EMM Louis L
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Descripción de la experiencia:

La experiencia que voy a compartir sucedió cuando caí de un acantilado de un altura de treinta a cuarenta pies. Específicamente sucedió durante el tiempo en que mis pies dejaron el suelo y tocaron el fondo, probablemente menos de un par de segundos. No estoy seguro si llamarían a esto una experiencia cercana a la muerte. A pesar de que se me dio a elegir no regresar, podría caber más en una experiencia fuera del cuerpo.

Creo que el año era 1.973, yo tenía trece años, lo recuerdo porque mi madre había comprado un Landrover modelo 1.973 o podría haber sido un modelo 1.974. Ella era un poco geóloga y solía llevarnos a mí, a mi hermano y mi hermana a viajes por viejos caminos forestales para ver afloramientos rocosos y estructuras interesantes. En este viaje en particular manejó aproximadamente tres cuartos del lado este de un lago y luego tomó un camino de acceso más pequeño hacia la costa del lago.

Era un hermoso día soleado. El calor, el cielo azul y las nubes blancas se reflejaban en la superficie del lago que era como un espejo. Creo que era julio o agosto. No había nadie más allí porque era un área remota. Caminamos por la playa hasta que llegamos a un lugar donde las piedras de la playa estaban manchadas de un color rojo por el agua que venía de la ladera de la montaña colindante.

Mi madre caminó hacia la arboleda de la playa y escaló la montaña no más de aproximadamente cincuenta pies donde descubrió un túnel o cueva. En la boca de la cueva había grandes rocas y pequeños restos que aparentemente habían sido excavados de la cueva. Desde luego que una cueva es la gran noticia para los chicos así que mi hermano y yo escalamos con ella para verla de cerca.

Mi hermana se quedó en la playa tomando sol. Al a entrada de la cueva se sentía que caía agua. Todo estaba mojado dentro y el fondo de la cueva estaba lleno de agua. El agua estaba teñida de rojo probablemente por el óxido de hierro proveniente de las rocas. Quería ir hasta el fondo y ver lo que había al final pero mi madre dijo que no. Le preocupaba que pudieran caer rocas del techo y que no fuera seguro.

De pie en la entrada, noté lo que parecía una luz al final de la cueva. Me doy cuenta ahora que era probablemente luz diurna reflejándose en la superficie mojada de la cueva e iluminando el interior. En aquél momento pensé que podría haber otra entrada desde arriba que era de donde provenía la luz. Comencé a escalar hacia la parte de arriba del peñasco por sobre la cueva para ver si había otra entrada.

Mi madre me dio sus guantes para que me resultara más fácil trepar la ladera que se desprendía hacia la cima. Llegué a la cima y no había otra entrada. En ese momento mi madre me pidió que le tirara los guantes porque quería ponérselos para partir una roca con su martillo para rocas. Caminé hacia el borde del peñasco y le tiré el primer guante; cayó lejos por tanto cuando le arrojé el segundo guante, lo hice con más fuerza.

La fuerza que hice para extender mi brazo hizo que la suela de mis zapatos comenzara a resbalar sobre pequeños guijarros. Era como estar de pie sobre bolitas de vidrio. Traté de no seguir resbalando pero no pude. Me agarré de una rama para detener mi caída pero se quebró. Recuerdo que era una rama seca, muerta, que hizo un chasquido cuando se quebró.

En ese punto caía con mis espaldas hacia el fondo del risco. Aquí es donde se pone raro y me doy cuenta que hay mucha especulación en estas experiencias. No ofrezco una explicación, no tengo ninguna y soy escéptico porque no sé pero tengo la mente abierta. Por tanto, iré a lo que sucedió.

Antes de que mis pies dejaran de tocar el suelo, mis rodillas se doblaron. Luego mis piernas empujaron con mucha fuerza. En el último momento, salté del risco. No hice eso. Puede que haya sido pánico pero no le di la orden a mis rodillas para que se doblaran o a mis piernas para empujar. Sin embargo, el resultado de esto fue que no caí directamente en la entrada de la cueva donde probablemente hubiera muerto instantáneamente producto de impactar sobre grandes rocas.

Ahora esto se pone un poco más raro. Ni bien mis pies dejaron de tocar el suelo, estaba mirando la tierra desde arriba. La primera cosa que recuerdo de esta experiencia es una emoción fuerte de aflicción y pérdida. Todo lo que conocía como un niño no estaba: la gente, los lugares, todo. Puede que haya sido curiosidad natural infantil pero la aflicción disminuyó y me sentí asombrado de lo que estaba viendo.

La tierra era muy hermosa. Recuerdo ver las grandes áreas de color marrón. Esperaba que la tierra fuese verde como las montañas donde vivía. Había mucho que era de color marrón. Me di cuenta que por los diferentes climas no todo era verde. Los océanos eran asombrosos, tan grandes y las nubes estaban en todas partes en diferentes formas.

