ECM de Fatima A
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Descripción de la experiencia:

Mi ECM fue en diciembre de 1998, estaba embarazada de dos meses de mi cuarto hijo. Regresaba de unas vacaciones en Londres. Acarreaba muchas maletas en el aeropuerto sin preocuparme de mi embarazo. Recuerdo que sentí un extraño movimiento en mi matriz cuando levanté una pesada maleta. No le presté atención a esta sensación. Tras 2 días, sentí que mis manos y mis pies estaban muy fríos y tenía migraña. Entonces empecé a sangrar. Pasé largas horas en el baño y esperaba que el feto pudiese salir sin la ayuda de un médico. Pero la hemorragia no paró. Mi marido intentaba convencerme de ir al hospital o llamar a mi familia y a mi hermana que trabajaba como médico. Yo me negué.

Cuando mi marido se dio cuenta de que empezaba a perder la consciencia y a decir tonterías, llamó a mi familia. Corrieron a mi casa y me llevaron al hospital. Recuerdo que mi vestido y la manta que me cubría se volvieron rojos. También recuerdo que los médicos estaban muy sorprendidos de ver toda esa hemorragia, y corrieron a preparar el quirófano. Oí que le decían a mi hermana que mi situación era muy crítica y que mi presión arterial era muy baja lo que amenazaba mi vida. Me dieron anestesia, y entonces empezaron a hacerme muchas preguntas para estar seguros de que perdía la consciencia para empezar la operación. Perdí la consciencia gradualmente.

Después de eso, recuerdo ver el más hermoso jardín que jamás vi, y vi a mi prima que había muerto hacía 5 meses durante un aborto, tenía la misma edad que yo. La vi mecerse en un alto columpio. Sus piernas estaban en un pequeño río, el agua de este río era muy clara como el cristal, pues podía ver sus piernas dentro de él muy claramente. Vi piedras rojas del mismo tamaño bajo el agua, ella era tan feliz, traté de sentarme con ella, pero había una valla. Me pidió que saltara la valla, le dije que no podía. Yo era gorda y la gente me miraría. Me dijo que había allí un portal, y que podía ir a él, pero añadió que entrar a través de ese portal era muy difícil. Ella insistió y me suplicó de nuevo que saltara la valla, lo intenté una y otra vez, pero no podía. Tenía un fuerte deseo de entrar en ese maravilloso lugar, estaba desesperada de no poder saltar.

Fui al portal que me indicó mi prima, era un portal muy grande, con una alta y gran hermosa puerta, con brillantes manos doradas como los grandes portales en los films históricos pero más hermoso. Había allí dos enormes guardianes, llevaban lanzas, las lanzas estaban cruzadas, las piernas de estos guardianes eran enormes, del tamaño de un edificio, yo era tan pequeña corriendo entre sus piernas intentando entrar para estar con mi prima. Oí la puerta abrirse arrastrándose por el suelo con un enorme ruido. Intenté entrar, pero ellos me lo impidieron poniendo las lanzas cruzadas frente a mi cara.

Le hablé a uno de ellos para que me dejara entrar. Recuerdo que tenía una barba larga y blanca, que empezaba directamente bajo sus ojos y alcanzaba su vientre, tenía un look extraño pero no asustaba. Me dijo que entrar a través de este portal era muy difícil. Describió exactamente lo que necesitaba hacer. Le respondí: “De acuerdo, lo haré. Rezaré más, ayunaré más y daré más dinero al pobre”. Parece que me ordenó hacerlo, pues no recuerdo si sus órdenes provinieron directamente de él. Le dije que regresaría al año siguiente y me fui corriendo. Volví hacia él y le dije que traería a mi padre conmigo para vivir ambos en este maravilloso lugar. Él me dijo: “No, tu padre no tiene lugar aquí” (pues mi padre era un seglar, no creía en Dios o los profetas o la vida eterna). Yo le dije: “No, lo traeré conmigo, ¡lo quiero tanto!”. Él me replicó: “No, tu padre no puede entrar aquí en absoluto. Vete de aquí”. Yo le dije: “De acuerdo, me iré, de acuerdo, me iré”.

Entonces abrí mis ojos y me encontré a mí misma en la cama en el hospital, y toda mi familia rodeaba mi cama y me oyó decir: “De acuerdo, me iré, de acuerdo, me iré”. Cerré mis ojos de nuevo, y después de muchas horas me desperté de nuevo con plena consciencia. Les dije todo lo que había visto en mi ECM, y ellos se rieron de mí y pensaron que esto era una especie de alucinación o sueño como resultado de la anestesia. Unos pocos me creyeron, y lo que apoyó a los escépticos es que no me morí tras un año de este accidente como le prometí a estos enormes guardianes. A veces pienso que esto es una alucinación o un sueño como dice mi familia, y ellos añadieron que yo estaba muy triste y afectada por la muerte de mi prima, provocada varios meses antes por un aborto.

Incluso ahora, tiemblo cuando recuerdo el tamaño de las piernas de los guardianes. Nunca olvidaré esta experiencia.