Experiencia de Aproximación al Fin de la Vida de su Abuelo)
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Descripción de la experiencia:

Nadie me dijo que el abuelo había empeorado. Sabía que estaba en la Clínica Geriátrica de Sayre. Lo había visitado allí antes de dejar la ciudad (esto era en 1974) porque sabía que pasaría mucho tiempo antes de que volviera a verle. Por entonces, parecía tener relativamente buena salud. Siempre había sido alto y delgado. Sus amigos lo llamaban “Slim” (“Flaco”). Su enfisema era molesto, pero llevaba mucho tiempo sin agravarse. Frecuentemente le sucedía que se agotaba y dormía mucho. Yo no era consciente de que las cosas podrían cambiar rápidamente. Pero también podría ser cierto que simplemente no lo quería saber.

Una mañana desperté de un sueño inquietante. Era mi turno de trabajar en la cocina esa mañana y de todas maneras tenía que levantarme temprano. La mujer en el cubículo dormitorio de al lado era amiga mía. Estaba despierta y escribiendo en su cuaderno. Para ella era un buen momento para escribir, cuando todo estaba quieto. Estaba tan turbada por mi sueño que tenía que decírselo a alguien.

Susurré: “Brooke, necesito hablar. ¿Te importa que entre?”

Permitió que me sentara en su cama y escuchó cómo le contaba mi sueño. Era una persona inteligente y su ocupación principal es el trabajo social. Pensé que podría ayudarme a poner orden de nuevo o simplemente ser mi amiga y abrazarme. Me embargaba una horrible sensación de terror.

Le conté el sueño. Empezó conmigo andando por un camino en un lugar muy oscuro. Tenía la sensación de que había sombras a cada lado. Mientras avanzaba, podía sentir que había otros a mi alrededor. Una sombra se separó de la oscuridad a mi izquierda. Podía sentir que era una persona pero no podía verla o distinguirla. La voz era masculina y familiar pero no lograba reconocerla. Dijo: “Debemos apresurarnos”. La sombra dijo que debíamos andar más rápido y mantenernos en este camino. Pude ver otras sombras de vagos contornos revolotear delante de nosotros. Algunas sentían y decían cosas como: “No quiero hacer esto”. Otras se sentían muy felices con este paseo. Algunas estaban impacientes por avanzar y otras eran reacias. Las que más me turbaron eran las sombras deformes que estaban completamente aterrorizadas. Lamento decir que estas sombras me dieron la impresión de no ser muy agradables o buenas.

La gran sombra a mi lado no mostraba ningún sentimiento en particular salvo una prisa por ir al sitio hacia el que caminábamos. No pareció pasar mucho tiempo antes de que pudiéramos ver una luz delante de nosotros. Fue entonces cuando me di cuenta de que estábamos en una especie de túnel. Las paredes no tenían una apariencia definitiva ni sólida. (Bien. Ahora recuerdo esto. Nunca había leído nada relacionado con las experiencias cercanas a la muerte. ¿Se había escrito sobre el tema en aquella época? Lo ignoro. No estaba pues familiarizada con la imaginería de las experiencias cercanas a la muerte, etc.). La figura a mi lado empezó a apresurarse y a meterme prisa: “¡Rápido, rápido! Tengo que ir allí”.

Nos aproximábamos más y más a aquella luz. Empecé a sentir calor y la sensación de ser atraída por ese calor. Suena cursi decir que simplemente “sabía” que si podía alcanzar aquella luz todo iría bien. Se trataba de todo aquello que amamos englobado en una luz. Era el sentimiento de estar en el hogar, la familia, la seguridad y el amor. Era un sentimiento de pertenencia que desde entonces nunca más he vuelto a encontrar. Entonces, la sombra a mi vera se detuvo bruscamente. No habíamos alcanzado ni el final ni la luz y nos habíamos detenido. “¿Por qué?” Pregunté. “Ahora tienes que volver” dijo con dulzura la silueta oscura. “No puedes quedarte”. Pude sentir su tristeza por tener que decir esto, pero rápidamente fue sustituida por la alegría mientras volvía a avanzar. Me desperté bruscamente en mi cama. Era un sueño. Sin embargo, no pude deshacerme de él cuando desperté.

Contárselo a Brooke me ayudó un poco. Pude sentirme menos inconexa. Cuando le dije: “Siento como si hubiese perdido algo precioso, no pude quedarme y eso me ha hecho muy desgraciada”. Ella se rió y dijo: “Pero si tan sólo fue un sueño, querida”.

Fui a trabajar a la cocina. Mientras pulía el acero inoxidable de la encimera de la cocina, pensaba en la figura que estaba en mi sueño. ¿Qué se suponía que significaba aquello? Alcé la vista y Bárbara W. estaba de pie en la puerta de la cocina. Ella era la responsable de dirigir el lugar, pero al mismo tiempo éramos muy próximas. Pude leer la preocupación en su rostro. Dije: “¡Oh Dios mío! ¡Es mi abuelo! ¿No es cierto?” Ella asintió tristemente con la cabeza. Hilos de sudor corrían por su cara debido al calor de la pieza, casi como lágrimas en el lugar equivocado. Todo destacaba en profundo relieve. De repente, el significado del sueño se precipitó sobre mí. El abuelo había muerto. ¡Aquella figura delgada era la suya! Quizás yo no había querido saber que se trataba de él. ¿Quién sabe? Él se había ido y, de alguna manera, yo había recorrido con él aquella última milla. ¿Cómo fue posible? No lo sé, pero nunca he dudado de que ocurriera realmente.

Pude reflexionar sobre ello en los años que siguieron. Creo que él y yo estábamos relacionados de tal manera que pudo llevarme consigo a aquel último paseo. Sí, creo que pasó realmente. No fue un sueño. Confirmaré que lo hice a cualquiera que quiera escucharme. También he leído algunos relatos de ECM y sé que es eso lo que pasó. Ellos confirman mi relato. Aunque nunca he leído ningún relato que hable de otros haciéndolos pasar por el túnel ni de los sentimientos de reticencia que algunos sentían. ¿Qué fue de aquellas figuras que tenían miedo? ¿Cómo podían tener miedo si la luz hacía sentirse tan bien? ¿No sentían los mismos sentimientos que yo? ¿No veían ellos una luz blanca que los atraía como me pasaba a mí? ¿Qué veían ellos? Aquellas pobres almas siguen preocupándome. Sé que el abuelo era feliz y eso me tranquiliza. Me cuesta esperar hasta el día en que se me permita volver a aquel lugar.