Me di vuelta para mirar alrededor y vi estrellas como las que verías en el cielo nocturno pero había muchas más y eran muy brillantes. Y también tan hermosas que por un momento olvidé la tierra. Una de las estrellas comenzó a agrandarse y moverse hacia mí. La luz de la estrella era muy brillante. Dentro de la luz pude distinguir una figura humana. No pude distinguir los rasgos faciales porque la luz era muy brillante y no puedo decir si estaba mirando a un hombre o a una mujer. Tenía el sentido de una inteligencia benevolente y el género era irrelevante. Tenía una intensa sensación de alegría y seguridad. Este nuevo lugar era seguro para un niño afligido.

Siempre pensé que cuando me alejé de la tierra estaba mirando estrellas. Quizás eran todas inteligencias benevolentes y para nada estrellas.

A pesar de que no recuerdo ningún detalle, hubo un momento que fue como un libro abierto de mi vida hasta ese punto y lo que podría ser. Me dijeron (más como pensamientos compartidos que palabras habladas): “Puedes quedarte aquí o regresar”.

Mi respuesta inmediata fue primero emocional. Recordé la aflicción de todo lo que había perdido y luego pensé: “pero no he hecho nada aún”.

Ni bien pensé esas palabras abrí los ojos y me encontré acostado en el suelo. Estaba sobre mis espaldas mirando el cielo azul y las nubes a través del grueso tronco y las ramas de un cedro alto. Eso también fue una vista hermosa.

Debo haber tenido momentos como un niño difícil porque lo siguiente que recuerdo es a mi madre llamándome por mi nombre. Había un tono en su voz como si hubiese estado asustada de no recibir respuesta. Pensé: “se volverá loca si no digo algo. Quizás deba esperar un momento.” Luego pensé: “No puedo hacer eso. Estaría mal.” Estaba pensando en que la inteligencia benevolente podría no aprobarlo. Por tanto, respondí en el instante y me levanté sin siquiera pensar que podría haber estado herido. Excepto por un pequeño rasguño en mi pierna, no estaba herido.

Caí en algunas ramas quebradas, arbustos y troncos. MI madre me dijo que caí en un arco y se veía como en cámara lenta como si me hubiesen estado llevando. Le conté acerca de la experiencia pero no hablamos sobre ella nunca más hasta que se enfermó. Murió de cáncer cuatro años después. Cuando la visitaba en el hospital me apretaba la mano como si hubiera pensado que eso la conectaba a algo y le daba esperanza. Algunas veces se dormía o se desconectaba por la morfina mientras sostenía mi mano. Una persona puede sentirse impotente, hasta torturado viendo a alguien morir de cáncer. Siempre estaré agradecido de que ella sintiera esperanza a pesar de que no puedo definir exactamente la experiencia en la cueva.

En este punto quiero expresar que si esto se publica en la web, me doy cuenta que genta que ha perdido a sus seres queridos podrían preguntarse porqué sus seres queridos no fueron salvados. Todo lo que puedo hacer es ofrecer mis condolencias; no lo sé y no creo que mi vida fuera más valiosa para guardarla que la de nadie más. Quizás cuando caí había un lugar donde podía caer y sobrevivir. Quizás Dios me puso en ese lugar. No lo sé. Mi madre creía que Dios había intervenido y creo en Dios a pesar de que no sigo ninguna de las religions de la sociedad.

Demasiada violencia y una mezcla peligrosa de teocracias políticas y patologías etno céntricas homicidas. Como Alemania y Japón durante la II guerra mundial o el reciente genocidio en Rwanda o los cientos de miles de personas muertas durante la división de India/Pakistán. Demasiados malos liderazgos con hombres obsesionados con el dinero y el poder que no dudan en matar si es necesario para obtener más. La violencia viene del hombre, no de Dios. Perdón, quizás la experiencia me volvió un poco sensible a los abusos de la vida. No debiera predicar pero no quisiera ser uno de los asesinos cuando llegue su hora de averiguar qué y quién los está esperando después de la vida.

Aún así, si trato de ser objetivo, el universo es una obra demasiado magnificente para mí para no creer en algo que es absoluto y probablemente más allá de mi comprensión. Eso no significa que la inteligencia benevolente con quien me encontré aquel día era Dios. Quizás era un Ángel o puede que una persona muerta con alguna clase de autoridad para intervenir. No lo sé. No puedo asumir eso porque la experiencia no fue de este mundo, fue mística. Quizás haya una vida después de la muerte que tenga perfecto sentido como una fuerza vital inteligente que la ciencia todavía no haya identificado. Quizás haya una plantilla eléctrica de la persona que sobrevive a la muerte. No tiene que ser místico para nada.

El escéptico en mí argüiría que el trauma hizo que mi imaginación se disparara y creé la experiencia como recuerdo después que caí para compensar el trauma o estrés. Eso no explicaría porque mis piernas empujaron o los complicados detalles de la experiencia que parece desafiar la invención. Por lo tanto, mientras que el escéptico en mí puede encontrar razones para descartar la experiencia, el lugar intuitivo en mi pecho sabe que hay una realidad después de la muerte.